Psicólogos explican la «bunkerización»: las imágenes de Valencia están muy presentes

Carreteras vacías, comercios cerrados, calles desiertas, encuentros empresariales celebrados por streaming... los malagueños se han quedado este miércoles en casa ante la previsión meteorológica de lluvias torrenciales en la provincia. Y parece que no es una decisión que se ha tomado a partir de que anoche, pasadas las diez y media, sonaran todos los móviles con la alerta procedente de Protección Civil, o después de que se conociera la decisión de la UMA o de los centros docentes de suspender las clases: muchas horas antes, cuando el aviso era naranja y no rojo aún, ya se escuchaban conversaciones en los centros de trabajo y en la calle respecto a la conveniencia de quedarse en casa y las estanterías de los supermercados se iban quedando vacías, síntoma éste inapelable de que la gente hacía acopio para un encierro. ¿Cuál es el proceso mental que ha llevado a tomar esta decisión? SUR ha consultado a tres psicólogos sobre las causas de este comportamiento.

Arturo Lecumberri, psicólogo de la Clínica Universitaria de Navarra, habla de que en primer lugar ha operado el factor de comparación con Valencia: «Nos ha sacado de la rutina; ha sido algo atípico, chocante, dramático y amplificado por el espacio mediático-político», lo que ha llevado a los malagueños, continúa el especialista, a buscar protección ante la previsión meteorológica: «Cuando nos protegemos, tendemos a ser más emocionales que racionales», advierte, y, por eso, habla de que los ciudadanos han buscado «nichos de seguridad» en los que «bunkerizarse». Lecumberri también observa «ciertos ecos de pandemia»: las personas, continúa este psicólogo, buscan referentes en la historia que han vivido, conexiones con su pasado, y ahí es donde entiende él que ésta la explicación de la acumulación de víveres, como se hizo cuando se avecinaba el confinamiento para frenar la expansión de la Covid-19. A estos dos elementos suma un tercero: «Culturalmente, en nuestro país, desde que somos pequeños hemos aprendido y confiamos en que el sistema de protección en España es muy garantista. Pero con la catástrofe de Valencia se ha puesto en tela de juicio esa efectividad, se ha transmitido -con acierto, o no-, ese cuestionamiento, por lo que al final el malagueño ha optado por protegerse a sí mismo». Quizás se duda de la eficacia de los mecanismos de rescate del Estado si alguien se queda tirado en la carretera.

El psicólogo clínico Arun Manshukani aporta más procesos cerebrales que contribuyen a explicar el comportamiento de los malagueños ante esta última alerta meteorológica, que ha sido muy diferente al registrado ante avisos previos, que han llegado hasta a pasar desapercibidos. Y es que lo primero que aclara Arun Manshukani es que en nuestra percepción de la realidad interfieren filtros, heurísticos. Y, en este contexto, el primero que interviene es el de disponibilidad: «Cuanto más presente está una realidad más real y más probable nos parece». Y en los últimos días, ha habido mucha información disponible sobre la cuestión, sobre el peligro de las lluvias torrenciales, que puede ser hasta el más extremo, el fallecimiento. Como apunta también Mariela Checa, Decana del Colegio de Psicología de Andalucía Oriental, los medios de comunicación han estado emitiendo imágenes de Valencia las 24 horas: «Nuestra memoria fotográfica está muy conectada a nuestra memoria emocional; nuestro cerebro procesa más rápido las imágenes que las palabras, y estas imágenes además son muy impactantes». «Nos hemos puesto en la situación de Valencia; el miedo a perder la vida, las pertenencias, es muy poderoso y nos ha llevado a actuar cuanto antes como mecanismo de defensa», abunda Checa.

Y Arun Manshukani coincide con Lecumberri en otra cuestión: el papel del recuerdo de la pandemia. «Hablando ayer con pacientes mucha gente me decía que le recordaba a la pandemia; eso tuvo un impacto durísimo y se está reaccionando de manera muy parecida». De hecho, encuentros empresariales previstos para este miércoles en Málaga se han celebrado por streaming, echando mano de la experiencia acumulada durante los sucesivos estados de alarma. Además, este psicológo clínico aporta otra razón al autoconfinamiento que ha decidido la población de Málaga que tiene que ver con el comportamiento de las autoridades -muchos empresarios han dicho a sus trabajadores que se queden en su casa, muchos establecimientos han cerrado incluso a riesgo de perder dinero-: «La gente con responsabilidades está sobrerreaccionando, porque quizás en Valencia se reaccionó mal y ahora se prefiere pecar por exceso que por defecto». Con ello coincide Checa: «Las autoridades han estado muy pendientes para que no pasara lo mismo que en Valencia». «No estamos en una situación normal, la sensación de indefensión, el miedo, nos lleva a estar alerta. Si esto hubiera sucedido antes de la tragedia de Valencia, habría habido más gente yendo a trabajar que hoy», agrega Arun Manshukani.

Y esto tiene un riesgo, a tenor de las palabras de este psicólogo clínico: y es que si en un periodo de tres o cuatro meses hay alertas de este tenor y termina no materializándose el riesgo del que se advertía, la respuesta ciudadana puede perder este cariz prudente.

¿Málaga habría reaccionado así si hace apenas diez días la provincia no se hubiera visto también gravemente afectada por una dana? Checa dice que sí. Puede que la respuesta no hubiera sido tan emocional. Pero las imágenes de la catástrofe de Valencia se han imprimido ya no sólo en nuestra retina sino también en nuestra memoria colectiva.

• Temas
• Calle Larios
• Málaga (Provincia)
• Málaga
• Valencia (Provincia)
• Valencia (ciudad)
• Lluvia en Málaga