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Si en el deporte en general la mente toma un papel fundamental, en el tenis en particular se acentúa su importancia. Varios factores hacen que así sea: la duración de los partidos (variable y largos en la mayoría de casos), que el tenista juega solo, ... sin posibilidad de comunicarse con nadie durante el grueso de los encuentros, y que la pelota está más tiempo parada que en juego. «Eso hace que la gestión de ti mismo y de tus emociones sea más compleja que en otras disciplinas. El tenis tiene un 'extra' en cuanto a la necesidad de trabajar con psicología deportiva», expresa el especialista Mario Paño Gómez, director de la titulación Experto en Psicología del Deporte de Alto Rendimiento de la UAX (Universidad Alfonso X) Rafa Nadal School of Sport. Ha trabajado con varios tenistas de élite, aunque un acuerdo de confidencialidad no le permite ofrecer nombres propios.
El tema en cuestión está lleno de matices. En este reportaje, Paños y SUR repasan los distintos estados por los que pueden pasar los tenistas durante un partido, las similitudes que tienen sus personalidades, las necesidades que más demandan estos profesionales y lo diferencial que puede ser sobre la pista una mente bien trabajada, además del alto componente emocional con el que cargará el gran protagonista de esta edición de la Final a 8 de la Copa Davis, Rafa Nadal: «Será difícil concentrarse, pero si es capaz de entrar a pista para disfrutar ese momento habrá ganado», vaticina a título personal.
Dentro de un partido, Paños diferencia los tramos 'intermedios' de los denominados 'calientes', cuando se acerca el momento decisivo. Cuando los deportistas se disponen a entrar en la boca del lobo. «Un set point, un match point, una bola de break… Ahí lo que el tenista tiene que hacer es no cambiar nada. No hacer nada especial y centrarse en lo que pueda controlar. Acostumbrarse a ello», dice al respecto, antes de contestar a otra pregunta.
—Para ser el número uno, ¿es más importante una mente fuerte o un físico superlativo?
—Pues depende, aunque considero que la cabeza, y más en este deporte, es primordial.
Por un lado, superdotados físicos capaces de llevar al rival al límite desde lo tangible, evidente y percibible; por otro, cabezas que saben gestionar perfectamente todos los escenarios posibles. «Es la principal característica de Rafa Nadal», agrega respecto a lo segundo. Además, pone en valor la situación de la japonesa Naomi Osaka, que sufrió de depresión, para reivindicar la importancia de la salud mental. «Cualquier deportista, en cualquier momento de su carrera, puede pecar de no haber podido controlar su cabeza. El caso más reciente y sonado fue el de Carlos Alcaraz en verano rompiendo su raqueta, en un partido en el que pasaron un montón de cosas. La parte emocional se desbordó absolutamente y perdió los nervios».
La clave, dice, es que la mente se entrena igual que se ejercita el cuerpo. «Siempre puedes controlar un poco más tu nivel de activación y de atención, para que no te distraigas si pasa un pájaro». Como es lógico, los problemas que se demandan en la base y en la élite son completamente diferentes. En el trabajo con los mejores se habla de «márgenes de mejora». Así lo explica: «Cuanto más élite, menos podemos hacer; pero más impacto va a tener ese 0,1%, que puede ser la diferencia entre que estés un poquito más o menos atento en ese match point», explica.
La tolerancia a la frustración es el problema que más demandan los tenistas de élite, que viene precedida de la sucesión de fallos propios o de la continuación de buenas actuaciones (mejores) del rival. «Cuando se frustra empieza a no salirle las cosas y no saber manejar ese enfado puede hacer que se salgan aún más del partido, más de lo que estaban», explica Paños. Destaca, de los momentos previos al arranque de los partidos, la importancia de tener una rutina bien marcada para incrementar esa sensación de control de las emociones. Lo que vendría a ser calentar la mente igual que se hace con el cuerpo, cuando se estira, por ejemplo.
Las personalidades de los deportistas de élite presentan algunas similitudes entre sí, tal y como afirma Mario Paños. Uno de sus principales denominadores comunes que tiene es que son rutinarios y prefieren no tocar o cambiar aquello que funciona. «Los deportistas de élite suelen ser personas muy perfeccionistas, a veces hasta el extremo, muy perseverantes, muy acostumbrados al éxito y también al fracaso y con un carácter bastante duro», revela.
Y como curiosidad, destaca que las rutinas llevadas al extremo, hasta el punto de ser consideradas manías, son algo muy habitual en el mundo del tenis. Desde detalles como querer salir el primero a pista hasta los denominados objetos 'de la suerte'. Los profesionales, con los tenistas, trabajan con el objetivo de 'romper' esto y haciéndoles ver que las rutinas han de ser algo más conductual. «Tu muñequera de la suerte no tiene poderes mágicos», refleja.
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