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Encarna a la perfección el ejemplo de empresario hecho a sí mismo que logra cumplir el sueño americano, aunque en este caso con claros tintes de amor patrio. La historia de éxito comenzó cuando el padre de Ángel Escribano (Madrid, 1971), un tornero de la ... localidad obrera de Coslada, se quedó en paro y tomó una decisión que sin duda cambió el futuro de su familia: capitalizó la prestación por desempleo y con ese dinero abrió en 1989, en un garaje que ni siquiera llegaba a los 60 metros cuadrados, un modesto taller, bajo el sencillo nombre de 'Talleres Escribano', en el que comenzó a reparar frenos de disco.
Cómo 'Talleres Escribano' se transformó en Escribano Mechanical & Engineering –una empresa de ingeniería puntera, que fabrica, diseña y produce complejos sistemas de alta precisión para el sector aeroespacial y de defensa– es una historia de constancia, esfuerzo, trabajo y dedicación, las cuatro cualidades que el propio Escribano señala que han marcado su vida. Dos fechas son claves. La primera hay que remontarse a 1998, cuando el ya presidente de Indra terminó sus estudios de mecánica de FP (Ángel se convertirá en uno de los pocos directivos del Ibex sin carrera universitaria) y tomó las riendas del negocio familiar para, junto a su hermano Javier, dar un paso al frente y convertirse en algo más que en una fábrica de repuesto de carretillas.
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El otro punto de inflexión llegó de la mano de su coraje y ambición, cuando allá por el año 2010, con la ingenuidad y frescura que da la juventud, se cogió su bicicleta y recorrió los 50 kilómetros de distancia que separan Coslada de Illescas (Toledo) y se plantó con desparpajo en la empresa Construcciones Aeronáuticas (Casa), hoy encuadrada dentro de Airbus, para ofrecerse como suministrador de piezas. Solo tenía 19 años pero ya una idea clara de lo que quería en el futuro; sabedor de que uno no se puede quedarse sentado esperando que le llamen, salió él mismo a buscarse la oportunidad de crecer.
Ellos mismos se encargaron inicialmente de hacer las piezas y hasta barrer el taller. Pasaron por todas las etapas y conocen así perfectamente los ciclos productivos, lo que les hizo entender el negocio desde el inicio hasta el final.
«¿Por qué no generar ellos mismos toda la cadena de un producto?», reflexionaron. Y por ello apostaron, de la mano, siempre muy de la mano, de la innovación, otra seña de identidad de los Escribano. Decidieron así en 2011 incorporar ingeniería de diseño y desarrollar y elaborar el 100% de los complejos sistemas de defensa dentro de su fábrica, para controlar todos los procesos, incluso los de venta.
Así fue como pasaron de un pequeño garaje familiar de apenas 57 metros a la empresa puntera que es hoy en día, que cuenta con una sede en Alcalá de Henares de 45.000 metros cuadrados, que da empleo a más de 1.300 trabajadores y tiene presencia en más de 25 países repartidos por Europa, Asia, África y Latinoamérica. En 2023 la firma facturó 115 millones de euros y en 2024 la cifra se elevó hasta los 320 millones, casi tres veces más. Con una cartera única de pedidos de 1.200 millones, se ha convertido en uno de los referentes indiscutibles a nivel mundial en el sector de la defensa, más aún tras comenzar en 2023 a adquirir parte de Indra, empresa que él mismo dirigirá.
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