José Manuel Domínguez ha sido propuesto como presidente de la Fundación Unicaja. SUR
Análisis

El pensamiento económico del futuro presidente de la Fundación Unicaja

Didáctico, pragmático y humanista, José Manuel Domínguez ha ofrecido en las páginas de SUR las claves de su manera de entender el análisis y la gestión de la economía, con la mirada puesta en los más desprotegidos

Viernes, 13 de mayo 2022, 00:47

El Mundial de fútbol y Goldman Sachs, las referencias académicas y las anécdotas populares, el rigor analítico y el vuelo literario conviven en los artículos que José Manuel Domínguez, propuesto como presidente de la Fundación Unicaja, ha publicado en SUR durante la última década. ... En esos textos, este catedrático de Hacienda Pública vinculado desde hace más de tres décadas a la entidad financiera malagueña desgrana algunas de las claves de su manera de entender la economía y la gestión. Didáctico y pragmático, sus reflexiones destilan también un profundo compromiso humanista, con la mirada siempre atenta hacia los colectivos sociales más desprotegidos.

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Sucede por ejemplo en una de sus tribunas más recientes, aparecida en uno de los momentos más duros de la pandemia. Así, en 'La importancia del destino del dinero del endeudamiento', Domínguez defiende la estrategia europea para contener los estragos económicos y sociales de la crisis sanitaria a partir de una intervención ambiciosa y profunda en el escenario económico.

«El expresidente del BCE (Mario Draghi) tenía claro que, a fin de evitar que la recesión económica desencadenada se convirtiese en una profunda depresión, la respuesta a la situación debía implicar un aumento significativo de la deuda pública», escribe Domínguez, que añade: «Según Draghi, entra dentro del papel del Estado desplegar su arsenal para proteger a los ciudadanos y a la economía frente a perturbaciones de las que el sector privado no es responsable y que, además, no puede absorber. Ineludiblemente han de elevarse los niveles de deuda pública».

Sigue Domínguez los pasos de Draghi y, en alusión al mandatario italiano, apostilla: «Firme partidario del mantenimiento de los valores en los que se ha cimentado la construcción del proyecto europeo (multilateralismo, solidaridad e imperio de la ley), considera que los gobiernos europeos deben asumir como «imperativo moral» la inversión en educar a los jóvenes, que tendrán que hacer frente a la mayor deuda ahora contraída». De hecho, Domínguez cierra su artículo reivindicando el valor de esa advertencia que, «con toda lógica, propugna la utilización de los recursos públicos buscando el mayor impacto en el beneficio colectivo, teniendo en cuenta la perspectiva intergeneracional».

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Esa mirada atenta de Domínguez hacia los colectivos más vulnerables regresa en un enjundioso artículo publicado a mediados de 2019, donde reflexionaba sobre el auge que en determinadas corrientes económicas empezaba a cobrar la posibilidad de gravar la propiedad de terrenos. Domínguez muestra su distancia hacia los cambios normativos al calor de modas o corrientes de opinión pasajeras y en su defensa no olvida la depuración literaria de su argumento. «De manera un tanto sorprendente, dentro de ese torbellino de recetas fiscales ha hecho acto de presencia una figura con gran pedigrí doctrinal (Adam Smith) y político (Winston Churchill)», escribe Domínguez en 'El resurgimiento del impuesto sobre la tierra'.

El gusto por la precisión

Domínguez cita a Henry George como padre intelectual de esa doctrina para marcar unas primeras distancias con esa corriente. «De entrada, es preciso recordar que, en numerosos países, se utiliza ya el impuesto sobre la propiedad inmobiliaria (en España, el IBI), que grava tanto el valor del suelo como el de la construcción», escribe Domínguez, que analiza los motivos del auge de esa tendencia: «A pesar de esos escollos, una situación de grandes aumentos de los precios de la propiedad inmobiliaria, que beneficia a los propietarios del suelo y condena a las nuevas generaciones a tener que vivir de alquiler, puede dar pie a la reaparición de la doctrina georgista».

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Además, Domínguez recuerda que ese 'impuesto sobre la tierra' afectaría de manera particular «a los actuales propietarios de viviendas que hayan adquirido sus propiedades a precios elevados, que se verían sometidos a una considerable pérdida en la valoración de aquellas, sin que recayera carga efectiva alguna en otros propietarios, ni anteriores ni, en caso de venta, posteriores».

Domínguez mantiene además el pulso de la actualidad en tribunas de opinión donde aborda noticias en apariencia no relacionadas con el ámbito económico, pero con las que tiende sugerentes puentes intelectuales. Sucede con los textos relacionados con la subasta de un 'picasso', la publicación del Informe Pisa o la celebración de la Copa del Mundo de fútbol.

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Así, en 'El valor económico de un Picasso' se asoma a las derivadas que ofrece la venta del lienzo del malagueño 'Les femmes d'Alger' por 179 millones de euros: «Una obra de arte es simultáneamente un bien de consumo duradero, ya que proporciona un disfrute a lo largo del tiempo, y un activo similar a una inversión financiera, representativa de un valor que puede oscilar en el mercado y que puede cederse temporalmente (con unos elevados costes operativos) a cambio de una renta».

Picasso, valor y precio

Sostiene Domínguez que una obra de arte de alta cotización «se asemejarían a los activos financieros». Pero el autor va más allá y esgrime de nuevo su reivindicación humanista para compartir con sus lectores: «Por mi parte (…) no puedo dejar de evocar la pasión con la que, a comienzos de los años setenta, el añorado profesor Agustín Clavijo nos transmitía a los alumnos del Instituto de Martiricos el carácter inabarcable e inconmensurable de las grandes creaciones artísticas. (…) Aunque la vida profesional nos haya llevado por otros derroteros, de alguna manera, tantos años después, permanece viva la huella de aquel magnífico profesor de Historia del Arte».

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Y la vida profesional de Domínguez le ha llevado por el camino de la gestión, pero también por el de la formación financiera, como director del proyecto Edufinet. Esa vocación surca su tribuna 'PISA, educación financiera / y educación básica', donde defiende con claridad meridiana: «Lograr un adecuado nivel de educación financiera reviste una gran trascendencia para la ciudadanía, en general, y para los jóvenes, en particular». De nuevo Domínguez se aleja de los titulares de trazo grueso para matizar los mensajes alarmistas: «A la hora de valorar la situación, no puede pasar desapercibido que la puntuación en España no es significativamente diferente de la observada en países como Francia, Israel, Rusia, Eslovenia y Estados Unidos, ni que es superior a la de Italia».

«Podría sostenerse la tesis -concluye Domínguez- de que el fracaso de un colectivo de estudiantes para superar ese tipo de cuestiones puede obedecer, más que a la falta de conocimientos financieros, a la existencia de un déficit en habilidades básicas como la comprensión de textos escritos, la capacidad de razonamiento o el manejo de nociones de cálculo elemental. De igual manera, la obtención de una buena puntuación puede responder simplemente a la posesión de dichas habilidades. En suma, los resultados del PISA pueden arrojar valiosas pistas, pero no sólo en el terreno de la educación financiera».

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Una visión integral e integradora, didáctica y humanista, desplegada por el previsible presidente de la Fundación Unicaja en las páginas de SUR.

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