Ferrer dice adiós a la Copa de Maestros

Otra vez el saque, otra vez las dobles faltas. El servicio de Ferrer tocó fondo este miércoles y se lo llevó por delante en la Copa de Maestros. Y eso que lo tuvo en su mano. Sacó para cerrar el primer parcial. Incluso sirvió con bola de set, pero la enésima doble falta del torneo sepultó sus opciones. Pasó de tener noqueado a un rival que estaba irreconocible, que tiraba más veces la raqueta que golpes ganadores, a resucitarlo gracias a esos regalos. Así se despidió Ferrer del último torneo de la temporada, con la sensación de que desde la línea de fondo ha dado la talla y ha estado la altura y con la certeza de que su servicio ha sido un lastre que le ha castigado en exceso. Por eso cayó ante Wawrinka por 7-5 y 6-2 y se despidió del torneo. El suizo se la jugará ante Murray el viernes ya con Nadal clasificado para semifinales como primero de grupo.

El saque estropeó un primer set en el que el de Jávea hizo prácticamente todo lo demás bien. Edificó un muro sobre la línea de fondo para que no pasase una bola. Eso sí, sabía que solo con eso no le valía, que o cogía su derecha o estaba muerto. Y le fue bien. Los intercambios largos eran suyos. Y eso le permitió generar oportunidades. En su primera bola de break consiguió romper el saque del suizo. Su misión era la de sujetar al helvético sin volverse loco y lo estaba logrando.

Lo peor seguía haciéndolo Wawrinka. Desesperado desde el fondo, era una escopeta: iba a tiros, un cara o cruz constante, algo peligroso ante Ferrer, conocido por no regalar ni media. Desdibujado y muy intermitente, su rival no conseguía conectar dos puntos buenos seguidos. Se tiró la mitad del set dormido. En algún momento tenía que despertar. ¿Cuándo fue? Con 4-2 en contra. Se ajustó, pero esa mejora coincidió con la mejor versión de Ferrer: derecha, piernas y corazón. Esa receta que tanto éxito le ha dado frenó el auge del número cuatro del mundo. Hasta que llegó el momento clave: bola de set para Ferrer con su saque y 5-3 en el marcador. Ahí fue cuando volvieron a aparecer las temidas dobles faltas, las que le dieron el día ante Murray y le volvieron a amargar cuando sacaba para dar un paso de gigante. Y no solo eso, más tarde otra doble le permitió a Wawrinka hacer el break y ponerse ya con 6-5 y todo de cara.

De nuevo su servicio rozaba lo caótico, algo que acabó afectándole al resto de su juego. Ya era Wawrinka el que partía la bola, el que había tirado abajo el muro de Ferrer. Ahora siempre le salía cara. Encontraba con facilidad los ganadores -hizo 34 por diez del alicantino- mientras Ferrer agachaba la cabeza y se iba dejando saques por el camino. Sabía que lo había tenido en su mano, que con un set a cero la historia habría sido diferente. Pero no lo fue. El segundo acto fue un paseo del suizo, que aprovechó la debilidad del saque del alicantino para lograr su primer triunfo en la Copa de Maestros.

El saque sepulta a Ferrer

Otra vez el saque, otra vez las dobles faltas. El servicio de Ferrer tocó fondo este miércoles y tiró por la borda un partido que tenía encaminado el alicantino. Porque lo tuvo en su mano. Sacó para cerrar el primer parcial. Llegó a estar sacando con 5-3 a su favor y bola de set. Pero la enésima doble falta del torneo hizo que se desdibujase. Y fue otra doble más con 5-5 y bola de break en contra la que sepultó definitivamente todas sus opciones. Pasó de tener noqueado a un rival que estaba irreconocible, que tiraba más veces la raqueta que golpes ganadores, a resucitarlo gracias a esos regalos. Así se despidió Ferrer del último torneo de la temporada, con la sensación de que desde la línea de fondo ha dado la talla y ha estado la altura y con la certeza de que su servicio ha sido un lastre que le ha castigado en exceso. Por eso cayó por 7-5 y 6-2 ante Wawrinka, que se jugará el pase este viernes ante Andy Murray.