El presidente de Asaja en Málaga, Baldomero Bellido, en el centro con chaqueta gris, este domingo en Madrid en la protesta. SUR

Baldomero Bellido: «El Gobierno no puede seguir dando la espalda al campo, la situación es insostenible»

El presidente de Asaja en Málaga pide «diálogo no imposición», bonificaciones fiscales para aminorar el impacto de la guerra de Ucrania y una PAC «más justa», que no provoque pérdidas de ayudas al campo malagueño

Martes, 22 de marzo 2022, 00:46

Baldomero Bellido (Antequera, 1964) es el presidente de Asaja en Málaga desde 2014. El pasado domingo, junto a otros 500 agricultores malagueños, se desplazó hasta Madrid para participar en la «histórica» manifestación en la que se reivindicaron soluciones al Gobierno central para atajar los ... problemas que afectan al sector primario español, asfixiado por el alza de los combustibles, las materias primas y los costes de producción, como la electricidad.

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- ¿Qué balance hace de la movilización del domingo?

Ha sido una movilización histórica, que no se había producido hasta ahora. El Gobierno no puede seguir dando la espalda al campo y sus demandas, la situación es insostenible. A corto plazo, los incrementos de costes, el alza de los precios del gasoil, la electricidad, los fertilizantes y los piensos y la falta de agua por la sequía. Para todos estos problemas no hay soluciones, ni siquiera una mesa de negociación donde abordarlos.

- Hace poco más de dos años, antes de la pandemia, ya se movilizaron, ¿no ha cambiado nada?

Efectivamente, poco o nada. Como no se solucione a corto plazo, se están ya cerrando explotaciones ganaderas, dejando de abonar tierras por el altísimo coste, y los precios que se pagan no acompañan. No salen las cuentas para los agricultores y ganaderos. Hay competencia desleal por los acuerdos comerciales con terceros países. La ley de cadena alimentaria, que establece que al agricultor no se le pague por debajo de sus costes de producción, es buena en sus fundamentos, pero no es aplicable, porque carece de herramientas que resuelvan el problema de los costes de producción.

- ¿Qué efectos está provocando esta situación en el campo malagueño?

La leche se está regalando o tirando porque no se cubren los costes. Las naranjas tienen un precio muy bajo porque sigue entrando producción de otros países. No se obliga a las comercializadoras a comprar aquí. Se tendrían que impedir estos comportamientos y si hay excedentes, destruir parte de este. Pedimos que se fije un precio mínimo para vender y que no se pueda comprar por debajo.

- ¿Cómo está afectando el alza de los costes a las explotaciones agrícolas y ganaderas?

Muchísimo. Se está dejando de producir, llevando al matadero animales porque no salen las cuentas, ni en ovino, ni en caprino, ni en vacuno, y el más afectado es el porcino, que esté en una situación dramática, los ganaderos no pueden más. Luego los agricultores no están pudiendo fertilizar sus campos por el alza de los precios de estos productos. La situación de sequía tampoco ayuda, aunque por suerte ahora está lloviendo por fin.

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- ¿Y las protestas de los camioneros?

También muchísimo, está obligando a cerrar industrias de aceituna de mesa, provocando problemas en las cárnicas, por el desabastecimiento de materias primas. Al sector de las frutas y hortalizas también le está repercutiendo mucho, y lo estamos viendo ya con la falta de leche, frutas y el amarre de la flota pesquera. Desde Asaja nos solidarizamos con estos paros, pero pedimos que se garantice la retirada de la leche de las explotaciones y que los piensos lleguen a las fincas.

- La única buena noticia parece ser la lluvia...

Sí, pero no es suficiente. Venimos de unos meses de extrema sequía, la peor desde que hay registros. Ahí están los datos de los embalses, aunque se han ganado 30 hectómetros en la última semana, hace un año había 363 frente a los 222 que tenemos ahora. La lluvia está viniendo muy bien, en general, a todos los cultivos, pero sobre todo a los hortícolas y a los cereales.

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- Siguen pidiendo infraestructuras hidráulicas...

Por supuesto, pero sobre todo, planificación. No significa prohibir ni restringir, sino hacer las obras que garanticen las necesidades del turismo, de la población y de la agricultura. Tiene que haber ideas nuevas, como la desalación con el apoyo de las energías renovables, que son mucho más baratas. Hay que apostar por la desalación, la regeneración y la acumulación, con los trasvases entre cuencas. España necesita una política hidráulica decidida, los romanos ya atravesaron con canales todo el país. Es una cuestión de Estado, se tiene que tomar en serie, porque es clave para el desarrollo de la vida en el mundo rural, para garantizar que la población se queda y no tiene que verse obligada a emigrar a las ciudades.

- ¿Qué proyectos plantean en Málaga en este ámbito?

Lo primero y fundamental es interconectar las cuencas, desde la zona donde llueve más con la que llueve menos, que es la Axarquía. Luego hay que hacer obras como la presa de Gibralmedina, en Cádiz, que beneficiaría mucho a Málaga. Y la regulación del río Grande, que está comprobado que provoca inundaciones y tiene un caudal que no está disponible para la agricultura.

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- ¿Qué soluciones proponen al Gobierno para revertir la situación a corto plazo?

Necesitamos una bajada de los impuestos de la gasolina, la electricidad y los fertilizantes, con bonificaciones para los agricultores. Que el Gobierno recaude pero no a costa nuestra, somos el eslabón más débil.

- ¿Cómo afecta la nueva PAC al campo malagueño?

Mucho. Aunque aún no están cerradas las cifras, en Andalucía se prevé que el recorte sea de 500 millones para el periodo de 2023 a 2027. En Málaga vienen siendo unos 84 millones de ayudas europeas al año, que sabemos que van a bajar. La ayuda básica a la renta no tendrá una excesiva pérdida, pero sí repercutirá en zonas más productivas en favor de otras que lo son menos. Luego con los 'ecoesquemas' habrá una pérdida muy importante, de entre el 30 y el 40%, sobre todo al regadío extensivo, el olivar en pendiente y las zonas de altas producciones de Nororma.

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- ¿Puede la guerra de Ucrania cambiar los planteamientos de la UE?

Sí, esperamos, ha tenido que venir una guerra para darnos cuenta de que tenemos que tener una despensa fuerte, no depender tanto del exterior, ya que hay un riesgo de desabastecimiento y un incremento de los precios. Tenemos que producir más aquí, ser más fuertes, esperemos que haya un cambio de pensamiento y dejar la política basada en no producir aquí y comprar fuera.

- Con este panorama, ¿está en peligro el futuro del sector agrícola y el relevo generacional?

Lamentablemente, sí. Si no hay un compromiso de la clase política, no de palabra si no de hechos. Es necesario garantizar la rentabilidad de las explotaciones. La reforma laboral también nos está perjudicando, se ha aprobado de espaldas al campo, es un sistema inasumible. La temporalidad es algo intrínseco a la agricultura. No hay diálogo con el Gobierno, imponer no es dialogar. Hasta ahora todo ha sido reunirnos para informarnos de lo que se ha decidido.

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