Las Finales de la Copa Davis son un microcosmos dentro de otros entes de mayor entidad. Poner en pie un evento de este tipo implica ... un amplio operativo, desde el 'catering', la atención médica, la realización televisiva, la seguridad, los servicios de transbordo a los hoteles, los voluntarios, el dispositivo de medios de comunicación y, cómo no, una plantilla de recogepelotas que facilite la labor de de los tenistas en la pista.
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«Parece fácil, pero una cosa es recoger pelotas y otra ser un recogepelotas», sentencia Vanessa Pérez, la responsable de la formación de los 25 niños y dos de reserva que están haciendo la tarea en este torneo. La cifra es sensiblemente más baja de lo habitual en un torneo ATP, porque en esos casos hay varias pistas de juego con actividad simultánea de partidos.
¿Quiénes son los recogepelotas? Son casi todos de la zona, del Club Tenis Málaga, de El Candado y de la escuela municipal que gestiona la Federación Andaluza en Ciudad Jardín, con edades entre 10 y 16 años. El reparto por géneros es equitativo. ¿Y cualquiera que quiso trabajar como recogepelotas en el torneo pudo hacerlo? No exactamente. «El sábado hicimos las pruebas 56 niños, y de esos quedaron 27 después de hacer también unos controles de velocidad», explica Vanessa, que realiza esta labor de formación para al menos seis torneos y cuyo trabajo implica una 'superespecialización', un perfil difícil de encontrar a día de hoy en el mundo del tenis.
Una vez elegidos los 27 afortunados durante el sábado por la tarde y en doble sesión el domingo llegó la formación de los mismos. «Se trata básicamente de simular un partido de tenis, y son ellos mismos, al ser tenistas, los que hacen de 'sparring' jugando. Hay otros torneos en que hacemos otro tipo de entrenamiento previo, con más juego de habilidad y velocidad, pero aquí teníamos menos margen para ello», explica Pérez. Al final la condición de jugadores y de aficionados al tenis de todos los elegidos facilita la labor, pues el aprendizaje de todos los pormenores es mucho más rápido.
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Los 25 recogepelotas (suplentes al margen) se reparten en tres equipos de seis y uno de siete, que están equilibrados por edades, y hacen rotaciones de media hora en pista. Sólo descansa un equipo cada día, salvo la jornada doble de hoy, con dos eliminatorias. Además, se sitúan dos en la red, donde más hay que correr para 'barrer' bolas, y cuatro en los fondos, casi en las esquinas del cuadrilátero.
La preocupación de Vanessa Pérez era en estas Finales de la Copa Davis la ausencia de transición. «En un Madrid Mutua Open empiezan a trabajar en la fase previa y hay un rodaje, y en ese momento de la competición no es tan exigente. No como ahora, que entran en la pista central el primer día», explica esta profesional, que conoce los hábitos de los mejores tenistas del mundo a la hora de conducirse en la pista, y cómo no, de Rafa Nadal, el más maniático. El hecho de que los recogepelotas ya no tienen que entregar ni recoger las toallas (medida adoptada a partir de la pandemia, con unos cajones en cada lado de la pista para el jugador 1 y el 2), simplifica todo, pero ha complicado la vida a los tenistas, que están al límite del 'warning' si tardan más de la cuenta en poner la bola en juego. «De todas formas, los niños quieren interactuar cuanto más mejor con los tenistas. Lo de las toallas les gustaba a ellos, pero nos complicaba la vida. Ahora ya pasó a la historia, entiendo que de forma definitiva», aclara Pérez.
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¿Y cómo se sienten los niños? «Tenía muchas ganas de participar», reconoció María Devesa, de 13 años y alicantina, del Club Campello. «La verdad es que no había hecho nunca esto, pero me está gustando mucho el ambiente, ver a las jugadores tan cerca y la gente siguiendo en directo los partidos». Además, reconoció que lo más complicado es trabajar en un 'tie break', porque el ritmo de traslado de las bolas ha de ser aún mayor por los cambios tan seguidos de sacador. Mientras, a Mario Morilla, estudiante de La Asunción y de la misma edad, le gustó el detalle de Marcel Granollers, que estaba junto a él en la ceremonia de presentación de los equipos ayer y le dirigió unas palabras de cariño. Jugador de tenis en El Candado, admitió que «me encanta lo que estoy viviendo».
Al final, es una aprendizaje común y una herramienta para crecer en el trabajo en equipo. «En la Copa Davis los jugadores les ayudan un montón, a diferencia de otros torneos individuales, en los que se les ve más tensos. Aquí lo que quiero es que sea una experiencia para ellos, que se trabaje en equipo», concluye la responsable de su formación.
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