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julio rodríguez
Domingo, 1 de octubre 2017, 00:24
Tenis de calidad para un cierre de torneo brillante. El mallorquín Carlos Moyá levantó la Senior Master Cup en Marbella tras derrotar por 6-4 y 6-4 a un John McEnroe que no se achantó, pese a que su rival tenía diecisiete ... años menos que el estadounidense. El entrenador de Rafa Nadal evidenció una forma física válida casi para estar aún en el circuito, del que se retiró hace siete años por problemas en una cadera.
Lleno absoluto, palcos completos, ‘vips’ en pie alrededor de la pista Manolo Santana del Club de Tenis Puente Romano para disfrutar de dos jugadores que alcanzaron el número 1 del mundo y, en el caso de McEnroe, de manera continuada. Pese a la notable diferencia de edad, el siete veces ganador de Grand Slams salió dispuesto a dominar. Consciente de que no podía alargar puntos en el fondo de la pista tiraba golpes ganadores y dejadas constantes con un gran acierto. Incluso llegó a romper el saque de Moyá y ponerse con 3-2 en el primer set.
En el segundo reaccionó McEnroe con su servicio. Saque y revés para dejar clavado en varias ocasiones a Moyá ante el delirio del público que no paraba de animarle. Sin embargo, no pudo con la derecha del español que fue justo vencedor ante más de 2.000 personas que disfrutaron de un tenis de altos quilates gracias a dos leyendas con ganas de agradar. Antes de la final, el prolegómeno fue un éxito.
Solo por la exhibición de los cuatro tenistas que protagonizaron el dobles valió la pena pagar un abono en la Senior Master Cup. El espíritu no era otro que el de divertir al público. Pero no solo con ‘sketches’ cómicos. Hubo golpes de calidad llenos de imaginación. A un lado Mats Wilander y Albert Costa, al otro la pareja gala Noah-Grosjean. Dejadas imposibles, decenas de mates consecutivos con respuesta, golpes por debajo de las rodillas y muchísimo humor con una estrella que se metió al público en el bolsillo desde el primer minuto. En el repertorio de Noah no faltó de nada: le robó a Wilander las raquetas, su bolsa, para entregárselas al público. Repartió plátanos y agua a la chavalería en mitad de un juego. Sobornó al árbitro con 50 euros para meter una bola que se fue dos metros. No contento con las decisiones de Antonio Chaves le quitó un zapato, lo tiró a la grada y le obligó a jugar con Grosjean en calcetines mientras Noah hacía las veces de juez.
El galo se apostó otros 50 euros con un aficionado a que sacaba de espaldas y metía el punto. Ganó y el seguidor quiso pagarle, pero Noah siguió con el circo. Wilander inventó el ‘volley-tenis’ jugando a tres golpes antes de pasar la red. Todos participaron de una fiesta que agradeció una pista donde solo se escuchaban carcajadas y aplausos. La anécdota fue el resultado 7-6 en un único set para los franceses. Torneo más que variado. El plano más lúdico con los dobles y el competitivo con una final digna de una cita extraordinaria.
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