Miguel Sesé
Jueves, 22 de mayo 2014, 18:16
La tecnología ha invadido el mundo del tenis. Y no nos referimos exclusivamente al aspecto estético como las repeticiones Freed, sino a unos nuevos ingenios capaces de analizar hasta el más mínimo error en el desarrollo de las jóvenes promesas y en el día a día de las estrellas más rutilantes. Hace escasas fechas Rafa Nadal era la imagen de una nueva raqueta de Babolat, que incorpora un sensores y una tecnología bluetooth para analizar la fuerza, dirección, zona de golpeo y rendimiento de cada vez en la que la pelota golpea la raqueta. A escasos cuatro días de que arranque Roland Garros, Novak Djokovic ha dado réplica al movimiento de Nadal. El juego, para ellos promocional y publicitario, disfrazado de una etiqueta banal y con fines comerciales, esconde tras de sí una tendencia: medir, parametrizar y solucionar mediante la tecnología las conductas erróneas de los humanos practicando deporte. O lo que es lo mismo, transformarnos en robots que ejecutamos y obedecemos dictámenes generados por ordenador.
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Tecnología de pilotos de combate
El proyecto en el que 'Nole' se ha convertido en accionista se llama 'SmartCourt', y no ciñe la tecnología a la raqueta. Va un paso más allá, a toda la pista, y facilita la recogida de datos, sin sensores, acerca de zonas de golpeo, éxito o fracaso de las elecciones de cada tenista, tendencias que más beneficios reportan y tácticas a seguir para tener más probabilidad de hacerse con el punto. En este enlace se puede ver su funcionamiento, en inglés.
Basta conocer un dato para darse cuenta de que no estamos hablando de un juego de niños: los conceptos en los que se basa 'SmartCourt' fueron originalmente diseñados para entrenar a pilotos de combate, y se han instalado, nada menos que en la Academia de Stefan Edberg en Suecia, Roland Garros (sede de la Federación de Tenis de Francia en París), Queens Club (Londres) y Courtsense (Nueva Jersey).
El próximo tío Toni no tendrá que decirle al siguiente Rafa «piensa por qué has fallado». Señalará un gráfico en 3D y le dirá: «Debes golpear 32 centímetros más adelante y buscar el revés del rival». Habrá, por tanto, muchos proyectos de Nadal al mando no de humanos, sino de máquinas. La búsqueda del tenista perfecto ha empezado, y el hombre no es quien lleva la voz cantante.
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