Sin agua no hay futuro

De aquellas noticias que elogiaban al próspero sector del agro malagueño hemos pasado a las que pronostican un incierto futuro para miles de familias que se dedican de una u otra forma a la agricultura y a la ganadería.

El balance de 2023 realizado por Asaja Málaga deja claro que sin agua no hay futuro para el campo. Las soluciones coyunturales de desaladoras no pueden convertirse en estructurales para un sector que quiere recuperar en la provincia y en Andalucía el brillo que tenía hasta hace tan sólo unos meses.

Sólo la subida de precios que sufren los consumidores ha podido amortiguar la caída de la facturación en sectores como el olivar. También tiene que ser una situación puntual, porque a nadie conviene, ni siquiera a los productores, que el aceite de oliva virgen extra llegue a precios tan desorbitados. Pagar por una garrafa de cinco litros 50 euros es una cifra tan redonda como inasumible por muchas economías domésticas.

Los más optimistas consideran que es otra sequía pertinaz, pero cíclica, que tendrá que acabar en algún momento. Los pesimistas creen que es un síntoma más del Cambio Climático e incluso del agotamiento de un planeta sobreexplotado y con demasiados habitantes.

Hay incluso realistas que ante la falta de agua han decidido cambiar sus aguacates por pitayas o sus castaños por pistachos para adecuarse a la situación hídrica. Tampoco hay que olvidar a los conspiranoicos, que señalan tramas ocultas con 'chemtrails' para disipar las nubes.

Para todos, la realidad es la misma: no hay agua y sin ella el campo no tiene futuro. Ya dice el refrán que «no hay mal que cien años dure, pero tampoco cuerpo que lo resista».