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Mar García
Miércoles, 24 de septiembre 2014, 01:20
Corrían los primeros años del siglo pasado cuando el joven Manuel Moyano Espejo, hijo y nieto de farmacéuticos, sufría mala sudoración en los pies, hecho que le preocupaba bastante, sobre todo por temor a espantar a la chica que pretendía cuando estudiaba bachiller. Fue entonces cuando le pidió a su padre la fórmula de polvos pédicos que había elaborado su abuelo anteriormente, e inició el proceso de transformarlo en crema.
Ensayó varias formulaciones y fue probando con sus pies y también con vecinos que tenían el mismo problema o tenían grietas, rozaduras o escoceduras, hasta que dio con la fórmula magistral compuesta de talco, glicerina, mentol, aromatizantes y otros elementos más, «una pequeña variante de la que se fabrica hoy en día», explicó Antonio Moyano, gerente del Laboratorios Emecé y nieto de Manuel Moyano, quien recuerda que su abuelo «apostaba calcetines de por vida a quien no le funcionara».
El éxito de la crema llegó solo y la producción fue creciendo a medida que se iban conociendo los efectos, y se iba expandiendo por otras provincias de Andalucía y fuera de ésta. En la década de los 50, se empezó a comercializar a través de cooperativas farmacéuticas y se cambia el nombre de Emevorina por Pinrelina para designar a los pinreles, como son conocidos los pies en calé.
La eficiencia del producto ha sido alabadas incluso por el Nobel Camilo José Cela que escribió sobre él en el año 1997 en un artículo exaltando sus excelencias.
Pero no fue el único, el fisioterapeuta, por aquel entonces, del equipo Boomerang Interviú de Fútbol Sala le exigía a sus jugadores que utilizaran Pinrelina en los vestuarios.
También ha sido citado en la serie de Los Serrano, por la presentadora María Teresa Campos en su programa de Telecinco y por el periodista Carlos Herrera en su sección de los Fósforos, quien se interesó por el producto al recibir varias llamadas de personas que afirmaban que el mal olor de los pies se eliminaba con Pinrelina.
Así, la producción de 2.000 tubos pasó a 15.000 en la década de los 80 y a partir de los años 90 la producción superaba las 50.000 unidades incluso algunos años ha llegado a superar los 60.000 tubos en crema y en polvo, con una facturación de unos 100.000 euros. Una producción, asegura Moyano, que se realiza bajo pedido y no durante todo el año, y siempre bajo la supervisión de técnicos farmacéuticos. Posteriormente, el envasado lo hacen en «plan familiar, de forma artesanal» aunque en ocasiones contratan temporalmente a personal para también ayuden a envasar.
Principalmente, este producto se vende en las provincias de Málaga, Córdoba y Granada, aunque también tiene clientela en Murcia y Cataluña, al ser ésta última una región de emigrantes andaluces y que se fueron cuando ya conocían el producto y lo demandaban en las farmacias catalanas. No obstante, este producto también se vende por Internet a través de distintas farmacias del país, por lo que cabe su exportación fuera de España.
Este producto se vende en farmacias y parafarmacias, y aunque su clientela es aún reducida sí está asentada en sectores específicos, como el de los deportistas.
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