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Cada vez es más común ver platos llenos de colores y formas distintas. La imaginación dentro del mundo culinario no tiene límites, sobre todo, al tratarse de lo que se conoce como alta cocina, donde la innovación y nuevas tendencias van marcando el itinerario de ... los nuevos platos estrella. Consciente de ello, Lola Alcántara, trabajadora social de la Asociación Fundatul, dedicada a crear una estructura de apoyos que permitan la inclusión de las personas con discapacidad en todas y cada una de las actividades de la vida diaria, puso en marcha un proyecto que une las dos cosas: dar oportunidades a este colectivo de personas e innovar en los fogones con la plantación de flores comestibles, que cada vez se integran más en el plato sin ser únicamente un elemento decorativo. La trabajadora de esta asociación se percató en una feria gastronómica cómo no había ningún plato que no incluyese flores comestibles en su interior, por lo que decidió que el próximo proyecto para impulsar la inclusión a llevar a cabo estaría relacionado con esto.
Así, Fundatul comenzó en el mes de enero la creación de su huerto inclusivo en el vivero municipal de Monda, concretamente en una parte inutilizada, que ya ha cobrado vida. Desde hace tres meses 'La diversidad le pone color a tus menús', se ha convertido en una forma de que este colectivo social trabaje de manera independiente mediante la siembra de flores comestibles y frutas. Hace más de una década desde que las flores comestibles se pusieron de moda y, por ello, la asociación optó por esta iniciativa cuya duración es de un año y consiste en que diferentes grupos vayan rotando su paso por el huerto para conocer de cerca la materia prima. «Con la idea de innovar iniciamos este proyecto que, además, sabíamos que iba a tener una fuerte relación con dos grandes pilares de la economía como son la hostelería y la restauración», asegura a SUR Alcántara.
En la plantación de las primeras flores, los jóvenes encargados de llevar el huerto ya lo recibieron con responsabilidad creando un buen ambiente laboral, ya que «este colectivo de discapacidad intelectual se ilusiona muy fácilmente, con mucha puntualidad y creatividad, con lo que se notan sus ganas por hacer cosas porque en su día a día no tienen tantas oportunidades para demostrar sus habilidades», asegura Alcántara.
El proyecto de la asociación perteneciente al tercer sector está apoyado por entidades sociales o la Administración, por lo que en esta ocasión cuentan con el respaldo de la Diputación de Málaga, orientándose a poblaciones con menos de 20.000 habitantes. Los participantes viven el proceso desde que se siembra la semilla hasta que se vende a la hostelería, sintiéndose en todo momento partícipes del proceso completo.
En esta primavera, han nacido los primeros frutos. «Ya estamos consumiendo nuestras propias fresas y recogiendo la hierbabuena, menta, tagete, perejil, albahaca, viola, cebollinos y esperando que otras de las semillas florezcan prontos», enumera Alcántara al preguntarle en qué punto se encuentra este proyecto y cuáles son los próximos pasos a dar. «Estar trabajando día a día en el vivero ayuda a estos jóvenes a desarrollar la disciplina, capacidad personal y profesional y, sobre todo, a ser realmente independientes», asegura la trabajadora social, quien comenta que ahora mismo desde Fundatul están haciendo las gestiones pertinentes para encontrar personas interesadas en comprar estos productos, de forma que los participantes se sientan realizados con su trabajo, ya que «es una forma de que estos chicos vean que su trabajo tiene recompensa, aunque a ellos el dinero no les preocupa», añade Alcántara.
Una vez las plantaciones han dado sus primeros frutos, el equipo de Fundatul marca el horizonte del proyecto en lograr que el vivero sea autosostenible. «Gracias a la ayuda de la Diputación de Málaga, hemos conseguido hacer realidad este vivero pero necesitamos que se convierta en un sistema autosostenible, por eso estamos abiertos a su venta a particulares, restaurantes y todo aquel que tenga interés en nuestros productos», añade la trabajadora de Fundatul. En este sentido, recuerda que las flores comestibles se han convertido en un aspecto estrella de la alta cocina, no solo por sus beneficiosos nutrientes para la salud siendo ricas en fibra y antioxidantes, sino por ser una fuente infinita de vitaminas A, C, riboflavina, niacina, calcio, fósforo, hierro y potasio, entre otras cualidades.
Teniento en cuenta que Fundatul no es una asociación estática, ya que se mueve hacia donde hay necesidad, también incide en que quiere que este proyecto se mantenga en el tiempo. «Estas personas que viven en los pueblos pequeños no tienen apenas recursos, ni formación adaptada a ellos para que puedan aprender a tener una profesión, ya que una vez que acaban la etapa educativa van a sus casas y ahí pueden estar hasta que son mayores, sin haber avanzado», señala la trabajadora social. En este sentido, reitera que hay que crear más iniciativas como esta en el entorno rural.
«Yo siempre procuro inventar iniciativas en esta línea con lo que me ofrece el territorio, de hecho, así surgió este proyecto y el anterior», apunta Alcántara refiriéndose a 'Diversidad Funcional Como Dinamizadora del Turismo Rural', cuyo objetivo fue la inclusión sociolaboral de personas con diversidad funcional que viven en municipios del interior de Málaga a través del aprendizaje de las tareas relacionadas con la dinamización del turismo natural y cultural, y que finalizó con la apertura de un nuevo Punto de Atención Turística gestionado por los propios usuarios de la fundación.
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