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Miguel Navas tiene 63 años y, desde pequeño, ha trabajado en el campo. También tuvo una tienda de comestibles junto a su mujer en la ... pedanía nerjeña de Maro y, anteriormente, se dedicó a la comercialización de boniatos asados, un producto en el que fue pionero en Nerja. Desde hace 15 años se dedica en exclusiva al cultivo de flores comestibles, que comercializa en España y varios países europeos.
-¿Cuándo empezó con el cultivo de las flores comestibles?
-Fue hace 15 años. Entonces teníamos también una tienda de comestibles en Maro y seguía con un obrador de boniatos asados. Así fue como conocí las flores comestibles, porque las veía en los grandes mercados a los que llevaba los boniatos asados y a comprar para la tienda. Veía que venían de Barcelona y que tenían unos buenos precios.
-¿Cómo fue el proceso de empezar con el cultivo?
-Al principio fue muy complicado, ahora resulta mucho más fácil conseguir los plantones. Cultivamos unas diez o quince variedades de flores comestibles. Hay unas que salen mucho y otras que se tienen porque te las piden de vez en cuando. Las que más se venden son la viola, el pensamiento, el tajete y el clavel chino. Las vendemos a los mercados mayoristas y estos, a su vez, las venden a las fruterías o directamente a la hostelería. También vendemos mini rosas en pétalos para la industria.
-¿Cómo es el ciclo del cultivo?
-Es un cultivo normal, lo que pasa es que no podemos echarle líquidos convencionales para las plagas. No somos ecológicos, porque no estamos certificados, pero son productos naturales. Las flores hay que estar todo el año. Hay variedades que se crían más en invierno y otras en verano, así que es todo el año trabajando. Por suerte, en Maro se cultivan muy bien, porque requieren de agua, igual que cualquier otro cultivo de regadío. El aguacate requiere más agua. Esto es muy difícil, porque los ingenieros agrónomos no entienden nada de flores.
-¿Exige mucha mano de obra?
-Sí, muchísima. Tenemos unas dos hectáreas y somos 24 trabajadores, entre administración, envasado y el cultivo.
-¿Cuántos productores hay en la zona?
-Están saliendo algunos, me han visto y están animándose. Fui el primero y en la zona ya hay dos o tres más. Tengo registro sanitario y hay inspecciones de la Junta constantemente.
-¿Recomendaría a la gente que se meta en esta cultivo?
-No, es mucho estrés. La mano de obra, la crianza, los líquidos para quitar las plagas no funcionan, es un infierno, y tengo que estar siempre pendiente. Hay que arrancar a veces toda la producción y empezar de nuevo. Rentable es, pero si lo comparas con cualquier otro negocio, con este número de empleados, sacan, seguramente, el doble. Vendemos mucho y al vender mucho algo queda. La hostelería, la fontanería ola albañilería, con estos mismos empleados, sacarán mucho más. Si quieres sufrir que se metna a cultivar, pero si quiere buena vida, no. Aquí no hay sábados ni domingos. Mis empleados tienen su jornada, pero hay cultivos que tienen que regarse dos veces al día.
-Pero, ¿comparado con otros cultivos?
-Es algo más rentable que otros como los invernaderos de hortalizas, pero, sobre todo, porque sabes a qué precio las vas a vender, pero requiere de mucha más mano de obra. Te puedes lanzar o quedarte más atrás. El año pasado tuve mínimas ganancias por culpa de las epidemias. Tenemos unas dos hectáreas de invernaderos, todas en la vega de Maro. También hacemos algo de hierbas aromáticas, para cubrir cuando tenemos menos pedidos. Es menos rentable que las flores comestibles. Si tengo el personal, para mantenerlo, hay que tener otros cultivos. Esto es muy complicado, hay que estar un poco loco para ponerse a cultivar flores comestibles. Lo mismo ganas que lo mismo pierdes. Influyen las temperaturas, si hace mucho calor o mucho frío. Aquí no funcionan los métodos para las epidemias. En los invernaderos de hortalizas se puede usar la agricultura integrada, pero aquí no funcionan. Esos bichos están creados para el tomate, el pepino... pero en las flores comestibles no funcionan. La técnica es quitar todas las plantas y ponerlas de nuevo. Con el calor y la humedad se pudren, hay que estar muy pendientes. Fácil no es y requieren de mucho esfuerzo.
-¿Hay más plagas en los últimos años?
-No, hay igual, no están aumentando, pero es un problema permanente en las flores comestibles.
-¿En qué zonas de España se consumen más las flores comestibles?
-Barcelona y Madrid porque son mercados muy grandes. En Mercamálaga también se pueden encontrar. Vendemos también a distribuidores que venden en Francia y yo vendo a Dinamarca e Irlanda.
-¿Está de moda consumir flores comestibles?
-Sí, sobre todo en los restaurantes de alta cocina. Los cinco productores más grandes de España estamos en contacto para crear una asociación nacional. Están dos en Valencia, uno en Zaragoza y otro en Barcelona. Queremos que se regulen las normativas a nivel nacional para que nos digan qué flores son comestibles. Esto viene desde la época de los romanos. Cada cierto tiempo las marcas nos dicen que algunas no se pueden seguir cultivando. Por ejemplo, el alisio se ha dejado de vender, al igual que el pentax. Las semillas las compramos a viveros que se encargan solo de las plantas.
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