Los recogepelotas: una oportunidad de estar cerca de sus ídolos

En grupos de seis, los 25 recogepelotas se reparten el tiempo sobre la pista para poder ser de utilidad, disfrutar todos a partes iguales y poder descansar para así dar el máximo. El martes y el miércoles, que sólo han tenido turno de tarde, se iban disponiendo sobre la pista un total de 45 minutos por la hora y media que tenían de descanso «para que estén muy concentrados», cuenta Vanessa, la monitora del grupo. El apretado calendario del jueves, con dos partidos (uno por la mañana y otro por la tarde), redistribiuyó el reparto de los minutos a 45 en pista y 45 de descanso. Los chicos, por su parte, lo tienen claro: «Te lo pasas súper bien y pasa súper rápido, no quieres que se acaben los 45 minutos».

Comparten espacio con el juez de silla (el árbitro principal), los jueces de línea y los protagonistas: los propios tenistas. Para llegar aquí han tenido que superar un proceso de selección, empezando por echar la solicitud en la web de la Federación Internacional de Tenis (ITF) y terminando por superar unas pruebas de selección (había un total de 70 niños) donde se evaluaba la velocidad y la habilidad de los niños, aunque su coordinadora asegura que lo más se tuvo en cuenta fueron «las ganas y la ilusión» que les pusieron.

Desi Sánchez, de 13 años, es una de las afortunadas que forman este grupo. No es la primera vez que lo hace, estuvo también en la edición de 2022, pero eso no hace que la experiencia deje de impresonarle. «Está muy chulo todo», expresa.

Esta chica, del Club de Tenis Rincón, no niega los nervios que espera cuando le toque asistir al número 1 del mundo, el serbio Novak Djokovic. Además, revela, a modo de curiosidad, algunas de las cosas que se perciben desde la pista y al lado de los tenistas. «Aprendes las manías de los jugadores», apunta, evidenciando su capacidad de observación y las ganas de hacer bien su trabajo. De los 25 recogepelotas de esta Davis, sólo dos no son malagueños. Se trata de dos niñas de Vigo, que cruzan el país de punta a punta para disfrutar de la experiencia en primera persona.

De todos ellos, quizá este jueves sea especialmente memorable para Mario Morilla, del Real Club El Candado. Este adolescente malagueño ha sido el encargado de portar la bandera de Gran Bretaña en el duelo estelar de los cuartos de final ante Serbia. Así lo hizo en el momento de saltar al campo y también en el de los himnos, cuando sonó el mítico y escalofriante 'God Save the King', en el que ha sido uno de los momentos más emotivos del torneo hasta el momento a causa, en gran medida, de la multitud de británicos desplazados al Martín Carpena para presenciar este encuentro: «Ha sido un honor»,