Castaño, a la izquierda, junto con su hija, actual directora.

La empresa malagueña Icarben se consolida en el mercado cárnico español

La compañía, que factura más de cinco millones al año y da trabajo a 50 personas, vende en Andalucía, Madrid, Barcelona y Valencia

Vanessa Melgar

Viernes, 10 de octubre 2014, 02:23

Las chacinas de Benaoján ya han pegado un buen bocado al mercado cárnico español. Su fabricación la lidera, actualmente, la empresa Industrias Cárnicas de Benaoján S. L. (Icarben), con sede en este pequeño municipio del Valle del Guadiaro, en la Serranía de Ronda. En la localidad existió una fuerte tradición en la elaboración de embutidos derivados del cerdo aunque lo cierto es que muchas de aquellas fábricas que prácticamente daban de comer a los vecinos han acabado desapareciendo. Junto con Icarben S. L. existen aún otras que mantienen vivo el sector.

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Ésta cuenta actualmente con una plantilla de alrededor de 50 trabajadores y factura más de cinco millones de euros al año, según explicaron José Castaño, el creador de la compañía ya jubilado, con 78 años, y su hija, Catalina Castaño, al frente. «El 75 por ciento de la producción responde a fabricación de embutidos y el resto a carne fresca y servicio de matanza de cerdos y corderos», afirmaron.

Emigrante en Alemania

De esta forma, esta empresa vende sus productos en Andalucía, Madrid, Barcelona, Santander, Lugo, Valencia e Ibiza, entre otros puntos de España. «Esperamos dar un buen impulso mediante la venta online, en www.icarben.com», explicó la directora. «Tenemos contemplado salir al exterior», añadió.

Icarben S. L. está situada en un terreno de unos 30.000 metros cuadrados y su superficie construida ocupa más de 7.000. Mantecas, jamones, chorizos, morcillas, chicharrones, callos, carne mechada, asados, cremas de morcilla y chorizo... un sinfín de productos. «A la semana matamos 300 cerdos y unos cien corderos», apostillaron.

Algunos productos llevan la huella de la estancia del fundador de la empresa en Alemania, país al que tuvo que emigrar. «Me fui en 1960, estuve allí 20 años trabajando en una carnicería y cuando regresé monté mi negocio», relató y añadió: «Nos metimos en esta fábrica en 1992 y nos pilló la crisis. Lo pasamos muy mal», recordó hasta el punto de que un banco le sugirió que presentara suspensión de pagos pero Castaño fue y es, como él dijo, más duro que el camino que se presentaba entonces y salió del bache levantando su particular imperio.

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