Todo se mide, se pesa y se revisa al milímetro en la línea de producción enfocada al mercado japonés. Salvador Salas

Panceta de Málaga: el ingrediente secreto del ramen en Japón

El exigente mercado nipón ya es el tercer destino de exportaciones de Faccsa-Prolongo, que se ha erigido en el principal proveedor europeo de los restaurantes especializados en este popular plato

Nuria Triguero

Málaga

Sábado, 15 de abril 2023, 15:25

En la gigantesca planta de despiece y procesado de Faccsa-Prolongo, en Cártama Estación, hay una zona donde el grosor de las lonchas de panceta ... se mide con escalímetro y hay una persona encargada de retirar cualquier pieza que no cumpla las medidas establecidas o no alcance el porcentaje de grasa exacto. Las etiquetas que lucen los paquetes de carne ultracongelada revelan el destino de estos mimados productos: Japón. No es infrecuente, además, encontrarse a un señor nipón inspeccionando esta línea. «Los importadores vienen cada dos semanas a hacer auditorías», explica Ramón Soler (hijo), director de operaciones de esta empresa bicentenaria, que presume de ser la única de Andalucía –y una de las pocas de España– que vende cerdo al país asiático.

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Japón se ha convertido en el tercer destino de exportación de Faccsa. Las ventas a este hiperexigente mercado crecen un 20% anual y el año pasado ya alcanzaron un peso de 6 millones de kilos y un valor de 25 millones de euros. Solamente España, Francia y China superan al país del Sol naciente en facturación. Esos 25 millones, por cierto, representan la mitad de las exportaciones totales de Málaga a Japón en 2022.

Miguel Ángel Álvarez y Ramón Soler en un restaurante de Japón que utiliza carne de Faccsa; un plato de ramen y una comida de directivos y clientes nipones de la empresa malagueña.

Este gran volumen de exportación descansa sobre dos productos casi en exclusiva: panceta y cabeza de lomo, las materias primas con que se elabora el 'chashu', la carne que a su vez es ingrediente fundamental del ramen. «Somos el mayor proveedor europeo de los restaurantes de ramen», afirma Soler, que explica que en Japón hay varias cadenas con miles de pequeños establecimientos especializados en este popular plato.

La panceta de Faccsa tiene además otro destino culinario en Japón: marinada y ahumada forma parte de los 'bento': cajas individuales con comida preparada para llevar que suelen incluir arroz, pescado o carne y una guarnición o acompañamiento a base de verdura. Estas bandejas, que constituyen el almuerzo o la cena cotidianos de muchos japoneses, se venden en puestos callejeros, supermercados y franquicias.

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¿Cómo ha llegado la panceta 'made in Málaga' a convertirse en el ingrediente estrella del ramen callejero en Japón? Ramón Soler advierte que el camino ha sido largo y difícil. En 2001, la empresa cartameña consiguió la autorización para exportar al país asiático, pero hasta 2007 no consiguió vender ni un filete. «Íbamos a ferias todos los años, pero nadie nos compraba. No entendíamos el mercado», explica el director de operaciones, que vivió en primera persona aquel tortuoso proceso de aprendizaje porque por entonces era responsable de exportaciones. «No empezamos a entenderlo hasta que nos fuimos todos los responsables del proceso de producción a Japón y nos marcamos una agenda de reuniones con empresas».

Así descubrieron varias cosas importantes de la cultura japonesa: una obsesión con la perfección, la mejora continua y los procesos; una tolerancia cero hacia los errores y un miedo atroz a los gérmenes y al 'foreign material' o cuerpos extraños . «Tienes que hacer las cosas exactamente como diga su protocolo: aunque el resultado sea perfecto, si no has seguido el camino marcado no les vale», explica Soler, que tiene grabada en la memoria una portada del 'Japan Times' que leyó en uno de sus viajes: «Habían cerrado una fábrica en Tailandia con cuatro mil empleados porque una persona se había encontrado un trocito de guante en un 'nugget' de un McDonald's. Era un gran escándalo».

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Por fin entendían lo que querían los japoneses. Pero quedaba otro reto: 'japonesizar' la fábrica. Y para eso hicieron el viaje contrario: llevarse a los responsables de una empresa importadora a Cártama Estación. «Les tuvimos metidos en la planta un mes: revisaron el proceso de producción de arriba a abajo y nos dijeron cómo adaptarnos a sus estándares». Los responsables de la compañía hacen un matiz importante: es una cuestión de procesos, pero no es que las exigencias sanitarias y de calidad sean mayores en Japón que las que ya seguía la fábrica en cumplimiento de la normativa española. «La gente no se hace una idea del control sanitario que hay en un matadero. Se hacen análisis todos los días en todas las líneas y todos los días tenemos veterinarios de la Junta destinados haciendo una magnífica labor de inspección», apuntan.

Y así es como la empresa malagueña se abrió las puertas de los grandes importadores japoneses. Ahora, Faccsa recoge frutos de ese esfuerzo. «El kilo de carne mejor pagado es el de Japón», afirma el actual responsable de ventas en este país, Miguel Ángel Álvarez. Las relaciones comerciales siguen el reglamentado espíritu nipón. «Nosotros no vendemos a los clientes finales, sino a los importadores. Son diez, no más: megacorporaciones con siglos de historia y muchas divisiones diferentes: ahí hay nombres como Yamaha u Honda...», explica por su parte Soler. Por el camino, además, Faccsa ha encontrado otro nicho de mercado: restaurantes japoneses de toda Europa que también le compran panceta y cabeza de lomo cortados al estilo nipón.

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Raquel, Ramón y María Dolores, hijos del propietario de Faccsa-Prolongo, Ramón Soler, y responsables de diferentes áreas de la empresa. Salvador Salas

Una empresa bicentenaria con vocación innovadora

Faccsa, principal pata de este 'holding' de propiedad familiar con más de 200 años de historia, facturó el año pasado 280 millones de euros, de los que el 45% vinieron del comercio exterior. Si se suman Prolongo (con sus embutidos y preparados cárnicos) y la filial de transporte, el volumen de negocio agregado del grupo está por encima de los 300 millones. Este año la previsión es superar los 400 millones, pero no por aumento de producción (hay escasez de cerdos), sino por el aumento de precios. «El cerdo vivo se pagaba hace un año a 1,05 euros por kilo y ahora está a 2», explica Álvarez.

La compañía, propiedad de Ramón Soler y María Dolores Ciurana, exporta a más de 25 países y tiene más de 800 empleados entre sus diferentes divisiones. Está muy enraizada en Cártama Estación, el municipio donde se ubica su complejo productivo y donde proyecta construir una nueva fábrica que le permitirá multiplicar su capacidad de producción.

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