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Nuria Triguero
Miércoles, 20 de abril 2016, 00:32
A veces en los círculos académicos se hacen referencias despectivas hacia los economistas mediáticos: ésos que aparecen en prime time televisivo, firman en las ferias del libro y tienen legiones de seguidores en redes sociales. José Carlos Díez y Daniel Lacalle son dos claros exponentes de este star system de las finanzas y ayer dejaron claro por qué en Málaga, en un foro organizado por Andalucía Management. Siendo de corrientes de pensamiento muy distinta casi opuestas en algunos temas, ambos comparten una cualidad que la moderadora del debate, Sonsoles Moralejo, explicó así: «No todos los economistas pueden ser mediáticos porque hay que ser capaz de traducir la economía al lenguaje común». Díez y Lacalle van más allá y son capaces de algo que más de uno creerá imposible: hacer reír a los asistentes a un coloquio económico.
Ayer, algunos de los asistentes al encuentro más parecían esperar un combate de boxeo que un debate entre economistas. «Aquí va a haber sangre», se comentaba en las mesas. Y los púgiles no defraudaron: tienen rodado su show después de enfrentarse en innumerables tertulias. Abrió fuego José Carlos Díez criticando la «política fiscal expansiva» que aplicó el Gobierno el año pasado, que es «lo que quería hacer Syriza en Grecia» y que, en su opinión, ha ahondado el déficit del país e hipotecado al próximo gobierno. El economista ironizó sobre el incumplimiento de las previsiones de ingresos de la Seguridad Social. «¿Tendríais en vuestra empresa a un director financiero que se equivoca en 10.000 millones de euros?», inquirió, avisando de que este año «va a volver a haber un descuadre de 12.000 millones» y de que el abono del 50% de la paga extra perdida por los funcionarios que fue anunciado ayer «va a ir en vena al déficit de Andalucía». «Si el próximo gobierno baja impuestos, o bien baja las pensiones un 10% o mi hijo de 6 años acabará pagándolas», sentenció.
Lacalle se apresuró a contestarle: «Claro que hay que bajar impuestos». El economista, conocido por sus ideas liberales, se metió al público en el bolsillo asegurando que los empresarios andaluces son «auténticos héroes» puesto que soportan «la fiscalidad más agresiva con el empleo y las empresas de toda España». E insistió en que hay un desequilibrio porque «pocos crean y muchos distribuyen riqueza». No obstante, Lacalle destacó que España ha hecho «las cosas muy bien» en los últimos años y eso le ha permitido mejorar «sin viento de cola». «El que falta por hacer los deberes es nuestro amigo el bienestar del Estado, que no el Estado del bienestar», apuntó. En el debate sobre subir o no impuestos los ponentes recurrieron a la ironía: «Cameron es discípulo de Thatcher y ha subido el salario mínimo, no le acusarás de socialdemócrata», apuntó Díez. «Llamar capitalismo extremo a lo que hay en España o en Europa es como llamar heavy metal a Pablo Alborán», contestó en otro momento Lacalle.
Si hubo un denominador común en el discurso de los dos economistas fue la necesidad de orientar la economía andaluza hacia el exterior. La región, según Lacalle, «tiene una localización geográfica excelente para aumentar las exportaciones y plantear un cambio del patrón de crecimiento desde el valor añadido».
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