Supongo que algunos (o más de algunos) que hayan visto el encuentro de ayer entre Marin Cilic y Alex de Miñaur, y antes hayan presenciado a su vez la victoria del croata contra nuestro Pablo Carreño, estarán haciendose un comentario parecido al siguiente: «Pues si hubiera jugado así contra Pablo, no le gana ni un set...» Cierto. Cilic jugó mal, acabó con una enorme cifra de errores no forzados, el primer saque no le dio muchos puntos y se le vio mucho más apático e impotente que el miércoles contra España.

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Otro pensamiento que posiblemente revolotee es: Si Pablo juega mejor que De Miñaur, ¿cómo puede ser entonces? Vamos a intentar despejar la incógnita: Carreño es un jugador completo, y aun siendo un jugador increíblemente sólido desde el fondo, es de tendencia agresiva, de comandar los puntos y cerrrarlos con un 'derechón', un revés paralelo o incluso voleando bien después de aprochar la red. Pablo no juega un tenis pasivo, no necesita correr detrás de las pelotas y, por ello, no es un jugador de grandes armas defensivas.

Mientras, De Miñaur es, muy probablemente, el jugador más rápido del circuito actual y posee un alucinante repertorio defensivo y de juego a la contra. Es muy, pero muy difícil, conseguir que el australiano no alcance casi todos los misiles que se le envíen y esté listo para ir a por el siguiente cañonazo. Vayamos a Cilic, que es un jugador se podría decir 'ultraagresivo'. Casi todos sus golpes tienen la intención de hacer mucho daño o acabar el punto. No le gusta jugar puntos largos. No es gran voleador ni realiza cambios de ritmo en su juego. Y eso nos lleva a la conclusión de que no tiene mucha flexibilidad a la hora de cambiar de plan táctico.

Su plan A no estaba funcionando, porque las pelotas que no deberían volver, lo hacían una y otra vez. Entonces la pista contraria se hace pequeña, se pierde la confianza y se vuelve uno loco. Un jugador como De Miñaur es la kriptonita de un jugador como Cilic, con pocas excepciones.

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