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Hay algo con lo que Mar Cárdenas se topa muchas veces cuando sus jóvenes alumnos tienen que exponerse por primera vez. Ya sea ante un auditorio en unas jornadas de formación o ante una entrevista de trabajo: el miedo a cometer un error capital.
Cárdenas es la directora de un máster de gestión de recursos humanos en ESIC. Desde hace más de diez años, está en contacto directo con alumnos cuyo siguiente paso en la vida es el más determinante y difícil de dar: acceder al primer trabajo en condiciones estables. La preparación, así se lo intenta trasladar a sus alumnos, es lo más importante para sacar provecho de las oportunidades cuando se presentan. «No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión», explica.
El inglés es el idioma que nutre de nuevos conceptos a los actuales mercados laborales. Si una entrevista de trabajo siempre ha sido en esencia venderse ante un hipotético empleador, esa esencia no ha cambiado. Las técnicas y las exigencias, sí. 'Elevator pitch' es el término con el que se describe una situación en la que alguien que se topa con una personalidad de interés por casualidad en un ascensor y, en vez de mirar al suelo o sacar el móvil para evitar hacer contacto visual, aprovecha la oportunidad para presentarse. Muchos alumnos de ingeniería informática pagarían para tener dos minutos con un ejecutivo de Google.
Aunque no lo parezca, estas situaciones se producen a diario. El ascensor ahora se llama Linkedin o Twitter, donde se puede acceder de manera directa a los ejecutivos y jefes de recursos humanos de las empresas más punteras. El contacto directo a golpe de 'click'. Una accesibilidad inimaginable hasta no hace mucho. «El miedo a cometer un error capital», retoma Cárdenes, es una de las causas que lleva a perder las oportunidades que se brindan en un mercado laboral competitivo. «La clave está en la preparación. Cuando nos piden que hablemos de nosotros mismos, nos cuesta armar un discurso», señala.
En un salón de actos del AC Málaga Palacio se encuentran 25 jóvenes que están cursando algún máster o están a punto de finalizar la carrera. Los campos son diversos, van desde las carreras técnicas como las ingenierías hasta profesiones liberales del campo del marketing y la comunicación.
Entre el auditorio, algunos ejecutivos de las empresas más punteras de la provincia de Málaga. Todos dispuestos a captar talento e incorporar a sus plantillas a alguno de los participantes si el perfil encaja: Pablo Benavides, director general de Opplus, Enrique Colilles, CEO de Trops, Borja Jiménez, director general de Sinerba, Fernando Lozano, director general de Metro Málaga, y Miguel Ruiz, director general de EMT Málaga. Poner en contacto a los jóvenes talentos con sus hipotéticos empleadores del futuro. Esa es la ambición de la primera edición de Talent Lab Málaga, una iniciativa impulsada por SUR y ESIC Business and Marketing School para ofrecer una plataforma inédita en la provincia.
De hoy hasta el viernes, estos 25 jóvenes, seleccionados entre casi 200 aspirantes a participar en estas jornadas, acudirán a diversos talleres, recibirán formación de responsables en recursos humanos o aprenderán a potenciar sus aptitudes. La crítica que recibe muchas veces la universidad está en una supuesta falta de conexión entre la formación teórica y lo que realmente demandan las empresas. Aquí se cierra esta brecha.
Si hay dos claves a destacar entre las diferentes intervenciones de los ejecutivos que se han sucedido en la apertura de Talent Lab Málaga, han sido: actitud y capacidad de adaptación. Una buena formación de base ya se da por hecho. Borja Jiménez de Sinerba sintetiza cómo debería ser la simbiosis perfecta: «La idea es que la compañía se profesionalice a través del talento». El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, asiente. Ya había pedido en su intervención que haya más vínculo entre la metodología en la docencia y lo que demandan realmente las empresas.
Manuel Pauner tiene 23 años y se graduó hace un año en Relaciones Laborales en la UMA. Ahora estudia un máster y admite que ya siente la necesidad de incorporarse al mundo laboral, aunque es consciente de que se enfrenta a una valla de gran altura.
En ningún país de la Unión Europea hay tanto paro juvenil como en España. La tasa escala en abril de 2021 hasta un deprimente 37,7%. «Me gustaría quedarme en Málaga, es una ciudad increíble, con una buena calidad de vida. Si puedo compaginar vivir en Málaga con el trabajo, mejor que mejor», admite. Repara un segundo y enseguida añade: «Aunque voy donde haga falta, soy joven, tengo 23 años».
Hay una serie de efectos positivos que los psicólogos, expertos en relaciones laborales, tienen identificados en las dinámicas de grupos. La motivación crece dentro de los equipos, cuando los compañeros tratan de superarse entre sí. Por normal general, los miembros de un equipo ofrecen rendimientos distintos y los más débiles tratan de esforzarse más para no ser los responsables de un bajo rendimiento colectivo. Las dinámicas de grupos son rutina en muchas empresas.
Para apreciar cómo funcionan, los jóvenes se dividen en equipos de dos y tres para crear un plan de mejora individual. Uno adopta el rol de coach. Tras unos diez minutos en los que se presentan ante los otros supuestas debilidades, se llega a un veredicto común. Esther, una estudiante de marketing, resume la experiencia: «Hablando con mi coach individual, me he dado cuenta que he sido muy dura conmigo misma».
La propia dinámica de Talent Lab Málaga potencia dos pilares. Por un lado, el de mejorar la preparación individual para afrontar el reto de entrar en el mercado laboral. Por otro, el crear el contacto directo con los empleadores de mañana. Las sesiones de trabajo se mezclan con recesos en los que los jóvenes entran en contacto directo con los jefes de recursos humanos de las empresas participantes. Los altos ejecutivos están presentes en todo momento, permeables a todo. Comparten almuerzo con los jóvenes.
Esta cercanía es lo que más ha motivado a Ignacio Fernández a participar en Talent Lab Málaga. Tiene 23 años, graduado en ADE. De siempre, asegura, ha sentido especial interés por el mundo inmobiliario. Viene con las ideas claras. «Me gustaría presentarme a Borja Jiménez de Sinerba. Aquí se me brinda la posibilidad de hablar directamente con él, ver cómo encaja mi perfil». A Borja, como a todos, «me gustaría trabajar en Málaga».
Ignacio es el vivo ejemplo de lo que predica en otro taller Xefa Lousa, una coach de origen ruso, muy cotizada entre los departamentos de recursos humanos de las empresas más punteras del país, que la quieren para insuflar motivación a sus plantillas. «Inteligencia emocional y resiliencia», lleva por titulo su charla. Poco a poco, Xefa Lousa coloca ante el espejo a los jóvenes y escucha las quejas habituales, potenciadas por la pandemia, hasta que les corta con la voz como lo hace una tijera con una coja de papel: «Estar en la queja es lo cutre. Tenéis 23, 24, 25… años. Es hora de que toméis las riendas de vuestras vidas».
Enrique Collies, CEO de Trops, asegura que su empresa está dispuesta a contratar a talento local, está harto de la fuga de cerebros. «Siempre buscamos la oportunidad de mejorar», dice. Para entrar en empresas como Trops, el Metro de Málaga, Opplus, la EMT o Sinerba no basta con un currículum de folio y medio a la vieja usanza. Como en una relación de pareja que quiere ser fructífera, hay que conquistar el cerebro y el corazón. Si se consigue, recuerda Fernando Lozano de Metro Málaga, «se obtiene un trabajo sin apenas rotación, que suele durar para siempre».
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