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Una operación de la envergadura que ha protagonizado Freepik tiene repercusiones más allá de los millones de euros que se han embolsado sus fundadores y del impulso que va a dar al crecimiento de esta compañía. Todo el mundillo 'startup' malagueño se va a beneficiar de esta sonada venta, ya que como decía Bernardo Quintero en Twitter esta mañana, con un acontecimiento como éste se produce «un efecto llamada y de contagio» que hace que «gente de fuera se fije en Málaga» y al mismo tiempo «hace que el resto que estamos aquí nos lo creamos nosotros mismos y se intenten más proyectos». Una «espiral positiva» que pueden aprovechar otros emprendedores para captar la atención de inversores.
Quintero sabe de lo que habla. Él protagonizó una operación similar allá por 2012. Virustotal era entonces un discretísimo proyecto con sólo seis empleados que se cocía en la cocina de la veterana empresa de seguridad informática malagueña Hispasec. De repente, saltó a la fama al ser comprada por Google. Virustotal se convirtió la segunda empresa española 'fichada' por el gigante de Mountain View después de Panoramio, que por cierto, también tenía cuota 'malaguita': uno de sus fundadores, José Florido, era malagueño, y otro, Joaquín Cuenca, cofundador de Freepik, se afincó pocos años después en Málaga. En el precio de la venta de Virustotal, que nunca fue difundido, se incluyó una condición que ha sido crucial para Málaga y su ecosistema tecnológico: Virustotal mantendría su sede en la ciudad. Hoy tiene 35 empleados y una fructífera relación con la Universidad de Málaga enfocada a la investigación y a la formación de profesionales en el entorno de la ciberseguridad.
Otro ejemplo de empresa tecnológica malagueña adquirida por una multinacional, en este caso alemana, fue AT4 Wireless. Fue uno de los pocos casos en los que se desveló el precio de venta: 44,5 millones de euros desembolsó Dekra en 2015 por el 100% del capital del laboratorio de certificaciones malagueño, de los que prácticamente la mitad, 22 millones de euros, fueron a parar a las arcas de la Junta de Andalucía, que era la principal accionista de la compañía (49,4%). El resto de socios eran Sando y La Caixa con el 24,525% respectivamente y Ayesa con el 1,55%. Dekra ha mantenido y ampliado el centro de ensayos tecnológicos de la antigua AT4 Wireless, añadiéndole un circuito de pruebas para el coche conectado que es el mayor del sur de Europa.
Cinco años antes, en 2010, se producía otra venta: la de Optimi a la multinacional sueca Ericsson. Aquella fue una historia curiosa, puesto que el origen de esta empresa (inicialmente bautizada como Tartessos Technologies) había sido el cierre del centro de I+D que otra compañía nórdica de telecomunicaciones, Nokia, tenía en el PTA. Ericsson no sólo mantuvo su presencia en Málaga tras comprar Optimi, sino que ha ampliado su plantilla hasta contar con más de 200 empleados actualmente.
En el sector del comercio 'online' se ha producido otra operación de calado recientemente: la compra de Tiendanimal por el peruano Grupo Emefin. Tiendanimal nació en 2006 en Málaga impulsada por José Antonio Alarcón y Jorge Goldberg, dos amantes de los animales que apostaron por el comercio electrónico. Hoy, además de vender por Internet, gestiona más de medio centenar de tiendas físicas en toda la Península, a las que se suman 15 clínicas y 18 consultorios veterinarios. Su facturación estimada para 2019 fue de 120 millones de euros y su plantilla alcanza las 750 personas. Sus fundadores salieron del accionariado hace tres años, cuando entró el fondo de inversión Miura Private Equity. Desde enero forman parte del Grupo Emefin, también propietario de Kiwoko.
Aunque fundada por dos emprendedores granadinos, la plataforma de venta de ropa de segunda mano Chicfy mantuvo su sede en Málaga hasta poco antes de su venta, en octubre del año pasado, a la empresa lituana Vinted. La 'startup', que alcanzó altas cotas de popularidad gracias a una agresiva campaña de publicidad (¿quién no se acuerda del «Claro que sí, guapi»?), protagonizó un meteórico crecimiento que acabó provocando problemas financieros y, pese a la entrada de potentes inversores, finalmente acabó en manos de su principal competidor.
Aunque tengan sede en Londres, hay dos empresas muy vinculadas a Málaga que recientemente han protagonizado importantes operaciones corporativas. Se trata de Ebury y Sequel. La primera es una 'fintech' que tiene su corazón tecnológico en la capital de la Costa del Sol, con más de 200 empleados. En noviembre de 2019, el Banco Santander tomó el control de su accionariado por la astronómica cifra de 400 millones de euros. Sus planes para Málaga son alentadores: en enero anunciaba que crearía 40 puestos de trabajo más este año. En el caso de Sequel, especializada en 'software' para aseguradoras, cuando se produjo su venta en 2017 a la multinacional estadounidense Verisk Analytics mantenía 70 empleados en su oficina de Málaga y ahora son más del doble, con vistas a alcanzar los 200 a mediados de este año.
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