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No hay tregua. La guerra arancelaria emprendida por Trump el pasado 2 de abril en un día que el propio presidente estadounidense bautizó como ... el 'Día de la Liberación' de EE UU parece no tener fin. Este viernes, ha sido Pekín la que ha vuelto a empujar los límites un poco más allá, ya que ha anunciado que elevará hasta el 125% los aranceles impuestos a todos los productos estadounidenses a partir de este sábado 12 de abril.
La medida anunciada por el Ejecutivo de Xi Jinping llega apenas un día después de que Trump anunciase una tregua arancelaria de 90 días para todos los países dispuestos a negociar un pacto con él. En esa fórmula, el republicano dejó fuera a China, a la que no solo excluyó de la tregua, sino que la acorraló aún más elevando sus tarifas hasta el 125%. Y durante la tarde del jueves, Washington sacó un comunicado aclarando que los gravámenes se elevaban al 145%, dado que el 125% anunciado por Trump tenía que sumarse al 20% decretado anteriormente por la emergencia nacional del fentanilo.
Con todo, Pekín acaba de lanzar un comunicado advirtiendo de que «China ignorará» a Trump si éste sigue elevando al alza e imponiendo aranceles a las exportaciones del país asiático. El Ejecutivo chino defiende esta postura argumentando que «con el nivel arancelario actual, ya no existe aceptación en el mercado para las mercancías estadounidenses exportadas a China». Asimismo, el presidente chino Xi Jinping se ha mostrado tajante al afirmar que «no hay vencedores» en una guerra comercial, en las que han sido sus primeras declaraciones públicas desde el recrudecimiento de la escalada arancelaria.
Los hechos que llevan protagonizando durante días las dos mayores potencias del globo están haciendo temblar a los mercados mundiales. 'Imprevisibilidad' e 'incertidumbre' son dos de las palabras que podrían resumir mejor la guerra arancelaria. Según Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE UU, la tregua propuesta por Trump «ha sido la estrategia de Trump desde el principio», aunque hay expertos analistas que apuntan que el republicano se ha visto obligado a recular porque el miedo se ha terminado instalando en el mercado de los bonos del Tesoro estadounidense, con un fuerte repunte de los tipos de interés ante la venta masiva de bonos.
El Ministerio de Comercio de China ya aclaró hace días que el gigante asiático no se quedaría cruzada de brazos ante la andanada arancelaria de Trump, dado que «la presión, las amenazas y el chantaje no son la manera correcta de tratar con nosotros». En este mismo sentido, aseguró que la postura de Pekín era clara: «Si quieren dialogar, la puerta está abierta; si quieren luchar, lucharemos hasta el final».
La última respuesta de China viene enmarcada en un contexto, además, que coincide con la visita de Pedro Sánchez a Pekín. El presidente del Gobierno de España ha estado en el ojo del huracán por acercarse al país asiático justo en medio de las tensiones. El propio Bessent criticó el posible acercamiento del líder a Xi Jinping y dejó una advertencia que también tenía como remitente al resto de socios comerciales de EE UU: «Aliarse con China es como cortarse el cuello».
Sin embargo, el mandatario español ha defendido que «la política exterior de España no va contra nadie» y que España «es un país profundamente europeísta que ve a China como socio».
La tensión provocada por la súbita escalada de la guerra comercial entre los dos países con mayor impacto en las relaciones comerciales globales ha provocado que el futuro del comercio sea difícil de vislumbrar con claridad. Entre ambos suman el 43% de la economía mundial y «el impacto de la guerra podría ser catastrófico». Así de tajante se ha manifestado este viernes la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, sobre todo refiriéndose a las dificultades de desarrollo que afrontarán los países menos desarrollados si Pekín y Washington siguen intercambiándose golpes.
En la misma línea se manifiestan desde el Centro de Comercio Internacional, que incide en que «si esta escalada entre China y Estados Unidos continúa, provocará una reducción del 80% del comercio entre ambos países. Y el efecto dominó de esto puede ser catastrófico en todos los sentidos».
Las Bolsas europeas, por su parte, registran caídas durante el inicio de la sesión, dado que el pánico de los inversores se ha apoderado de los mercados tras la respuesta china. El Ibex-35, que escalaba un 0,5% en la apertura, cede un 0,7%; el DAX alemán ha pasado de sumar un punto porcentual a retroceder más de un 1%; el EuroStoxx 50 cae un 0,6%; y el CAC parisino pierde ahora un 0,4%.
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