Las comparaciones son odiosas, pero, reconozcámoslo, trabajo nos cuesta evitarlas. Fernando Alonso necesitaba, de una vez por todas y porque nunca es tarde, un buen coche para lucir de nuevo todo su talento y ahora parece que lo tiene, y el Unicaja necesitaba la emoción ... de una plantilla comprometida, equilibrada y de calidad para responder a su verdadero potencial y ahora parece que también la tiene. Los 'alonsistas', que abundan, se han desperezado y vuelven con fuerza y con ilusiones renovadas a seguir sus carreras y su carrera (basta con seguir un poco las redes sociales) y el Carpena se llena y vibra para celebrar este reencuentro con su equipo con un orgullo y una pasión que pone los vellos de punta, por lo vivido y por lo que queda por vivir (basta, por ejemplo, con repasar las imágenes de la madrugada del pasado 20 de febrero en el aeropuerto para el recibimiento de los suyos). Pero es que, para colmo, ambos, además de ir como un tiro, van de verde. Que se lo piensen los que no creen en las casualidades.
Publicidad
Si ya al comienzo de la temporada era realmente imposible adivinar este nivel de juego que ha alcanzado el equipo, la respuesta de la grada y, mucho menos, la consecución de toda una Copa del Rey y de la manera que lo ha hecho, ¿qué pitoniso, de los muchos que hay, se atreve ahora a marcar cuáles serán sus límites?
Y no es que yo sea un prodigio de memoria, pero muy pocos casos puedo recordar donde tras una masiva incorporación de jugadores a una plantilla se hayan cosechado tantos frutos en tan poco tiempo, un nivel de acierto difícilmente igualable para transformar radicalmente el rendimiento en relación con la dinámica de temporadas anteriores y de muchas otras temporadas, una fórmula de éxito que no sé si tan siquiera esrecomendable o extrapolable a otros sin asumir el riesgo de pegártela, aun para aquellos que se lo puedan permitir, que tampoco son demasiados.
Es innegable que cuando un equipo no funciona, y tras una pésima temporada, es enorme la tentación de directivos, entrenadores, afición y del señor de la mopa de producir, por decirlo finamente, cambios profundos en la confección de su plantilla, incluido el 'staff' técnico y sus jugadores. Pero otra cosa son los retos a los que hay que enfrentarse para que muchos de los factores que son necesarios para construir un proyecto sólido puedan encajar y además hacerlo, como es el caso, en un tiempo récord. Para ello es indudable que hay que aportar mucho conocimiento, un alto grado de valentía y un trabajo bien hecho, pero también se ha de sumar todo aquello que se escapa de las manos, factores personales y ajenos difícilmente cuantificables y previsibles.
Porque la totalidad de los jugadores nuevos que han llegado a la plantilla están aportando y encajando muchas de sus mejores cualidades al juego, asumiendo cada uno su rol con disciplina, naturalidad y acierto, así como el magnífico rendimiento de los tres jugadores nacionales que permanecen de la temporada anterior, si entrar en especificaciones, y eso, permítanme que se lo diga, es hacer fácil lo difícil o, dicho de otra manera, hacer realidad la aspiración eterna de cualquier club: maximizar el rendimiento y rentabilizar la inversión.
Publicidad
Y yo como entrenador, sin infravalorar en absoluto la magnífica gestión que se está realizando al frente del club y, ni mucho menos, de la dirección deportiva, quiero hacer hincapié en el mérito que para mí tiene el trabajo que está realizando su entrenador. Y que conste que no lo digo tanto por el incuestionable éxito alcanzado, que es tremendo, ni tan siquiera por el enorme nivel de juego conseguido hasta ahora con un crecimiento paulatino técnico y táctico, sino sobre todo por cómo lo ha logrado y por el método empleado.
Porque no es nada fácil sino, más bien al contrario, lo más difícil -y que sin embargo acaba siendo siempre mucho más beneficioso a medio y largo plazo- liderar la exigencia del máximo esfuerzo, de la intensidad defensiva, de un alto ritmo colectivo, de someter al equipo a amplísimas rotaciones para intentar mantener enchufados a doce jugadores que deben aprender a compartir los minutos, las responsabilidades, el protagonismo y el balón para dar cada uno y cada día en la cancha lo mejor de sí mismos. Y porque, ¿saben una cosa?, cuando un equipo gana, juega bien y consigue éxitos puntuales, cuando vemos variables tácticas y pizarras imaginativas, pues indudablemente tiene que haber siempre un buen trabajo detrás. Pero cuando vemos a un equipo morir en el campo, pasarse el balón; cuando se rota con valentía y se intenta sacar lo mejor de todos los jugadores que lo integran sin excesivas dependencias reales o mentales, distingos o etiquetas entre buenos y malos -independientemente de la categoría en la que jueguen-, sin los miedos y las hipotecas de la inmediatez, que estamos tan acostumbrados a ver, no solo se logrará maximizar el rendimiento y los resultados, es que lo que estamos viendo, lo que hay detrás, es un ENTRENADOR con mayúsculas.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.