Davidovich cae en su estreno en tierra en un caótico torneo

Alejandro Davidovich (45º) sigue sin levantar el vuelo. Su balance este 2022 es de cuatro victorias y nueve derrotas. Su estreno en la tierra tampoco fue afortunado, esta vez ante Federico Coria (60º y hermano del que fuera finalista en Roland Garros, Guillermo Coria) y con cuadro propicio, el del ATP 250 de Marrakech, para haber hecho grandes cosas. Descentrado en el final del primer set, de nada le valió una buena reacción en el segundo (6-3), porque comenzó otra vez falto de tensión en el tercero y cuando quiso darse cuenta ya era tarde (del 1-5 al 4-6). Dos horas y 18 minutos de lucha infructuosa en la pista, presa de su falta de regularidad. En el tenis la falta de concentración se paga.

Fue difícil de entender el enfado del malagueño con el juez de silla al final del primer set (5-7), descentrado totalmente y sin preocuparse más de la inconsistencia de su tenis, ante un especialista en arcilla como Coria que fue agresivo en sus juegos al saque y que tenía claro que la victoria pasaba por minimizar errores no forzados. Con 5-5 tuvo dos bolas de break que pudieron ser clave. Las malogró y luego con el servicio cometió dos dobles faltas y perpetró un juego muy desacertado.

Nervioso, aún pudo ser peor, porque casi comienza la segunda manga con 'break' abajo. Se repuso y fue a más hasta encadenar cuatro juegos seguidos, pero no comenzó al mismo tono el tercero y entregó la cuchara, lejos de su mejor tenis, no se sabe bien si porque necesitará más semanas de entrenos y competición en tierra para ofrecer otro nivel.

El caos en Marrakech bien merece también un comentario. Pistas sin separación (ni cortinas, ni redes), bolas que caen procedentes de otros partidos, firme en mal estado, que hubo que alisar, un ejército de personas paseando por la pista en cada descanso, un 'fisio' que hace amagos de entrar en ella sin ser avisado, y mucho ruido en el juego, con gradas mínimas y alejadas. Un auténtico despropósito y que deja en mejor lugar a muchos torneos Challengers, como el de Marbella.