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La campaña del mango arrancó a finales de agosto con buenas perspectivas en cuanto al volumen total previsto de cosecha, con un aumento del 28% hasta las 32.000 toneladas, entre la Axarquía y la Costa Tropical, a pesar de la sequía que azota ambas ... zonas. La falta de precipitaciones ha provocado, eso sí, que los calibres medios de las piezas sean menores este año. Sin embargo, los precios que están pagando a los agricultores están siendo este año «especialmente bajos, irrisorios», según denuncian las organizaciones agrarias COAG y UPA.
Así, se están pagando tarifas «de ruina», de hasta 20 y 25 céntimos céntimos el kilo por piezas de fruta que la campaña anterior eran consideradas «de primera categoría», alertan desde la Confederación de Organizaciones Agrarias en Málaga (COAG). Para ambas entidades, el modelo comercializador, «que cede a las presiones especulativas de los grandes canales de distribución», es el responsable de esta situación.
«La sequía y la calima, que afectó a la floración de los subtropicales en primavera, han afectado al crecimiento de los frutos, con unos calibres más pequeños, y la gran distribución se está aprovechando tanto de esta coyuntura como de la situación de inflación que vivimos, con unos costes de producción disparados», asegura Antonio Rodríguez, secretario provincial de COAG en Málaga, organización de agricultores desde la que consideran que esta situación «está hiriendo de muerte la campaña de mango de la Axarquía».
Para Rodríguez, las exigencias 'estéticas' en frutas como el mango y en su 'tamaño' están dando lugar al rechazo de cosechas enteras que presentan todos los controles sanitarios y estándares de calidad que demanda el mercado actual. «Estamos presenciando situaciones de abuso extremo en las que el precio en origen de un fruto varía de 1 euro el kilo a 0,25 céntimos tan sólo por una diferencia de 50 gramos», ejemplifica Antonio Portillo, agricultor de mangos de la Axarquía, que viene denunciando esta situación desde hace unos meses en sus redes sociales.
«No es sólo que pagan una miseria por fruta de alta calidad, es que esa misma fruta por la que me están ofreciendo 0,25 ó 0,5 céntimos, te la encuentras luego en un mercado de Galicia a 9 ó 10 euros el kilo. Es una vergüenza, para el agricultor y para el consumidor. Ambos estamos siendo engañados», denuncia este agricultor y ganadero de Vélez-Málaga.
«El problema que se esconde tras la gran distribución es el modelo comercializador. No hay quien controle sus demandas, aunque éstas sean especulativas. Ellos se permiten el lujo de despreciar fruta de calidad con criterios mercantilistas, y casi racistas, y sin ningún argumento técnico ni de peso que justifique ese rechazo. La comercialización se ampara en la crisis y modifica la categoría de la fruta a su conveniencia, inventándose los criterios estéticos según sus necesidades y sin control alguno. Así es como consiguen pagar por el mismo mango un euro en 2021 y 0,25 céntimos en 2022 y venderlo a cuatro euros en los lineales», explica Rodríguez.
Para la COAG, los criterios de comercialización de los subtropicales «deben estar acogidos a una selección rigurosa fundamentada en análisis técnicos homologados y con validez científica». Sin embargo, según denuncia esta organización agraria, «la falta de control y de vigilancia por parte de las instituciones competentes permite que los criterios especulativos y veleidosos de la gran distribución imponga sus normas y presiones comerciales con resultados desastrosos para el agricultor, que se ve obligado a soportar caídas en los precios en origen imposibles de asumir y que hieren mortalmente la rentabilidad de sus explotaciones», apostilla Rodríguez.
Por su parte, el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Málaga, Francisco Moscoso, denuncia los «precios irrisorios» que cobran los agricultores por los mangos. «Es vergonzoso que por un gramo de diferencia le quiten al agricultor 50 céntimos de golpe. A partir de 300 gramos se considera que el mango tiene un calibre bueno. Por debajo abusan y se aprovechan para pagar la mitad y hasta la tercera parte. Y no se dan cuenta que la calidad es la misma y eso es por lo que tendrían que pagar», critica Moscoso.
«La misma calidad da un mango de 200 gramos que de 300 ó 400 gramos. El consumidor compra un producto de excelencia«, argumenta el responsable de UPA, quien destaca que la sequía ha hecho que los calibres sean menores y que no se superen en muchos casos los 350 gramos, »a partir de los que, según quienes compran los mangos, tienen mejor pinta para vender«. »No se dan cuenta que los mangos con menor calibre también están ricos. Ahí está el abuso, porque se aprovechan de las circunstancias para pagar menos al productor y tener una excusa para importar mangos de otros países mucho más baratos que luego venden más caros y sacan un mayor beneficio mientras que a nuestros agricultores los llevan a la ruina», critica Moscoso.
A su juicio, «el problema es que están acostumbrando al consumidor a un fruto grande, con calibre, brilloso, brillante, y así pueden subir los precios y cobrar mucho más de dos euros el kilo en el lineal mientras que a los productores de mango nos arruinan. Y no se dan cuenta, insisto, de que tiene la misma calidad un mango más pequeño que uno grande. El problema este año es que no hay agua y por eso los mangos son más pequeños. Pero eso no justifica un abuso como el que estamos sufriendo. Si el calibre es menor de 200 gramos nos pagan a 0,25 euros el kilo y si va de 200 a 350 nos dan 0,50 euros. A partir de 300 gramos pagan un euro. Esto son precios injustos, que no tienen justificación alguna salvo la especulación y que, como pasa siempre, unos pocos se quieran enriquecer a costa de los agricultores», protesta Francisco Moscoso.
Por ese motivo, el secretario general de UPA en Málaga vuelve a reclamar la aplicación «real y urgente» de la Ley de la Cadena Alimentaria. «Solo con la puesta en marcha, de verdad, de la legislación que existe podremos solucionar este grave problema de abusos en los precios en origen. Tenemos que garantizar un precio digno por encima de los costes de producción porque, de lo contrario, los agricultores no veremos obligados a dejar de plantar mangos y entonces los consumidores se encontrarán con productos extranjeros, procedentes de terceros países, con menos calidad y a un precio muy por encima del razonable. Y nosotros veremos cómo se pierde el medio rural y nuestros pueblos se van despoblando poco a poco, porque nos veremos obligados a cerrar las explotaciones», concluye Moscoso.
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