MANUEL SÁNCHEZ
Viernes, 27 de enero 2017, 00:14
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Si algo caracteriza a Rafael Nadal Parera es la capacidad para ganar partidos incluso cuando no despliega todo su potencial. La capacidad de supervivencia del balear le dio en el pasado grandes resultados y le ayudó a sobrevivir y remontar partidos que parecían imposibles. Esta superioridad en situaciones adversas se le volvió en contra en los últimos dos años, cuando eran los rivales los que le remontaron a él, y cuando el miedo a ganar aterrorizó al balear.
Sin embargo, la victoria ante Grigor Dimitrov demostró que ese instinto de supervivencia y de creer en lo imposible sigue vivo dentro de su raqueta, que sus piernas son capaces de llegar a cualquier bola y que sus puntos levantan a cualquier persona del sofá.
A Nadal le costó doblegar al búlgaro en casi cinco horas. El resultado final reflejó un 6-3, 5-7, 7-6 (5), 6-7 (4) y 6-4. El manacorense fue mejor en muchos momentos del partido, pero también fue inferior a Dimitrov durante un gran parte, y sólo esa capacidad de escapista le dio la opción de acceder a la gran final del Abierto de Australia. En el primer set Nadal siguió la misma táctica que utiliza con Federer, bolas altas al revés que dificulten ese golpe, que tanto el búlgaro como el suizo pegan a una mano. Dimitrov, menos acostumbrado a estos escenarios, no encontró manera de combatirlo y cedió su saque una vez para comenzar a contracorriente el partido (6-3).
Nadal dio un paso atrás y comenzó a restar por detrás de la línea de fondo y a golpear en los intercambios sobre las letras de Melbourne. De ello se aprovechó su rival, que puso más agresividad con el objetivo de acortar los puntos. Le sirvió al búlgaro para conseguir una ventaja de 1-4, que dejó escapar en dos ocasiones (se puso también 3-5), pero que no desaprovechó a la quinta oportunidad de ganar el set que tuvo sobre el saque de Nadal, que salvó cuatro set points con 4-5, pero acabó por ceder la manga.
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El tercer set desniveló la balanza, Nadal consiguió un break tempranero, lo cedió ante la lucha de Dimitrov y la manga se tuvo que decidir en el desempate. De buen recuerdo la muerte súbita para Nadal, que ya venció así a Raonic. Pese a ponerse dos veces mini break arriba, el español perdió la ventaja con una bola que recordó mucho a aquel punto que le costó el partido ante Pouille en Nueva York. Y salió el instinto depredador y al primer punto de set sobre el saque de Dimitrov, se anotó la tercera manga.
Exhausto
El cuarto set discurrió parecido. A Nadal se le agotaba la gasolina y la derecha no le corría como antes, y sólo las ganas y la lucha del manacorense le permitieron aguantar hasta el tie break'. Dimitrov voló sobre la pista, consiguió dos mini breaks' y llevó el partido al límite con el quinto set.
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El escenario donde sólo los más fuertes sobreviven y donde los campeones se separan de los mortales. La tierra de Rafa Nadal, la épica del quinto set. El balear salvó tres puntos de 'break' resistió ante el búlgaro en su mejor versión y asestó el golpe definitivo con 4-4. La épica de Nadal que ha convertido en algo normal al verlo a diario. El reflejo de toda España levantando el puño cuando Nadal cerró por 6-4.
Este domingo (09.30 h. DMAX, en abierto), Rafa Nadal peleará por su décimo quinto 'Grand Slam' ante Roger Federer como ya ocurrió en 2009. Tras las casi cinco horas de partido Nadal llegará exhausto, pero con toda la fe del mundo para dejarse la piel sobre la pista.
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