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BBVA y Banco Sabadell se repliegan a la espera de otra oportunidad tras fracasar su fusión

La nueva hoja de ruta de Oliu pasa por la venta de TSB, pero la presión de los reguladores y la baja rentabilidad siguen empujando a una fusión

AMPARO ESTRADA

MADRID.

Sábado, 28 de noviembre 2020, 00:01

No habrá fusión entre BBVA y Banco Sabadell. Al menos por ahora. Pero la presión de la crisis económica y de los reguladores permanece y el futuro en solitario no se presenta muy halagüeño para los bancos. Especialmente para el Sabadell, cuya rentabilidad y capitalización bursátil se ha desplomado este año. Rotas las conversaciones, la entidad presidida por Josep Oliu anuncia que se va a centrar en su negocio en España e intentará vender TSB, mientras el futuro del BBVA también pasa por un cierto repliegue tras vender su filial en Estados Unidos y señalar que no pretende aumentar su participación en Garanti, el banco turco donde controla casi el 50% del capital. No obstante, este repliegue al mercado doméstico más parece una parada temporal a la espera de otra oportunidad. No sería la primera vez que dos entidades bancarias rompen y, tiempo después, vuelven a las negociaciones. Fue el caso de Liberbank y Unicaja, que un año después de fracasar en el intento de fusión han vuelto a negociar.

Aunque las conversaciones entre BBVA y Sabadell no hayan llegado a buen puerto, eso no hace desaparecer la presión de los reguladores por las fusiones. Desde los test de estrés de finales de 2018, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, lleva insistiendo en que BBVA y Sabadell, junto con otros bancos europeos, deberían aumentar su solidez y mejorar las posiciones de capital para enfrentar los desafíos futuros y que, por lo tanto, «serán monitorizados de cerca». La opinión del BCE y del Banco de España no ha cambiado: las fusiones son una vía para afrontar la baja rentabilidad.

La historia del sector bancario es una historia de fusiones. Lejos quedan los años en que se unieron rivales como el Banco Bilbao y el Vizcaya para dar lugar al BBV. En aquella etapa, la unión hacía la fuerza. Ahora, las fusiones son todas defensivas, en un intento de lograr levantar la maltrecha rentabilidad de las entidades debida al prolongado periodo de bajos tipos de interés -que se va a mantener hasta 2025- y al que se le viene encima un aumento de la morosidad y de los activos problemáticos por el impacto de la crisis del coronavirus. Es en este contexto donde se enmarca el intento fallido de fusión entre el BBVA y el Sabadell. La rentabilidad del Sabadell (medida en términos de ROTE) se ha desplomado en un año del 8,58% al 1,85%, mientras que la del BBVA ha caído a la mitad: pasa del 12,2% en septiembre de 2019 al 6,9% en el tercer trimestre de este año. Las provisiones que han tenido que hacer por el menor valor del fondo de comercio y por el aumento esperado de la morosidad explican ese derrumbe. Y esto no va a variar: el Banco de España ya ha advertido de que la morosidad empresarial crecerá el año que viene y los mercados valoran cada vez menos a los bancos. Con este escenario, la gran cartera de préstamos a pymes (muchas del sector turístico) del Sabadell parece más un posible problema que un tesoro.

La operación ha terminado sin acuerdo porque al Sabadell no le ha parecido suficiente el canje ofrecido por el BBVA. Pero cuando las alianzas se hacen entre un pez grande y otro más chico, la fusión se convierte en una absorción. La diferencia de tamaño entre ambas entidades es muy significativa: el BBVA es el triple de grande que el Sabadell, ya que cuenta con 727.014 millones de euros en activos frente a 236.094 millones.

Y la nueva hoja de ruta del Sabadell supone que va a empequeñecer aún más. En su comunicado a la CNMV, Sabadell apunta que quiere desprenderse de TSB, la filial británica por la que pagó 2.300 millones de euros en 2015 y que le ha costado mucho más por los problemas informáticos y de reputación en Reino Unido. Sin embargo, el 'brexit' y, sobre todo, la inexistencia de un acuerdo para la salida de ese país de la Unión Europea, eliminan de entrada el interés de otros bancos europeos por TSB y reduce los posibles compradores. Todo ello hace pensar que, si Sabadell logra vender TSB, será con pérdidas. Ya casi no le quedan más activos tras vender Solvia, su gestora a Amundi... Para mejorar la rentabilidad tiene que ajustar costes-este viernes pactó con los sindicatos recortar 1.800 empleos-.

En cuanto al BBVA, dice no querer incrementar su apuesta por Garanti, pero su consejero delegado, Onur Genç, viene de allí. Es cierto que, hoy en día, este país es problemático, pero el nivel de bancarización de sus 82 millones de habitantes es muy bajo en comparación con mercados maduros como España, lo cual deja mucho margen para desarrollar allí el negocio bancario puro en los años venideros. BBVA podría destinar parte del dinero de la venta de EEUU a recomprar acciones y dar una alegría al accionista, pero eso no es un plan de futuro, ni tampoco quedarse quieto.

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