La compra de BPM por parte de Unicredit choca con el Gobierno italiano

El consejero delegado de Unicredit, Andrea Orcel, al que el Santander tuvo que pagar 43,4 millones de euros como resarcimiento por cancelar su fichaje como consejero delegado, consideró que la operación responde a la petición del Banco Central Europeo para que aumente la dimensión de las entidades financieras de la eurozona, de manera que puedan responder mejor a los desafíos de los mercados internacionales.

De hecho, junto a la oferta para comprar BPM, Unicredit mantiene su interés para hacerse con el control del banco alemán Commerzbank, de cuyo accionariado ya posee un 21%. Para completar este segundo objetivo deberá, eso sí, superar las reticencias planteadas por las autoridades germanas, que no ven con buenos ojos que una de las entidades financieras más importantes del país acabe en manos extranjeras. Orcel garantizó que ambas operaciones se pueden llevar a puerto. Calificó de «objetivo histórico» la compra de BPM, mientras que consideró «una inversión que precisará de tiempo para madurar» la escalada en Commerzbank.

La agresiva estrategia llevada a cabo por el consejero delegado resulta muy beneficiosa para sus accionistas: en los últimos cuatro años la capitalización en Bolsa de Unicredit ha pasado de 12.500 a 60.000 millones de euros, colocándose así a las puertas de superar en Bolsa a Intesa Sanpaolo, el principal banco italiano. Para seguir creando valor para sus inversores, Orcel tendrá ahora que vérselas con las trabas que el Gobierno de Meloni parece dispuesto a poner en la compra de BPM. El ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, aseguró que la operación había sido «comunicada pero no acordada» con el Ejecutivo, que se reserva la posibilidad de utilizar la 'acción de oro', una herramienta normativa que permite la intervención del Estado para proteger empresas consideradas estratégicas para el país, como ocurriría con BPM.

En caso de que esta entidad sea finalmente adquirida por Unicredit, se frustraría la operación que el Gobierno auspicia desde hace años: la fusión de BPM con Monte dei Paschi di Siena (MPS) para crear así un tercer grupo bancario italiano de grandes dimensiones. Dicha fusión propiciaría la salida del Estado del accionariado de MPS, una entidad que tuvo que ser salvada de la bancarrota con más de 5.000 millones de euros de dinero público.

«Como ciudadano italiano querría saber si está todo bajo control. No querría que se quiera parar el acuerdo BPM-MPS para hacerle un favor a alguien», se quejó Matteo Salvini, viceprimer ministro y líder de la Liga, uno de los partidos que forman parte de la coalición gubernamental. Salvini pidió la intervención del Banco de Italia para verificar si puede obstaculizarse la compra de BPM por parte de Unicredit, a la que consideró una entidad «extranjera» aunque tenga su sede en Milán por estar la mayor parte de su accionariado en manos de inversores internacionales.

Las trabas que el Ejecutivo de Roma parece dispuesto a poner a la operación, junto al reducido precio ofrecido por Unicredit (solo un 0,5% más respecto al valor con el que el título de BPM cerró en la Bolsa en la sesión del pasado viernes) hacen que se vislumbre una enconada batalla hasta el próximo mes de junio, cuando se prevé que la operación pueda quedar cerrada.