Opinión

El siglo de oro de Mestanza

Jueves, 12 de diciembre 2024, 01:00

Hace un siglo que José y María, un matrimonio humilde de apellido Mestanza, desembarcaron en una tierra baldía en la ribera del Bajo Guadalhorce. El cauce variable del río hizo que los Larios, propietarios de aquella finca, quisieran deshacerse de ella.

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Primero se la alquilaron ... a los Mestanza, pero años más tarde se la terminaron vendiendo. Desde 1924 hasta la década de los años sesenta fueron años muy duros para aquel matrimonio que compartía apellido, pero también la fe ciega en aquellos terrenos que nadie quería, por estar amenazados constantemente por las crecidas del Guadalhorce.

José y María llegaron con nueve hijos -y uno en camino- y se enfrentaron a lo imposible para convertir aquello en un auténtico vergel.

Ahora allí prácticamente hay sólo cítricos. Un bosque de azahar que soporta las puntuales crecidas del Guadalhorce, como ocurrió hace tan sólo unas semanas.

Antes que naranjos, limoneros o mandarinos, las distintas generaciones de los Mestanza han cultivado allí caña de azúcar, remolacha, patatas o alcachofas. Mientras tanto, han pasado de una choza a una barriada.

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Vega Mestanza, al igual que el pensamiento y la cultura de este país, ha vivido un 'siglo de oro'. Donde no había nada han creado un pulmón verde e incluso una esponja para hacer frente a las crecidas del río.

Hoy todo ese legado está a punto de desaparecer. Después de muchos años de lucha, el pasado 5 de noviembre llegó un mazazo en forma de publicación en el BOJA. Con la frialdad de un lenguaje administrativo, se anunció el inicio de los trámites del expediente para la expropiación forzosa de estos terrenos agrícolas para levantar la Estación Depuradora de Aguas Residuales Málaga Norte.

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Es el anuncio más temido por los vecinos y agricultores que forman parte del legado Mestanza. Pero, pese al golpe burocrático, la primera línea de resistencia de esta familia no ha tirado aún la toalla. Por algo, su apellido, la barriada y esa espléndida vega de cítricos riman con esperanza.

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