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El talento de Alejandro Davidovich Fokina estaba ahí, pero no siempre un don natural garantiza una carrera de éxito en el mundo del deporte. El tenista rinconero, hoy 131º en el 'ranking' ATP con sólo 19 años, ha alcanzado ya casi el reto de llegar ... a la élite en un tiempo récord, a tenor de cómo se las gasta la juventud actual y las tendencias dominantes en un circuito dominado por treintañeros. Frente a su facilidad con la raqueta y el genio insolente de su ascendencia eslava había también una rebeldía innata que domeñar.
El día en que el malagueño se puso a las órdenes de Jorge Aguirre en el Racket Club Fuengirola dio un paso decisivo en ese empeño de llegar a la cúspide algún día. Sucedió en 2011, tras criarse en La Cala del Moral y hacer sus primeros pinitos en Calaflores y Serramar. Pero, ¿quién era Aguirre? ¿Y qué pensaba del malagueño entonces? «Álex estaba en ese punto de buen jugador, pero demasiado inestable, aunque me podía cuadrar», recuerda su actual técnico, guipuzcoano, campeón de Euskadi como tenista y algunos años instalado entre los treinta mejores de España. Tras su retirada, en 2004 se instaló en la Costa del Sol y fundó el club fuengiroleño con el objetivo de llegar a conducir la trayectoria de algún gran jugador. Por sus manos pasó Regina Témez y Carlos Dívar, su principal pupilo junto a Davidovich allá por 2011, aunque al rinconero ya lo empezó a ver jugar en 2006.
Sucedió que Dívar recibió una oferta de la Federación Española y se fue a Barcelona, y Davidovich se convirtió en la prioridad en su trabajo. «Mi relación con Álex siempre se ha basado en la confianza y en el factor humano», explica Aguirre, que enfocó su proyecto de entrenar en la élite en la figura de este malagueño. Para ello se apoyó en Andrés Gorospe, vitoriano y su mejor amigo. Este empresario (participa en una firma familiar de la industria del hierro) fue un sustento económico sobre todo en los primeros años, en los que el tenis no es nada asequible: viajes, torneos, entrenamientos, ropa, material, hoteles,... Y el madrileño Julio de Dios, al que Aguirre conoció para darle clases de tenis y de Avatar Psicólogos, «sin pedirle nada a cambio», se ocupó de la cabeza de Davidovich, de su crecimiento y maduración, de controlar ese genio rebelde. Sus frutos están ahí, son visibles.
«Andrés siempre me ha dado un punto de tranquilidad en los momentos complicados para seguir con el trabajo», se sincera también Aguirre, que a su vez es casi un padre para Davidovich, cuyos progenitores están separados (su padre, exboxeador, que le introdujo en el tenis, vive en Suecia, y su madre en la Costa del Sol) y que reside en Fuengirola. Sus entrenamientos transcurren ahora en el Don Carlos Tennis & Sports Club, que preside Enrique Cárdenas, otra pieza clave del engranaje. Suele viajar a los torneos y ejerce de 'comanager', facilitando la tarea al tenista, además de hacer promoción de su club y de buscar jugadores ATP para los entrenamientos en Marbella.
Además, Davidovich tiene un 'manager' italiano, Corrado Tschabuschnig, de la firma Top Seed, que también asesora la carrera de Dolgopolov, Troicki, Basilashvili, Bolelli, Granollers, Struff, Berretini o Tsurenko, y que ha conseguido que Diadora sea desde este año su nueva marca oficial, además del acuerdo anterior con Head para las raquetas. El italiano trata de conseguirle también 'wild cards' (invitaciones) para grandes torneos.
Desde hace dos años Aguirre escogió a Adrián Trinidad, un joven preparador físico malagueño que trabajaba para el Racket, para tratar a Davidovich, con el que ha trabado una gran amistad personal, de forma que desde hace seis meses está en exclusiva y viaja con él a los torneos, en ocasiones incluso sin el entrenador, como sucedió este año en India. Hermano del colocador internacional Ángel Trinidad, el marbellí, graciaa a su juventud, entiende mejor que nadie al tenista. «Álex se refugia más en él en los malos momentos», reconoce Aguirre. Finalmente, Davidovich es atendido por la Clínica Sohail, a un paso de su domicilio, en lo concerniente a la fisioterapia y masajes. «Estamos muy contentos con ellos. Notamos que no tiene ningún problema físico desde que está allí», explica el entrenador, que no descarta ampliar el grupo conforme prosiga el crecimiento del joven campeón.
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