La digitalización se impone en la agricultura para hacerla más eficiente, rentable y sostenible

Pero esta realidad se enfrenta a importantes desafíos, que este jueves se han abordado en el encuentro 'Nuevas tecnologías en el agro: realidad o ficción', organizado por SUR con el patrocinio de Cajamar. Con el periodista Agustín Peláez como moderador, el encuentro ha contado con la participación de Roberto García, director de Desarrollo Sostenible en Grupo Cajamar; Alejandro Teruel, director comercial de Retail y sector Agro de Naecoer; Antonio Manuel Adrián, responsable de Tupl Agro y vicetesorero del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Málaga; y Rosa Gallardo, directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba (UCO).

Todos ellos han coincidido en que la digitalización de la agricultura es un fenómeno imparable, porque el sector agrícola se sigue enfrentando a su reto de siempre, que es abastecer de alimentos a la población, solo que ésta va en aumento (según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, se espera que en el año 2050 se tenga que producir un 70% más de alimentos para 2.300 millones de personas adicionales), contando cada vez con menos espacios disponible para el cultivo y demandando más diversidad de cultivos. «A mediados del siglo pasado, las tecnologías supusieron un gran avance, pero solo atendíamos a producir la mayor cantidad de alimentos. La diferencia con respecto al contexto actual es que, además de producir, nos preocupa cómo lo hacemos. El calentamiento global es una realidad y la agricultura interviene activamente en él, por eso esa transformación tecnológica tiene que contribuir a reducir los gases de efecto invernadero que produce», ha alertado Roberto García.

Uno de los mayores hándicap en este proceso, tal y como han expuesto los ponentes, es romper la barrera generacional. «Actualmente, el 40% de los agricultores en Europa tiene más de 60 años», ha apostillado el directivo de Cajamar. «Muchos de ellos pueden dudar de tecnologías incipientes en un momento dado o no tener acceso a las mejores del mercado», ha expuesto el directivo de Cajamar. Por eso, han incidido en la necesidad de proporcionarle información «certera y fiable» y asesoramiento para avanzar en este camino. «Somos un elemento más de este ecosistema, que tiene que acompañar al agricultor en esta evolución hacia la transformación digital. Y para eso, tenemos que darle una información clara que le permita tomar buenas decisiones. Nuestro reto es compartir datos de calidad, de ahí la enorme importancia de la conectividad en el ámbito rural», ha expuesto Rosa Gallardo.

A este asunto se ha referido también Alejandro Teruel, director comercial de Retail y sector Agro de Naecoer, dado que las soluciones que aporta a los cultivos la patente desarrollada por esta compañía malagueña no ha estado exenta de reticencias iniciales por parte de los agricultores.

Básicamente consiste en la inyección de un gas en un fluido acuoso bombeado a presión que hace que tengan una flotabilidad neutra, sin burbujeo, permitiendo que no suba a la superficie y, por tanto, triplicando los valores de oxígeno del agua a través de millones de nanoburbujas. «Esto contribuye a una mayor oxigenación y pureza del agua y eso es un tesoro para los agricultores, porque aumenta su producción y les permite ahorrar en recursos fitosanitarios», ha explicado Teruel. «De entrada, hablarle de nanoburbujas a un agricultor puede contrariarlo y aunque los más jóvenes están más predispuestos, en general, cuando comprueban que con este sistema aumenta la calidad de su agua y mejoran sus cultivos, entonces la cosa cambia», ha expresado Teruel.

Otro de los desafíos importantes para que el agricultor se rinda a las bondades que le proporcionan las nuevas tecnologías es que la información que reciban sea fiable y la obtengan por canales sencillos. Así lo puesto de manifiesto Antonio Manuel Adrián, responsable de Tulp, una empresa malagueña que ha desarrollado un software para el control y seguimiento de los cultivos y que el agricultor puede conocer vía whatsapp. «A través de este canal puede estar informado de factores tan relevantes para su explotación como pueden ser las alertas agronómicas, que establecemos a partir de la información que obtenemos de datos satelitales, estaciones climáticas y el conocimiento experto de ingenieros agrícolas de la zona que nos mantienen al tanto de las principales problemáticas», ha indicado. Así, recibe notificaciones sobre la previsión climatológica en la zona y sus posibles efectos, el índice de humedad, si es buen momento para realizar un tratamiento, si hay amenaza de una plaga o enfermedad y cómo abordarla. «Actualmente, trabajamos con olivar, cítricos y cereales, y ya contamos con dos centenares de agricultores que utilizan este servicio», ha precisado.

Aunque se han dado pasos importantes, «queda camino por recorrer», ha asegurado la directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba (UCO), institución volcada en la formación de profesionales que acompañen a los agricultores en este «tránsito». «Era necesario incorporar las competencias y la capacitación necesaria para poder emplear esa tecnología disponible y así fue como se empezó a impartir hace cinco años un máster en transformación digital del sector agroalimentario y forestal en colaboración con empresas. Nació para formar a profesionales con el objetivo de que tuvieran un conocimiento profundo del sector, pero que incorporasen también las competencias digitales necesarias para acompañar al agricultor y dar respuesta a lo que el sector demandaba en ese momento». En su opinión, «nadie puede quedarse atrás en este proceso» y ha advertido del papel clave de las cooperativas para que la digitalización llegue a todos.

Pero aunque queda camino por recorrer, todos han coincidido que la agricultura española es un «referente mundial y Andalucía y el Levante español, sus exponentes máximos», ha calificado Roberto García, quien se ha puesto como ejemplos los cultivos subtropicales de la zona de Málaga y Granada, y de frutos rojos en Huelva. «Ahora solo nos hace falta creernoslo», ha zanjado el directivo de Cajamar.