Manolo Santana, en uno de sus últimos actos públicos, cuando en marzo participó en la entrega de premios en el AnyTech365 Andalucía Open, en Puente Romano (Marbella). JOSELE

Manolo Santana, el padre del tenis español que se afincó en Marbella

En la Costa del Sol desde hace más de tres décadas, abrió el camino con sus éxitos en este deporte a sucesivas generaciones

Sábado, 11 de diciembre 2021, 17:22

A sus 83 años, el mundo del deporte español ha perdido a uno de sus pioneros, Manolo Santana Martínez (Madrid, 10 de mayo de 1938), muy vinculado a Marbella, en donde residía desde hace más de tres décadas. Santana pasará a la historia como el ... padre (y, por qué no decirlo, también el abuelo) de todos los tenistas actuales, el hombre que hizo en la década de los sesenta que esta modalidad dejara de parecer elitista en plena dictadura y en una fase de poca expansión económica.

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A la altura del nombre de Santana sólo se puede nombrar a deportistas de la talla del piloto Ángel Nieto, el golfista Severiano Ballesteros o el esquiador Paco Fernández Ochoa, ya fallecidos. Todos ellos abrieron un camino inexplorado. En el haber del madrileño figuran dos coronas en Roland Garros (1961 y 1964), una en Wimbledon (1966) y otra en el Abierto de Estados Unidos (1965), además de haber logrado ser oro en los Juegos Olímpicos de México'68 (cuando el tenis era deporte de exhibición). En total sumó veinte títulos en su carrera, que presenta un balance de 113-44 en cuanto a triunfos y derrotas en el profesionalismo. Especialmente meritoria fue su conquista en Wimbledon, cuando el incipiente tenis español le hacía ascos a la hierba, superficie en la que era casi imposible entrenarse en nuestro país.

Lo hizo, como anécdota, con el escudo del club de sus amores, el Real Madrid, cosido a la camiseta y burlando la escrupulosa normativa del torneo. Santana vivió una época a caballo entre el amateurismo y la 'era Open'. En sus primeros años había dos clases de tenistas, los profesionales y los 'amateurs', y los primeros, los que recibían ingresos y premios, no podían participar en los grandes torneos ni en la Copa Davis y jugaban entre ellas su propio circuito. El cambio llegó ya en 1968, doce años antes de la retirada de nuestro protagonista. Hasta entonces las raquetas amateur no cobraban, pero los más destacados lo hacían clandestinamente, aunque recibían cantidades inferiores.

Del bocadillo a la raqueta

Los inicios de Santana guardan cierta similitud con los de Ballesteros en Pedreña. El madrileño, nacido en el Madrid republicano durante la Guerra Civil, miembro de una familia humilde (su padre pasó una década en la cárcel incluso), se inició en el tenis con diez años trabajando en el Club Velázquez, en la calle del mismo nombre. Un hermano suyo ya estaba vinculado a esta entidad y fue a llevarle un bocadillo allí un día en el tranvía. Así comenzó todo. Fue el germen de una larga relación con el tenis, del que se quedó prendado.

Gracias al apoyo desinteresado de un socio de ese club, Álvaro Romero-Girón, Santana pudo recibir unos estudios básicos y seguir jugando al tenis, y su primer aldabonazo fue el Campeonato de España de 1958. Fue el inicio de una larga y prolífica carrera, con sólo dos sueños sin satisfacer, haber ganado el Abierto de Australia, lo que le hubiera permitido ser el primer español con el Grand Slam (lo logró a la postre Rafa Nadal), y la Copa Davis, un torneo en el que en su época el formato permitía al vigente campeón acudir a la final de la siguiente edición. Santana se proclamó subcampeón con España en 1965 y 1967, ambas perdidas por 4- 1 en Australia y sobre hierba.

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«Con permiso de los madrileños y del Real Madrid me siento andaluz», reconoció el propio Santana en 2017 en la gala de los premios Malagueños del Año de SUR. Y es que Santana llegó a Marbella hace más de treinta años para jugar un torneo y, luego, para establecerse allí con un contrato profesional de un año. Más tarde, con origen en los tiempos de Jesús Gil, llegó su gran labor al frente de la sociedad Racquets Club Marbella. Santana da nombre a la pista central del Club de Tenis Puente Romano, escenario de su iniciativa y ha sido pieza importante con su apoyo en la concesión a esta entidad de la eliminatoria de octavos de final de la Copa Davis de febrero entre España y Gran Bretaña. Asimismo, fue nombrado hijo adoptivo de Marbella por el Ayuntamiento de la localidad costasoleña.

Santana también ha sido en los últimos años el director del Mutua Madrid Open, el principal torneo de tenis que se celebra en España (un Master 1000 para la ATP, el segundo nivel en importancia), y ha cedido el testigo a Feliciano López.

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Casado en cuatro ocasiones, su última pareja ha sido la colombiana Claudia Rodríguez, que colabora en la gestión del Racquets Club. Tiene cinco hijos y, después de una época en la que mataba el gusanillo jugando al pádel y al tenis, afirma que le gusta dedicar su tiempo libre a ver fútbol, cine y a leer biografías de personajes deportivos, de políticos o incluso de actores. También le gusta viajar todo el año para acudir a las grandes citas tenísticas, de forma que suele ser un fijo en Roma y en Wimbledon, donde en la placa de ganadores del torneo sita en el All England Club figura en letras mayúsculas su nombre. El pionero español que metió la cabeza en un deporte hasta entonces dominado por raquetas anglosajonas (las australianas y norteamericanas, fundamentalmente).

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