![Tomate Huevo de Toro: La semilla original protegida](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2025/02/12/198864224.jpg)
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El Tomate Huevo de Toro, una variedad tradicional cultivada en el Valle del Guadalhorce, ha encontrado en los últimos años un fuerte impulso gracias a ... un proyecto centrado en su protección y valorización. Esta iniciativa, que involucra a agricultores, asociaciones locales y la comunidad científica, se basa en el concepto de «Material Heterogéneo Ecológico» (MHE). Miguel Ángel Quesada Felice, catedrático del Departamento de Botánica y Fisiología de la Universidad de Málaga, explica que esta normativa europea permite proteger y certificar semillas sin necesidad de registros estrictos de variedad. «Era fundamental encontrar un marco normativo que protegiera este patrimonio genético y lo vinculara al territorio», comenta Quesada. La meta es preservar la diversidad de las semillas y evitar su uso fuera de la zona sin autorización, garantizando así la identidad del producto.
Durante años, este tomate fue cultivado solo para consumo personal, ya que presentaba dificultades para su comercialización en cadenas de distribución. Con un peso que puede superar el kilo, una textura carnosa y una piel delicada, su vida postcosecha es corta, lo que lo hacía poco atractivo para la venta en grandes superficies. Sin embargo, agricultores del Valle de Guadalhorce, como la familia Villa, comenzaron a conservar estas semillas y a cultivarlas en pequeñas parcelas. Desde 2012, este tomate ha ganado protagonismo en el mercado local gracias a su excepcional calidad organoléptica. «Los consumidores han sabido valorar lo que antes era un defecto: su frescura y sabor únicos», destaca el catedrático.
La clave del proyecto radica en la producción colectiva de semillas heterogéneas, un proceso en el que los propios agricultores desempeñan un papel esencial. Cada familia ha mantenido sus propias líneas de semillas durante generaciones, eligiendo cuidadosamente las mejores plantas para conservarlas. Actualmente, se han identificado catorce fuentes distintas de semillas que serán cultivadas simultáneamente en las fincas locales. El objetivo es obtener un material heterogéneo que mantenga la diversidad genética propia del tomate Huevo de Toro, que según afirma Miguel Ángel Quesada no es una única línea de semillas, sino un conjunto que refleja «la riqueza genética conservada» por los agricultores.
El proyecto también aborda la implementación de técnicas agroecológicas para mejorar el manejo de las semillas y los cultivos. Una de estas medidas es el tratamiento térmico de las semillas para reducir la presencia de patógenos, lo que minimiza riesgos sanitarios en el vivero y en el campo. Además, se están introduciendo bandas florales entre las líneas de cultivo para favorecer la biodiversidad y controlar plagas de forma natural. «Las flores seleccionadas atraen insectos beneficiosos que pueden disminuir la propagación de virus en las plantas», relata. Estas estrategias, basadas en el uso sostenible de los recursos naturales, son esenciales para reducir la dependencia de insumos químicos.
A pesar de los avances, el proyecto ha enfrentado diversas dificultades, especialmente relacionadas con la financiación y los plazos administrativos. La normativa que regula la producción de material heterogéneo se aprobó en España en 2021, pero la convocatoria del grupo operativo no se resolvió hasta 2022, lo que retrasó la ejecución del plan. «Hemos tenido que reorganizar el cronograma y reducir el tiempo del proyecto de dos años a 16 meses», según cuenta el propio investigador del proyectos, que a su vez ha ensalzado este ajuste, que ha sido especialmente complicado para los agricultores, que necesitan disponer de fondos para contratar personal y mantener sus explotaciones. Aun así, el proyecto sigue en marcha, con personal contratado y las semillas listas para su evaluación.
De cara al futuro, el proyecto busca ampliar sus beneficios mediante nuevas investigaciones. En paralelo al cultivo del tomate, se están evaluando otras aplicaciones de las bandas florales, que podrían beneficiar a diferentes cultivos del valle. Además, se trabaja en la mejora de técnicas para el control de enfermedades en sistemas ecológicos. Estas innovaciones, una vez consolidadas, podrían ser replicadas en otras regiones, fortaleciendo la transición agroecológica en distintos contextos.
«Estamos desarrollando un modelo que no solo preserva la biodiversidad, sino que también impulsa la economía local de forma sostenible», concluye Quesada. Este esfuerzo conjunto pone en valor el legado de generaciones de agricultores que han sabido proteger su patrimonio agrícola frente a los desafíos del tiempo buscando potenciar el valor de lo propio de cara al futuro que se presenta.
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