Durante décadas Medel fue «don Braulio», el hombre a cuyo paso se abría cualquier puerta. Lo tuvo todo. Pero quien fuera uno de los hombres más poderosos de Andalucía anuncia ahora su retirada, acorralado por una sucesión de escándalos que han horadado su reputación ... hasta cotas insospechadas hace sólo unos años. Analizar su caída, desde los dorados noventa hasta el fondo de un pozo que ya apenas permitía margen de maniobra después de que el propio Gobierno denunciara tener «serias dudas» sobre su «honorabilidad comercial y profesional», obliga a desenredar una madeja que acumula más de cuatro décadas de gestión, polémicas remuneraciones y una opacidad casi siempre aceptada por el poder político.
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Conviene hacer memoria para regresar a 2013, cuando la crisis financiera amenazaba con hacer saltar por los aires el sistema bancario español, que necesitaba rearmarse e inició un proceso de concentración. La ley ordenó entonces que las cajas se transformaran en fundaciones que podían mantener su obra social y participar en entidades bancarias. Así se produjo la división entre Unicaja Banco, que asumió el negocio financiero, y la Fundación Bancaria Unicaja, encargada de la obra social. Medel, que llevaba al frente de la caja desde 1991, pilotó ambas instituciones hasta 2016, cuando agotó el plazo que la ley ofrecía para simultanear la presidencia de la fundación y el banco.
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El economista pasó entonces a presidir la Fundación Bancaria Unicaja, aunque con el plan de no perder del todo el control sobre Unicaja Banco, de la que la Fundación era y sigue siendo máxima accionista. Su gestión había estado marcada por un conservadurismo que la crisis del ladrillo demostró inteligente, aunque también por una desmesurada influencia de la política sobre sus consejos de administración, integrados por miembros que a menudo carecían de conocimientos del sector financiero y cuyo único mérito aparente era la pertenencia, casi siempre histórica, a un partido. Y de cualquier sigla posible, porque Medel supo atraer a todas las fuerzas representadas en la Junta hasta convertir los principales órganos de Unicaja en un espejo del propio Parlamento.
Así, rodeado de altos cargos afines, aunque fuera a costa de evitar profesionalizar sus equipos, Medel blindó su presidencia y despejó el camino de posibles obstáculos. Pero la caja de los truenos estaba a punto abrirse. La filtración de las inspecciones del Banco de España, que concluían que no era posible determinar la legalidad de las remuneraciones recibidas por Medel en consejos de administración de otras empresas, arrojó las primeras sombras sobre una trayectoria que parecía impecable. Pero la normativa, según los propios inspectores, impedía que los presidentes de las cajas de ahorro desempeñasen cualquier otra actividad retribuida, salvo en representación de la entidad, en cuyo caso el importe recibido debería haber sido ingresado en las cuentas de la caja.
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Aquella inspección acumuló polvo en los cajones de la Junta de Andalucía durante más de una década, coincidiendo con el ascenso en el banco de Filippo Faraguna, concuñado de José Antonio Griñán, por entonces consejero de Economía y Hacienda y posterior presidente del Gobierno autonómico. Pero aún quedaban polémicas por destapar; ya como presidente de la Fundación, en 2017, Medel negoció en secreto la venta de Unicaja Banco al Santander, operación que incluía un sillón en el consejo del grupo cántabro y que habría supuesto la absorción de la entidad malagueña. La filtración de la noticia, la cascada de protestas e incluso dimisiones de patronos y el anuncio de la salida de Unicaja a Bolsa, que revalorizaba el banco, frustraron la venta.
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Alejados los fantasmas de la absorción por el Santander, Unicaja finalmente se fusionó con Liberbank en una operación que permitía mantener su nombre y su sede social en Málaga al tener mayor envergadura que el banco asturiano. Pero la posición de los cuatro representantes de la Fundación Unicaja en el consejo de administración del nuevo banco, simbolizada en la relación de confianza entre Medel y Manuel Menéndez, exCEO de Liberbank, ha alterado la ecuación de canje acordada en la fusión hasta conceder más poder en la práctica al bloque asturiano.
Políticos, sindicatos y medios llevan meses denunciando esta situación, una presión que Medel, poco acostumbrado a que cuestionen sus decisiones, achaca a una campaña orquestada en la sombra. Por eso decidió atornillarse en la presidencia de la Fundación incluso después de que el Gobierno exigiese un informe sobre su idoneidad. Pero tras aquella carta demoledora del Ministerio de Asuntos Económicos, la última gota que ha colmado un vaso que tal vez por soberbia nunca vio llenarse, a Medel no le quedaban muchas opciones. Casi ninguna. Ahora anuncia su retirada un Jueves Santo, como aquella vez que convocó un Patronato en pleno día de Navidad. Porque «don Braulio» conoce todos los trucos posibles, aunque desde hace tiempo bajo su chistera antes infalible asomen las costuras.
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