Javier Marín es consejero delegado de Singular Bank. Ésta es su última aventura empresarial: compró Self Bank junto al fondo de capital riesgo americano Warburg en una operación millonaria y a partir de ahí ha construido un grupo financiero que mantiene la antigua marca para ... los clientes más activos y que operan un poco por su cuenta y que ha incorporado la división Singular Bank con servicios que se asemejan a la banca privada tradicional. Marín tiene una dilatada carrera como banquero: Dirigió Banif, la banca privada del grupo Santander, y fue consejero delegado de ese gran conglomerado bancario de la mano de Emilio Botín a mediados de la década pasada en los meses más importantes para la reordenación del mapa financiero español y europeo: fue testigo del primer examen del Banco Central Europeo al sector –el pionero stress test– y tuvo que aplicar los sucesivos decretos del entonces ministro de Economía Luis de Guindos. Emilio Botín murió. Y cuando llegó su hija Ana Patricia Botín, salió del banco en un movimiento que generó ruido y tinta. Marín vino de visita a Málaga hace unos días. La oficina de su banco en la capital lleva abierta tres años.
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–Explíquenos: ¿qué es Singular Bank y qué hace en Málaga?
–Es un banco muy orientado al mundo del ahorro, sobre todo de empresarios y ejecutivos. Nosotros tenemos cuentas corrientes, depósitos, valores, renta fija, fondos, inversión inmobiliaria en España y en el extranjero. Pero nos diferencia la manera de hacer las cosas. Siempre digo que la gente no quiere una hipoteca, quiere una casa, y que la gente no quiere tener dinero por tener dinero, así que aquí nos esforzamos por entender para qué quiere el dinero la gente y a partir de ahí ayudamos a nuestros clientes a tener una jubilación tranquila, a que crezca su empresa...
–¿Y cuánto patrimonio gestionan en España y en Málaga?
–No damos cifras ni por oficina ni por región. Ahora mismo gestionamos 14.100 millones de euros en toda España.
–Y la malagueña, dentro de las oficinas que tienen en España, ¿qué lugar ocupa en el ránking?
–Por debajo de donde debería estar. Pero tenemos una oficina importante. Llevamos aquí tres años y tenemos a siete personas trabajando. Nuestra vocación obviamente es el crecimiento. La zona está creciendo extraordinariamente bien. Tenemos mucho que aportar en todo ese segmento de ejecutivos, empresarios y demás de este área.
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–Así que son sólo grandes patrimonios los que gestionan...
–Nosotros tenemos dos modelos, uno básico y otro más ligado a lo que tradicionalmente se llama banca privada. Podemos hacer un símil con el mundo del automóvil: hay gente que conduce su coche porque no puede permitirse un chófer, pero también hay quien conduce su Ferrari, y luego hay personas que sí tienen chófer. Esos son nuestros dos mundos, representados por nuestras dos marcas: Singular Bank, que es más banca privada, y Self Bank, que es para gente que, al margen del dinero que invierta, está más involucrada en su gestión y toma sus propias decisiones.
–¿Cómo invierte el cliente de Singular Bank?, ¿cómo están repartidos esos 14.100 millones de euros bajo gestión?
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–Una parte muy importante se encuentra en fondos de inversión, algo menos de un 15% son productos nuestros –tenemos un esquema de arquitectura abierta, así que tenemos nuestros propios productos, pero también buscamos los mejores fondos del mercado–. Así que sí, mayoritariamente estamos en fondos de inversión. A continuación, hay una parte no menor –alrededor de 1.400 millones– en depósitos y cuentas corrientes, especialmente tras las subidas de los tipos de interés. Y damos crédito también, obviamente, aunque queremos crecer más. Y el resto está en renta variable y fija directas –acciones y bonos–, o en fondos de pensiones.
–Ahora tenemos bajadas de tipos, crecimiento económico, pero los precios de los activos están en máximos. ¿Cuál ha de ser la estrategia de inversión?
–Nosotros estamos en una posición un poco prudente. Acabamos de tener elecciones en Estados Unidos y tenemos que ver cuál es la política que adopta Trump en relación con los aranceles, porque ello puede suponer, por un lado, un menor crecimiento, especialmente en Europa. También puede implicar, a nivel mundial, una ralentización en las bajadas de los tipos de interés, como consecuencia de una mayor inflación, o una inflación más resiliente, que baja menos de lo previsto. Así, en renta fija, primamos las duraciones medias (vencimientos de dos o tres años); y en renta variable, más el mercado americano que el europeo, por la divergencia que se ha producido en términos de crecimiento y que va a continuar, especialmente ahora con Trump, con su 'Make America Great Again', el proteccionismo y la bajada de los impuestos para las empresas. También estamos bastante fuera de China, pero sí nos gustan otros países asiáticos, como Japón, Indonesia, Filipinas, Malasia o India.
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–¿Y conviene invertir en 'ladrillo' o ya está muy sobrecalentado?
–El 'ladrillo' tiene muchos colores en función de la zona o en función de si hablamos de residencial, logística, comercial y demás. En términos generales, el 'ladrillo' hay que mirarlo siempre teniendo en cuenta la demografía. Lugares como Madrid o Málaga registran crecimiento de la población y tienen población joven por el dinamismo de su economía. En esas zonas yo no veo que nada pare: tienen un déficit impresionante de vivienda. Y la bajada de los tipos de interés va a dar todavía más soporte a los precios. Es verdad que no creo que sigamos viendo las tasas de crecimiento de los últimos años, pero veo al mercado bastante resistente.
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–Pero la carestía de la vivienda y los altos precios están provocando un gran descontento social...
–Lo que hace falta, en lugar de poner medidas que afectan a la demanda, es ponerlas en lo que afecta a la oferta. ¿En qué sentido? Lo que hace falta es más suelo y acortar los trámites burocráticos. Y no sólo construir viviendas, sino también infraestructuras para que las ciudades puedan expandirse. No tiene sentido empezar a hacer un desarrollo a 30 kilómetros de Málaga y que se tarde hora y media desde ahí en coche o que no haya transporte público. En Madrid, por ejemplo, hace falta mucha vivienda, pero Toledo o Guadalajara están a 20 minutos en AVE y yo tengo una persona que vive en Valladolid, adonde se llega en 45 minutos. Pero sí, sin duda ninguna nos hace falta que la vivienda sea más asequible y la manera de que sea así es que haya más oferta.
–Cuando se habla de esto siempre recuerdo que en 2008 se construían 800.000 viviendas al año en España y el precio seguía subiendo... Igual es que el de la vivienda no es un mercado normal.
–Bueno, es que la situación ha cambiado un poco desde entonces. Hasta 2008 hubo un esquema de promoción indiscriminada. Ahora faltan viviendas en unas zonas y sobran en otras. En este momento el problema es de ajuste de oferta y demanda en zonas concretas. Y hay que acompañar a la demanda en zonas muy punteras como Madrid, Málaga o Valencia.
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–Como tienen oficinas en toda España, me gustaría saber si hay algo de singular en el inversor malagueño.
–En términos generales, el inversor español es muy conservador. Es más, diría que casi demasiado conservador, lo que va unido a la falta de cultura financiera que tenemos en este país. Es un inversor también muy de 'ladrillo', lo cual tampoco es malo, porque cuando uno termina de pagar la hipoteca, tiene un ahorro. Quizá aquí en Málaga lo que hay es una comunidad empresarial más importante que en otras zonas. Por ejemplo, Madrid tiene mucho cliente ejecutivo de gran empresa, de multinacional, o funcionarios. Aquí en Málaga lo que hay es más empresario de empresas medianas, pequeñas, que invierte mucho en su propia compañía y busca acompañamiento.
–Respecto a la economía española, hasta Financial Times ha destacado su crecimiento, que está a la par con el de EE UU. ¿A qué lo atribuye?
–Yo creo que nos ha sorprendido a todos la resistencia que ha mostrado la economía española. Pero hay una clave muy importante, que es el turismo, que ha apoyado mucho. Además, se ha diversificado nuestro modelo exportador y ha crecido el peso de las ventas al exterior. España además tiene una clase empresarial que se ha buscado la vida con más cintura y creatividad que la que tienen en Centroeuropa.
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–Usted también es empresario. Compró Self Bank y a partir de ahí construyó Singular Bank.
–Sí, empezamos comprando Self Bank, que era un banco, pero que realmente operaba como un broker online. A partir de ahí hemos desarrollado Singular Bank, aunque manteniendo esa parte para el mundo más digital.
–¿Y cómo es gestionar uno de los mayores bancos del mundo, el Santander, justo cuando se reordenaba el sector tras la crisis?
–Cada día tenía su afán. Había que enfocar a todo el mundo, conseguir que un banco con 189.000 empleados en lugar de tener 189.000 funcionarios tuviera 189.000 empresarios. Tenía que delegar, apoyarme en la gente, y tener conciencia de cuáles eran nuestros objetivos y hacia dónde teníamos que ir. Pero el Banco Santander tenía una ventaja frente a otros bancos: la cultura y el liderazgo de Emilio Botín, que diversificó el grupo desde el año 1995 hasta 2014 entre mercados maduros y emergentes y con diferentes divisas. Así que se podía tener un ciclo malo en un sitio, pero en otros la situación acompañaba. Eso hacía que gestionar el banco fuera un poco más fácil.
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–Ahora los bancos están consiguiendo beneficios récord. Y eso en un contexto en el que el ahorro de los agentes económicos está en máximos, pero no así las deudas, que es donde el sector hace el dinero.
–Que la gente ahorre pero no consuma o invierta es malísimo para el país. Aunque es algo que va unido a la situación demográfica: vivimos en un país con una demografía mala y lo único que nos salva por ahora es la inmigración. Eso es lo que ha provocado que a partir de la crisis el sector público haya elevado su endeudamiento y el sector privado lo haya reducido. La banca, sí, está en beneficio récord, pero en rentabilidad sobre el capital todavía estamos muy lejos de donde estuvimos. No hay que ver sólo la cifra absoluta, sino que hay que ver el retorno, lo que llega a los accionistas. Además, por ejemplo en el Santander el peso de España es muy limitado, igual que en BBVA, que hace la mitad de sus ingresos en México.
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