Asufin alerta del riesgo de endeudamiento e intereses abusivos de las tarjetas híbridas de débito y crédito

La asociación de usuarios financieros denuncia que llevan a la confusión y a que los usuarios incurran «en la contratación de crédito costoso», ya que la TAE puede alcanzar cifras cercanas al 20%

Lunes, 21 de febrero 2022, 18:43

¿Tarjeta de crédito o de débito? Esa era la cuestión hasta hace poco. El cliente elegía si pagar directamente desde la cuenta corriente (débito) o hacerlo más adelante (a crédito). Con el endurecimiento de las condiciones y la subida de las comisiones por parte de los bancos, algunas entidades están obligando a los clientes a una revisión de los productos contratados para esquivar o minimizar su impacto. En algunos casos, la contratación de una tarjeta de crédito con un número mínimo de pagos mensuales y con el cargo de las compras a la semana siguiente sin intereses es una de las fórmulas.

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La principal diferencia entre las tarjetas de débito y crédito es que cuando se realiza un pago con las primeras, se carga en la cuenta del cliente inmediatamente, mientras que en las de crédito se descuenta de forma aplazada según la modalidad de pago. Las tarjetas híbridas aúnan en un solo plástico las funcionalidades de estas dos tipologías.

Sin embargo, la asociación de usuarios financieros Asufin ha denunciado que la contratación de este modelo de pago, que funcionan como un híbrido entre los plásticos de débito y los de crédito (y con características similares a las 'revolving') lleva a la confusión y a que los usuarios incurran a veces «en la contratación de crédito innecesario y costoso», ya que la TAE puede alcanzar cifras cercanas al 20%.

Estas tarjetas, también llamadas de crédito diferido, imitan el sistema 'compra ahora y paga después' que, según advierten desde la asociación de usuarios financieros, «invita al sobreendeudamiento». Actualmente, están en el radar de la futura directiva de crédito al consumo, por lo que Asufin ha hecho llegar a la organización de consumidores europea (BEUC) y a Finance Watch un documento con propuestas dirigidas a la Comisión Europea para regular estas tarjetas en dicha directiva.

En concreto, la asociación ha reclamado que la nueva norma obligue expresamente a las entidades a ofrecer una tarjeta de débito convencional, que compita en igualdad de condiciones con este tipo de tarjetas y que el coste de mantenimiento no represente un factor disuasorio.

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Desde Asufin explican que la principal diferencia con una tarjeta de crédito convencional radica en que en las tradicionales el cargo se liquida a final de mes y sin intereses añadidos. En cambio, con estos nuevos medios de pago los intereses se cobran en el momento en que se decide aplazar el pago de una determinada compra, es decir, más allá de las 48 horas en las que se difiere el pago. Por ejemplo, una compra de 1.000 euros se anotará en la cuenta pasadas 48 horas, sin cargo adicional. Pero si se decide aplazar el pago a más de tres meses, ya cobrarían intereses, con independencia de la cuantía: 300 euros, 500 ó 1.000 euros, sin importar la cantidad.

El mecanismo es el siguiente: si la compra se realiza hoy, el cargo se apuntará en la cuenta bancaria una vez pasadas las 48 horas desde el momento del pago con la tarjeta. Pero, si el usuario decide activar la opción de pagar a plazos, entonces es cuando se añaden intereses, que en algunos casos pueden llegar a ser desproporcionados y cercanos a los que se aplican con una 'revolving'.

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En esta misma línea se ha pronunciado el Banco de España, que ha advertido también de que no todas las tarjetas híbridas permiten modificar libremente la forma de pago; también de que hay que atender a la modalidad que se emite por defecto antes de utilizarla; ver la forma de pago antes de usarla para financiar aquellas compras y pagar intereses solo en los casos deseados, y asegurarse bien de la comisión que habrá que pagar por el uso de la tarjeta y de la diferencia que puede haber entre su uso a débito o a crédito.

Para prevenir el fraude, el organismo regulador recomienda adecuar los límites de crédito a las necesidades y controlar el saldo de la cuenta sobre la que se carga el débito, así como revisar ambos, límites y saldo, frecuentemente.

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