La campaña de aceituna en Málaga va camino de convertirse en la peor del siglo

Aunque quedan algunas aceitunas por recoger, la esperanza de que se pueda mejorar este dato, más allá de lo testimonial, se ha perdido en las diferentes cooperativas que se ubican en la provincia de Málaga. La cosecha corta es, según todas las fuentes consultadas del sector, consecuencia directa de la falta de agua. Una sequía acumulada de varias temporadas, que hace que los árboles tienen unas aceitunas cada vez más chupadas. El presidente de Asaja, Baldomero Bellido, explicó a SUR que «el olivo ha aguantado hasta septiembre, pero a partir de ahí los árboles han empezado a tirar de la aceituna». La lluvias de diciembre, aseguró, han resultado insuficientes para revertir una situación que ya se preveía muy negativa.

Las 30.000 toneladas se quedan incluso por debajo de las 40.000 aforadas por la Junta de Andalucía. El aforo hace referencia a la estimación que realiza la Consejería de Agricultura para cada provincia. Una proyección que siempre se ha destacado por ser conservadora, pero que se ha quedado corta cuando se pone ante el espejo de la actual realidad.

La serie histórica da relieve y contexto al momento que está viviendo el olivar. Para encontrar la peor cosecha del siglo desde que existen registros, hay que irse a la cosecha 2002-2003. Esa temporada, la producción de aceite se quedó en 36.000 toneladas. Hasta el momento, el único año en el que la provincia se quedó por debajo de las 40.000 toneladas. En los últimos tres años, siempre se ha rebasado la barrera de las 50.000 toneladas.

Benito Avilés es el presidente de la Cooperativa de Campillos y señala que una de las palabras más pronunciadas en estos días entre profesionales del sector olivarero es «preocupación». «Es la peor cosecha de la historia, sin duda. Y no es solo aquí en Campillos. Hablando con la gente de Archidona, la sensación y la realidad es la misma», lamenta. Avilés ratifica también que las previsiones oscuras se han quedado cortas. «Ahora firmaría lo proyectado en otoño, que era para echarse a llorar».

El presidente de la Cooperativa de Campillos lanza otra advertencia relacionada con la sequía. Salvo lluvias abundantes en primavera, la cosecha del año será «catastrófica». «Venimos de acumular varios años muy malos. Sin lluvia y con otro verano como el que tuvimos el años pasado, va a ser la puntilla», asegura.

José Santaolalla tiene una finca de olivos en Alozaina, uno de los municipios con más tradición olivarera de la provincia, cuna del verdeo. «Ha sido la peor campaña de las que recuerdo. Nunca hemos estado tan mal. Este año hemos recogido 4.100 kilos. El año pasado fueron 16.000. Como el año que viene se repita una campaña así, va a ser desastroso», vaticina.

Las previsiones son pesimistas. Pero ese pesimismo está cargado de fundamento. Para una buena campaña, el ciclo natural del olivo requiere que llueva en estos momentos, una vez que se ha realizado la correspondiente tala. Las previsiones meteorológicos, sin embargo, apuntan a una primavera con poca agua y el verano se intuye de nuevo con temperaturas altas. El presidente de Dcoop, Antonio Luque, insistió hace una semana en la necesidad de colocar el problema sequía en la agenda política con máxima prioridad. «El político que solucione este asunto será el político mejor valorado en los próximos 200 años», aseguró. Preguntado por la campaña de la aceituna de este año, no dudó en hablar de «desastre absoluto».

Una visita al supermercado basta para comprobar que el precio del aceite de oliva se ha disparado y los datos facilitados por la Dirección General de Producciones y Mercados Agrarias, perteneciente el Ministerio de Agricultura, confirman lo que el consumidor padece a la hora de pagar. El precio en origen es en estos momentos de 526 euros por cada 100 kilos. Un aumento del 59% en comparación con la temporada anterior. Si uno se remonta a los precios de hace dos campañas, el aumento es del 95%, por lo que se puede confirmar que el precio del aceite de oliva virgen extra se ha duplicado en dos años.

Para encontrar explicación a estas subidas, hay que atender a dos causas: por un lado, los costes de los productores se han disparado por el escenario macroeconómico de incertidumbre que ha elevado los precios de todos los insumos necesarios para producir oliva. Por otro, hay que ir a las últimas estadísticas de la Unión Europea publicadas donde se aprecia una reducción de la producción europea por las condiciones del clima de un 33,8% en 2022 respecto al año 2021.

El precio final que paga el cliente está también condicionado por los márgenes que marcan las grandes superficies. En este punto, los agricultores aseguran que también se han agrandado los porcentajes. «El precio que se paga en el supermercado no es el mismo que se paga en la cooperativa», expresa Avilés y asegura que la actual campaña todavía se tiene que notar en el precio. «Pasan entre tres y cuatro meses hasta que se vea reflejado la presente campaña»