Antonio Luque, presidente de Dcoop, en un campo de olivo cerca de la pedanía de Cartaojal. Antonio Guerrero
Entrevista

Antonio Luque: «Será una de las cosechas de aceituna más cortas de la historia»

presidente de Dcoop ·

«Creo que no habrá un problema de desabastecimiento», asegura, aunque da por hecho un aumento de precios

Domingo, 30 de octubre 2022, 00:40

En la vida de Antonio Luque (1958) no hay ningún día que pase sin aceite. «Es lo más recomendable para desayunar», afirma. Cuando habla de este producto, por momentos, lo hace como alguien que describe una medicina natural que promete una vida larga y saludable. ... Los olivos acompañan a Luque desde su infancia, es hijo y nieto de olivareros. El campo sigue siendo para él un refugio al que se obliga a ir. Una compensación a las horas de despacho y viajes que llenan ahora su agenda.

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Luque es el presidente de Dcoop, la cooperativa que lidera la producción de aceite a nivel mundial. En Antequera recibe para abordar la actual situación que vive el sector olivarero, marcado por la sequía y el comienzo de una campaña de recogida de la aceituna que se prevé una de las más cortas de la historia. Asegura que le duele la boca de pedir a los políticos un pacto nacional por el agua.

–¿Cuándo consume por primera vez aceite de oliva al día?

–Antes de las ocho de la mañana, con la tostada. Y, casi todos los días, un poco de aguacate.

–Todo indica que viene una época de estrechez en la producción de aceite. ¿Hay que pensar en pasarse a la mantequilla?

–Una tostado tampoco lleva mucho aceite. Un par de cucharadas y nada más. Además, es lo más recomendable para desayunar.

–¿La campaña de recogida de la aceituna 2022-2023 va a ser tan desastrosa como se prevé?

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–Sí. La verdad es que estamos ante una campaña que va a ser muy complicada. Vamos a tener una de las cosechas más cortas de la historia. No es que el último año haya sido muy seco, es que venimos de varios años muy secos. Eso hace que los acuíferos tengan muy poca agua y que los pantanos y los pozos estén vacíos.

–La Junta estima una producción de 40.000 toneladas de aceite para esta temporada 2022-2023, la segunda más baja en lo que va de siglo. ¿Cree que es una previsión acertada?

–Nosotros coincidimos con la Junta. De hecho, cuando la cosecha es grande, normalmente, la estimación se queda corta. Pero cuando la cosecha es corta, la estimación se va larga. Y ese es el escenario en el que nos movemos ahora.

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–¿Una lluvia abundante en las próximas semanas mitigaría la situación?

–Para el verdeo ya tendría que empezar esta noche. Cuanto antes llueva, mejor. Algo se podría mitigar. Pero ya no pensando solo en la cosecha de este año. El árbol necesita crecer para la producción del año que viene. Como no llueva mucho este otoño e invierno, el drama va a ser mucho más complicado.

–¿Espera estrecheces en los lineales de los supermercados?

–La salida media que hemos tenido la campaña pasada en España ha sido de 138.000 toneladas. Con las estimaciones que tenemos, además del stock de enlace, la salida media en esta campaña tiene que ser de 90.000 y 95.000 toneladas. Por lo tanto, estrecheces va a haber.

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–¿Deberíamos empezar a acumular garrafas de aceite?

–No. Yo eso no se lo aconsejo a nadie. A los consumidores les aconsejo que vayan al día. Creo que no habrá un problema de desabastecimiento.

–¿Habrá un incremento de precio en el aceite de oliva para el consumidor final? 

–Algo tiene que subir, voy a ser claro. Cuando el precio del aceite sube a los niveles en los que ya estamos o vamos a tener en las próximas semanas, el consumo va a caer algo. Si de algo estoy convencido, en todo caso, es de que el precio del aceite va a bajar otra vez. Lo que no sabemos es cuándo.

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–¿El aceite se puede convertir en un objeto de lujo? 

–El consumo medio es un litro por persona y mes. Un litro por persona y mes, que son cinco euros o seis euros… ¿es dinero? Es dinero. Pero con la inflación que hay, no creo que sea el problema más grave que pueda tener el consumidor.

–¿Los mercados extranjeros no pueden compensar la caída de la producción española para evitar una subida de precios?

–Es interesante ver la situación fuera de España para ver cuál es la situación global. Italia está mal, no tiene buena cosecha. Portugal está peor que el año pasado. Grecia sí tiene mejor cosecha. Fuera de Europa, Túnez está algo mejor que el año pasado, pero tampoco tiene una gran cosecha. Sí está bien Turquía y Siria. Turquía va a tener una producción suficiente como para atender a algunos mercados que España va a perder. Turquía, desde luego, va a entrar en el mercado.

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–¿Es algo que le preocupa para el futuro?

–Tenemos que ser conscientes de que vivimos en un mundo cada vez más globalizado. Me preocupa que perdamos el horizonte de que nosotros debemos tener una agricultura eficiente que nos garantice la producción de alimentos. Y me preocupa mucho más el agua y que no haya infraestructuras hidráulicas suficientes como para garantizar las producciones de futuro. Que Turquía pueda entrar un año o Túnez… todo el mundo tiene derecho a vivir.

–¿Dar por hecho que el liderazgo de España en la producción del aceite es para siempre es un error capital?

–Ser el número uno significa trabajar e investigar para seguir siendo el número uno. Y eso lo tiene que hacer el sector español a nivel global. Y Dcoop tiene que capitanear ese trabajo si queremos seguir siendo la primera empresa productora de aceite de oliva del mundo.

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–¿Existe la unión suficiente dentro del sector?

–Deberíamos dar muchos más pasos hacia la unidad. Estoy convencido de que no existe la unidad para dar los pasos que deberíamos dar. Una tema clave es el de la calidad. Todavía hay operadores que practican algunas actividades que no son buenas para el sector. Gente que vende gato por liebre, por decirlo así.

–¿Unidad significa también avanzar hacia más fusiones dentro del sector?

–No. Nosotros éramos muy partidarios de fusiones e integraciones. Vemos, cada vez más, que por ese camino hemos llegado a un cierto límite. Hoy por hoy, la estrategia nuestra es que si viene un grupo de agricultores o una cooperativa que esté muy convencida de trabajar con nosotros, que se incorpore al proyecto. Pero poniendo el dinero que vale incorporarse al proyecto, que cada vez está siendo mayor. Eso no quita que el día de mañana, si hay una empresa que nos complemente, se pueda comprar. Los agricultores siempre estamos dispuestos a estudiar la finca que está lindando con la nuestra.

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–¿La sequía es ahora mismo la principal preocupación?

–Sin lugar a dudas. Pero me he dado cuenta de que en este país hay que empezar a hablar del agua de una manera distinta. ¿Y por qué lo he aprendido? Nosotros tenemos un socio en Estados Unidos que es judío. Vive en Tel-Aviv y he podido tener contacto con agricultores importantes de ahí. Es un país que no tenía agua y empieza a tener agua gracias a la tecnología. Pero esa tecnología ya la tenemos en España. ¿Qué nos falta entonces? Capacidad de gestión del agua a nivel de nuestros políticos. En España hay que volver a hablar otra vez de pantanos y habrá que hablar de trasvases.

–¿Falla la pedagogía?

–Hay gente en Aragón a la que se le inunda la cochera todos los años. Tú no puedes ir ahí y decir que te vas a llevar el agua a Andalucía. Pero a lo mejor hay que ir a Aragón y decir que se va a hacer la infraestructura para que a usted no se le inunde la cochera. Y si ahí hay alguien que necesita el agua, será el primero. Pero si el agua que llevaba demás el caudal del Ebro y que ha acabado en el mar hubiera dado para llenar en siete días el pantano de Iznájar, es que hay mucho recorrido todavía.

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–¿Estamos ante una situación climatológica excepcional o estamos ante un escenario estructural?

–Los últimos años nos han servido para comprobar que el futuro va en esta dirección. Yo estoy convencido de que en 50 años, si no se han hecho las infraestructuras necesarias, el desierto va a avanzar en Andalucía.

–Hace un año exactamente dijo que Andalucía no tendría paro si hubiera agua suficiente ¿Lo mantiene?

–Claro que lo mantengo. Es más, cuando escucho a los políticos decir que lo que puede frenar el crecimiento económico es la sequía, ese pensamiento se consolida. Con una buena gestión del agua en Andalucía no habría paro. La situación social sería mejor y generaríamos los alimentos a un precio más competitivo.

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–¿Qué espera de los políticos?

–Si hay pactos que deben realizar los políticos a nivel nacional, uno de ellos debe pasar por abordar el problema del agua.

–Cualquier infraestructura relativa al agua es una infraestructura que se proyecta muy a largo plazo. La política, sin embargo, se mueve muchas veces por el resultado inmediato. ¿Eso afecta? 

–Que se alargue tanto es algo que no gusta a los políticos. Pero yo siempre digo que los políticos que sean capaces de capitanear esa revolución del agua, serán los que más prestigio se van a garantizar en este siglo.

–Si pudiera elegir una infraestructura a realizar en la provincia de Málaga, ¿cuál sería?

–Tengo que elegir dos. Una para utilizar el agua que en Málaga se está tirando al mar. Eso se podría hacer en cuatro o cinco años. El agua de Torremolinos hasta Estepona. Es que hasta cambiaría el microclima de la parte norte de la provincia. La otra infraestructura imprescindible es la que nos permite aprovechar el agua residual de la Costa Oriental. Garantizaríamos una situación económica boyante para Málaga y mejoraríamos el medioambiente.

–Los costes también se han disparado. La luz, el combustible, los costes fitosanitarios… ¿Es sostenible para el agricultor?

–Estamos viviendo momentos difíciles. Pero creo que esos factores, a diferencia del agua, son coyunturales. Tampoco creo que los costes de producción vayan a bajar al nivel que tenían antes. Y eso significa que los precios de nuestros productos de alimentación se mantendrán más caros. Pero también creo que todo se ajustará y seremos capaces de ordenarlo en el mercado.

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–Y para Dcoop, ¿en qué se concretan exactamente esos incrementos de precios?

–Mandar un contenedor a Estados Unidos nos costaba 2.000 euros. Hoy nos cuesta 10.000 o 11.000. Solo mandar el contenedor. Eso, si encuentras el contenedor. Todo está disparado. Eso hace que tú tengas que subir los precios. Los márgenes nos los hemos comido.

–Dcoop está presente en muchos mercados. ¿Ahora mismo es el momento de abrir nuevos mercados o se trata de consolidar y salvar los muebles?

–Hay que procurar que nuestras ventas bajen lo menos posible. ¿Qué pasa en estos casos? Una parte de nuestro aceite lo vendemos envasado y otra parte a granel. Está claro que en esta situación vamos a perder clientes a granel. Primero están nuestras marcas, después nuestras marcas blancas y, por último, los clientes a granel.

–¿En la Unión Europea se está acertando con las políticas agrarias?

–En la Unión Europea llevan mucho tiempo sin darse una vuelta por el campo. Tengo la sensación de que hay muy buenos profesionales, pero que les falta algo de pragmatismo. Que vivan la realidad de los mercados. Queda trabajo por hacer. Me gustaría que todo el mundo se diera cuenta que del campo no se puede prescindir.

–La PAC ha generado un fuerte rechazo en el sector de la agricultura en Andalucía. ¿Cree que es un rechazo justificado?

–A todos nos ha sorprendido la actuación de este ministro, que siempre ha alardeado de ser andaluz (Luis Planas). Pero que ha estado muy de espalda al sector agrario andaluz. No sé muy bien por qué… Cuando hablamos de redistribuir las ayudas, es posible que haya gente que cobre un poco más. Pero serán muy pocos. En Málaga, concretamente en la comarca de Antequera, el palo va a ser muy gordo. Los agricultores aún no son conscientes. Lo van a notar cuando cobren las ayudas del 2023. A mí me sorprende que este ministro no haya negociado más con las asociaciones agrarias y las cooperativas.

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–¿Está funcionado bien la Ley de la Cadena Alimentaria? 

A mí me parece una auténtica barbaridad porque nos va a llevar a pelearnos entre nosotros. Para no vender a perdidas, hacen falta tres cosas. La primera, que el Ministerio de Agricultura fije el precio para cada sector. ¿Cómo lo fijo yo si tengo a 60.000 agricultores y cada uno con un coste de producción distinto? La segunda cuestión son las importaciones. Si tú fijas un precio y yo puedo ser productor de Marruecos y mandar todo el aceite que yo produzca en España, hay que poner un control en fronteras. Es que si no lo haces, desmantelas tu sistema de producción aquí. Tercer tema. Si sobra algo, ¿qué hago? ¿Tiro lo que tengo porque está prohibido vender por debajo de precio? Yo pierdo, pero más voy a perder tirando el producto. Sin esas tres decisiones, la Ley de la Cadena Alimentaria no funciona. Lo estamos viendo ya en sectores como la leche de cabra o la leche de vaca, donde hay precios altos pero no se están cubriendo los costes.

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