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Fue una derrota digna, airosa. Alejandro Davidovich (70º del 'ranking' ATP) se encontró en el otro lado de la pista con una versión mejorada de su tenis, un escollo demasiado difícil para su actual progresión, y aun así fue capaz de ganar un set ante el ruso Andrey Rublev (decimotercer favorito) en la segunda ronda de Roland Garros(5-7, 1-6, 6-3 y 1-6 en dos horas y 11 minutos) y ante decenas de espectadores en la pista Simonne Mathieu, la tercera más importante del club parisino.
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El joven malagueño desaprovechó alguna oportunidad para haber alargado más el choque, pero en realidad cada vez que apretaba las clavijas a Rublev sacaba la bestia que lleva dentro el tenista ruso, pupilo del español Fernando Vicente y que ha crecido como jugador entrenándose en Valencia. Duodécimo del mundo, viene de ganar en tierra en el ATP 500 de Hamburgo y de imponerse en tres torneos del ATP Tour este restringido 2020, con sus éxitos en Adelaida y Doha, estos en pista rápida. El 'top ten' es solo cuestión de días, y apunta a cuartos o semifinales en este Grand Slam a poco que mantenga su nivel.
Davidovich rompió el saque de Rublev en el quinto juego y sirvió para ganar la primera manga, pero entonces emergió el tenis imperial del moscovita, con unas aceleraciones prodigiosas en las derechas y adjudicándose el set con cuatro juegos seguidos. La racha se prolongó en la segunda manga, que entregó el malagueño sin saber reponerse aún del golpe moral sufrido minutos antes pero encajando también muchos 'winners' de su oponente.
Las primeras opciones de alargar el partido llegaron en el tercer set. Tras sacarar adelante un juego complicado, Davidovich se puso con 3-1 con su segundo 'break' en el choque y mantuvo la ventaja hasta el final de este periodo con su mejor tenis. Esta vez no le dio tiempo a reaccionar a Rublev, aunque un error de confianza al dejar botar una bola sin golpearla aplazó el desenlace para el rinconero.
El malagueño comenzó el cuarto set con otro 'break', pero ni siquiera hubo tiempo para pensar en que tendría opciones de dar la sorpresa. Rublev, que remontó en el duelo previo dos sets abajo y 2-5 en el tercero ante Querrey, aplastó a su rival abriendo ángulos imposibles con su derecha y poniendo una velocidad superior a su servicio. Se adjudicó seis juegos seguidos. Como en la segunda manga, Davidovich no tuvo entereza mental para sobreponerse a la exhibición. Fue un buen aprendizaje cara a futuras visitas a la tierra parisina, seguramente ya sin el frío otoñal de estos días en la capital francesa ni con la bola tan pesada.
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