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m. sáiz-pardo
Sábado, 30 de abril 2016, 00:35
La UDEF solo pudo pinchar los teléfonos de los responsables de Ausbanc durante cuatro meses porque la investigación tuvo que cerrarse precipitadamente por las filtraciones, pero esas escuchas dan buena cuenta de que la trama chantajista tejida por el presidente de la asociación, Luis Pineda, era una mafia con capacidad de someter a extorsiones a buena parte del sistema bancario. El juez de la operación Nelson, Santiago Pedraz, evita dar los nombres de todos los bancos y entidades que indiciariamente cedieron a las coacciones de Ausbanc pero, en el auto contra ocho de los subordinados de Pineda, incluida su mujer, sí adelanta algunos. Bancos y empresas, según el magistrado, que, a través de la publicidad, se convertían en «entidades colaboradoras» o «entidades amigas» que pasaban a ser en «cierto modo intocables», como el Banco de Santander o la Caja Rural del Sur.
Trato exquisito para los «amigos» y «hostias» para las entidades o empresas que supuestamente se negaban a pasar por el aro o con las que Ausbanc había tenido desencuentros en los tribunales. Pieza clave en ese entramado chantajista a cuenta de informaciones manipuladas para desprestigiar a los díscolos al chantaje era, explica Pedraz, el director de publicaciones de Ausbanc, Luis María Suárez Jordana, «encargado de publicar noticias a favor o en contra de determinadas entidades según decidía Luis Pineda». Una llamada intervenida el 12 de diciembre de 2015 entre ambos da buena cuenta de cómo operaba la red. En esa conversación «Pineda ordenó a Suárez que preparara una noticia breve, pero una hostia para Francisco González (presidente del BBVA), presumiblemente como consecuencia de perder una demanda contra el banco», relata el magistrado de la Audiencia Nacional. Otro pinchazo de noviembre revela las órdenes del capo de la trama para que en su diario digital Mercado de Dinero de inmediato publicara una «noticia negativa» sobre Air Europa.
La misma diligencia que se tomaba la cúpula de Ausbanc para intentar crucificar a las entidades que se negaban a colaborar con ellos o con las que mantenían pleitos,la mostraba para solventar los «errores» cometidos por sus medios, como ocurrió en enero, cuando uno de ellos publicó la victoria judicial sobre la Caja Rural del Sur. «¡No me jodáis con la caja!», fue la airada advertencia de Ángel Garay, adjunto a Pineda, al descubrir que se había arremetido desde su propia red contra una «entidad intocable».
Del mismo modo, aparecen referencias a las comunicaciones que la secretaria y mujer de confianza de Pineda mantuvo en febrero con varios directivos del Banco Sabadell, supuestamente para el pago de tres millones de euros a cambio de que Manos Limpias, convertida en un satélite de Ausbanc, retirara la acusación contra la infanta Cristina en el caso Nóos. No solo hay bancos. El juez también revela el más que probable plan de Pineda de llevar su extorsión a Volkswagen a cuenta del escándalo por las emisiones manipuladas de CO2.
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