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ANTONIO GUERRERO
Lunes, 10 de febrero 2025, 01:00
La complejidad de las relaciones humanas y los exponenciales avances tecnológicos empujan que para dirigir una empresa con ciertas garantías de éxito los directivos deban desarrollar dos competencias esenciales: gestión de personas y conocimientos de tecnología. Ambas son básicas para mantener la competitividad, impulsar la ... innovación y asegurar el crecimiento sostenible.
Porque en un entorno donde los productos y servicios pueden ser fácilmente replicados, son las habilidades, conocimientos y experiencias de las personas de la organización las que marcan la diferencia. Es conocida las dificultades de las empresas, de cualquier sector, en no sólo encontrar talento y buenos profesionales, sino también en retenerlo. Por ello, un sentido humanista de la dirección de empresas nos parece necesario. Entender que el verdadero valor de la empresa reside en sus personas, que serán, queramos o no, las que implantarán la estrategia, interactuarán con los clientes y ejecutarán los planes de acción. Una dirección humanista fomenta una cultura de confianza, de innovación, de creatividad, de responsabilidad. Permite el desarrollo personal y profesional, y, en consecuencia, la retención del talento y de los buenos profesionales. Una puntualización: humanismo no es buenismo.
Por otra parte, un directivo debe estar al día de cómo las tecnologías pueden integrarse en la estrategia de la empresa para ofrecer más valor. Conocer y entender la tecnología, saber cómo usarla, comprender su impacto y saber que no sólo es una herramienta para la eficiencia operativa, sino el habilitador para transformar modelos de negocio y abrir nuevas oportunidades.
Resumiendo, una organización donde los trabajadores se sientan valorados y reconocidos mejora la confianza y el compromiso, reduce la rotación y aumenta el desempeño general. A su vez, una adecuada integración de la tecnología mejora la experiencia del cliente y las operaciones de la empresa. La combinación de ambos factores fortalece la competitividad y el posicionamiento en el mercado.
El éxito empresarial en la era digital dependerá de la capacidad de integrar ambos aspectos clave: personas y tecnología. Un liderazgo que comprenda su importancia podrá optimizar operaciones, impulsar la innovación y fomentar un equipo comprometido, asegurando así un crecimiento sostenible y una ventaja competitiva duradera.
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