Borrar
Sol Daurella, en una foto promocional del pasado verano.
La Coca-Cola la convirtió en la sexta persona más rica del país

La Coca-Cola la convirtió en la sexta persona más rica del país

Sol Daurella, presidenta de las embotelladoras, es ya la sexta persona más rica de España. Está casada con un vicepresidente del Barça y por su palacete han pasado Artur Mas e Iñaki Urdangarin

carlos benito

Lunes, 9 de noviembre 2015, 00:15

Sol Daurella no es muy dada a hablar de sí misma en público, pero en 2013 hizo una pequeña excepción: pronunció una conferencia en Atlanta, en un encuentro de empleados de Coca-Cola, y en determinados momentos de su discurso se refirió a su tatarabuelo, su abuelo y el hermano que no tuvo. Se remontó tanto porque fue hace mucho, a mediados del siglo XIX, «antes de que el doctor John Pemberton inventase la bebida más refrescante del mundo», cuando despegó la fortuna de su familia gracias a una empresa de importación de bacalao islandés. Cien años más tarde, en 1951, el régimen franquista otorgó al abuelo la concesión como embotellador de la chispa de la vida para Cataluña y Aragón. «Recuerdo pocas cosas de mi infancia que no estuviesen, al menos de alguna manera, relacionadas con la Coca-Cola», evocó Sol en aquella charla.

«El hecho de que mi padre no tuviese descendencia masculina fue importante», precisó también, ya que la existencia de un hijo varón, según la tradición catalana, habría canalizado por esa vía los muchos millones que ya había acumulado la familia. A falta de hereu, la pubilla fue debidamente adiestrada para hacerse cargo de los negocios, con educación bilingüe, internado en Suiza, Empresariales en ESADE, máster de Finanzas en Berkeley y nombramiento como consejera delegada a los 27. La apuesta que hizo su padre «un hombre muy adelantado a su tiempo, pero que tampoco tuvo mucha elección» se ha revelado rentable: cuando se cumple un año de la muerte del progenitor, Sol Daurella Comadrán se ha situado en el sexto puesto de la lista española de Forbes, con una fortuna estimada en 3.700 millones de euros. Es ya la segunda mujer más rica del país, tras la hija mayor de Amancio Ortega, y ha irrumpido espectacularmente en el top 10 desde la relativa oscuridad del puesto dieciséis, gracias a su protagonismo en la creación de la principal embotelladora de Coca-Cola del planeta.

Ella, que actualmente preside la filial ibérica, va a ocupar también la cúspide de ese gigante bautizado como Coca-Cola European Partners, del que la familia controlará el 40%. Los intereses de los Daurella se extienden además al café (las cápsulas Nespresso), los batidos (Cacaolat), el salmón ahumado (Royal), las inmobiliarias, las máquinas de vending... Como una enumeración exhaustiva podría resultar agotadora, baste añadir que Sol abandonó el año pasado sus asientos en el Banco Sabadell, Acciona y Ebro Foods para centrarse en el consejo del Banco Santander, cerca de su buena amiga Ana Botín, que está quince puestos más abajo en Forbes.

Aunque la alta burguesía catalana siempre contempló con cierto desdén a la saga de embotelladores, que ascendía tan rápido como las burbujas de su plebeyo refresco, lo cierto es que la vida de Sol Daurella se ajusta al milímetro a la plantilla típica de las clases más pudientes: es aficionada al golf y a la hípica, y de hecho ha participado en pruebas junto a la infanta Elena, Carlota Casiraghi o la otra hija de Amancio Ortega, Marta; reside en un palacete de la Avenida Pearson, en Pedralbes, ese cogollo de la opulencia al que han accedido advenedizos como Piqué y Shakira, y por su casa han pasado Artur Mas, Florentino Pérez o Iñaki Urdangarin; posee chalé en los Alpes y finca en Andalucía y es patrona del Palau de la Música. El conjunto se redondea con un marido influyente y carismático: Sol Daurella está casada en segundas nupcias con Carles Vilarrubí, un hombre doce años mayor que merece su propio párrafo biográfico.

Vilarrubí tampoco proviene de familia exactamente humilde su padre era el jefe de la multinacional AEG en España, pero su itinerario vital tuvo un curioso punto de inflexión: en 1980, cuando era un joven militante nacionalista, se ocupó de transportar de aquí para allá a Jordi Pujol a bordo de un Seat 127, durante la campaña electoral que llevaría al líder de CiU a la Generalitat. Vilarrubí pasó de manejar el utilitario a controlar asuntos mucho más importantes: fue secretario general de lo que acabaría convirtiéndose en TV3, dirigió Catalunya Ràdio, puso en marcha la entidad catalana de Juegos y Apuestas, estuvo en el consejo de Telefónica... En la actualidad, es vicepresidente de la banca Rothschild en España y, cómo no, vicepresidente del Barça. La pareja Daurella-Vilarrubí resulta ideológicamente confusa: a la castellanoparlante Sol, el nacionalismo la mira con suspicacia por haber instalado la sede de su embotelladora en la Castellana madrileña, mientras que Vilarrubí puede presumir de pedigrí catalanista y mantuvo una relación estrecha con Jordi Pujol hijo, hasta el punto de verse actualmente imputado dentro de la investigación sobre la familia del expresident.

También Sol Daurella a quien algunos apodan con retranca Miss Coca-Cola tiene sus líos judiciales. Esta misma semana ha declarado en un juzgado de Zaragoza, por presunta estafa procesal, administración desleal y delito contra los derechos de los trabajadores en el cierre de una factoría de Cacaolat, y aún arrastra las secuelas del controvertido macro-ERE que siguió a la fusión de las embotelladoras de Coca-Cola, con más de mil operarios afectados. Seguro que, en el campamento que los trabajadores mantienen en Fuenlabrada, la nueva lista de Forbes ha sido muy comentada.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur La Coca-Cola la convirtió en la sexta persona más rica del país