josé jiménez / finanzas.com
Jueves, 24 de septiembre 2015, 12:44
La crisis abierta en Volkswagen por las emisiones fraudulentas de gases en vehículos diésel no solo ha supuesto un duro golpe para el primer fabricante de coches del mundo. El prestigio y la fiabilidad alemana en la fabricación de vehículos se ha puesto en tela de juicio, y eso supone una patada en el estómago de los alemanes, en su orgullo y también para su economía. Porque lo que Alemania se juega con esta crisis es mucho más que una la vergüenza y el escarnio público.
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La industria del automóvil es uno de los principales baluartes de la locomotora europea. Las cifras cantan por sí solas. La exportación de coches supone el 20% de lo que Alemania factura al exterior, mucho dinero, muchos puestos de trabajo. Estamos hablando de un sector que, de manera directa e indirecta, da empleo a uno de cada seis alemanes. Un drama en toda regla que puede ir a peor. (Más información en Finanzas.com)
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