La Bolsa: una meta y un comienzo para Unicaja

La entidad corona con la salida a Bolsa la hazaña de seguir viva e independiente tras el baile de fusiones. Mantener su autonomía y su arraigo en la ciudad debe seguir siendo una prioridad

Nuria Triguero

Domingo, 26 de marzo 2017, 00:33

No ha pasado tanto tiempo en realidad. Poco más de un cuarto de siglo desde aquel año 1991, cuando las cajas de Ronda, Antequera, Málaga, Cádiz y Almería consiguieron vencer los poderosos recelos localistas y unir fuerzas para dar lugar a la primera gran integración de cajas de España. En el momento del nacimiento de Unicaja, su presidente, Braulio Medel, tenía preparada una frase para la posteridad: «No se termina nada, sino que empieza algo». Una reflexión que bien podría aplicarse al hito que próximamente quiere protagonizar la entidad malagueña.

Publicidad

La salida a Bolsa es, a la vez, una meta y un comienzo para Unicaja Banco. En primer lugar, supone la culminación de una trayectoria corta al menos en comparación con los históricos de la banca española pero brillante que ha llevado a cinco modestas cajas de ámbito comarcal o provincial a convertirse en la octava entidad financiera española por volumen de activos. El camino no ha sido fácil, sobre todo en los últimos años: que se lo digan a Cajasol, Caja Granada o Cajasur, por mencionar sólo las cajas andaluzas que se vieron abocadas a perder su autonomía y ser absorbidas por otras entidades. De hecho Unicaja, junto a La Caixa, Ibercaja y Kutxa, fueron las cuatro únicas cajas supervivientes de la tormenta financiera y el consecuente baile de fusiones y adquisiciones desatado en España. Prudencia y solvencia, dos cualidades que no estaban precisamente de moda en los años de bonanza económica, conformaron el binomio que no sólo salvó a la entidad malagueña de ser comida, sino que le permitió comer. Con la absorción de Caja España-Duero consiguió duplicar su tamaño y diversificar territorialmente su negocio, trascendiendo del ámbito andaluz.

Saliendo a Bolsa, Unicaja Banco confirmará su ascenso a primera división del sector financiero español. Para estar a la altura lleva preparándose concienzudamente más de un año: ha adaptado sus órganos de poder, su política de transparencia y sus normas de gobernanza a los niveles de exigencia que rigen para las sociedades cotizadas. Hay que recordar en este punto que el salto al parqué de Unicaja no sólo responde a una voluntad de estar entre los mejores de la clase o a un genérico deseo de crecer. Tiene tres motivaciones muy concretas: conseguir el dinero necesario para devolver los 604 millones de euros que prestó el Estado a su filial CEISS; cumplir el compromiso adquirido con los antiguos preferentistas de la entidad castellanoleonesa de ofrecerles una vía para recuperar sus ahorros; y empezar a reducir el porcentaje de participación de su principal accionista, la Fundación Bancaria Unicaja (que ahora tiene el 90% del capital), para así cumplir con la Ley de Cajas. Y por supuesto, cara al futuro estar en Bolsa le facilitará la tarea de ganar tamaño, indispensable para garantizarse un lugar en un entorno cada vez más globalizado, complejo y competitivo.

Sobrados motivos asisten, pues, a la entidad malagueña para afrontar con ilusión y empeño este reto. Para Málaga, el salto de Unicaja Banco a los parqués también es un hito con alto valor simbólico: será la primera empresa malagueña que cotice en Bolsa. Y no una empresa cualquiera, sino un banco. Se unirá así al exclusivo club de ciudades Madrid, Barcelona, Sabadell, Santander, Bilbao que son domicilio social de una entidad financiera cotizada. Esto no es importante sólo por una cuestión de orgullo, ni por el empleo que generan sus oficinas centrales. El hecho de que el poder de decisión de una entidad financiera se mantenga en la ciudad importa, y mucho. Sobre todo si hablamos de la capital de una provincia con el dinamismo empresarial que tiene Málaga, y con la consiguiente necesidad de apoyo financiero para inversiones productivas. No olvidemos además que Unicaja no es un banco normal, sino un banco heredero de una caja de ahorros, con una Obra Social que destina cada año al menos 20 millones de euros a financiar proyectos sociales, educativos, culturales y deportivos.

Mantener la independencia de Unicaja Banco y su arraigo en Málaga debe seguir siendo una prioridad en esta nueva etapa. Para nadie es un secreto la voracidad de las entidades de mayor tamaño, y tampoco que la malagueña viene sonando entre las piezas más apetecibles del tablero financiero español. La Fundación Bancaria, como accionista mayoritaria y heredera del espíritu de la caja, es la que tiene la responsabilidad de tomar las decisiones correctas para que dicho objetivo se cumpla. Esa responsabilidad es inmediata, puesto que tiene la potestad de dar luz verde definitiva a la salida a Bolsa; pero también a largo plazo, pues sabiendo que tiene la obligación de reducir su participación en la entidad por debajo del porcentaje de control (50%) a lo largo de los próximos años, debe ser capaz de encontrar la manera de garantizar que entre quien entre en el accionariado del banco, éste mantenga su proyecto autónomo.

Publicidad

Al frente de la Fundación Bancaria Unicaja está Braulio Medel, que dando luz verde a la salida a Bolsa podrá poner su sello a una operación que él mismo concibió e impulsó cuando era presidente del banco.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad