La Final a 8 de Málaga de la Copa Davis se queda sin España

Ni la resistencia de este último, el que más se rebeló al desastre, impidió algo que no pasaba por la cabeza del mas pesimista cuando se sorteó la fase de grupos. En Valencia comparecieron casi las mismas selecciones que el año pasado: España, Serbia, Corea y República Checa, en lugar de Canadá, esta a la postre campeona del torneo. Frente a lo que entonces fue casi un paseo triunfal para sellar el pasaporte a Málaga, esta semana ha sido un calvario.

Todo ha salido torcido. España compareció a la hora de la verdad sin ninguno de sus cuatro mejores tenistas por 'ranking' al iniciarse este 2023. Sabido es que Rafa Nadal, que no juega desde enero, no estaba acudiendo al torneo en los últimos tiempos, pero sí lo hacían Carlos Alcaraz, que renunció, cansado tras la gira norteamericana; Pablo Carreño, inactivo desde principios de año por una complicada lesión en un codo y ya fuera del 'top 100', y Roberto Bautista, que no ha terminado de coger la forma tras romperse hace dos meses. Realmente él sí estuvo en Valencia, pero como si hubiese sido un fantasma, porque no salió a jugar, el síntoma más evidente de que no se encontraba bien.

Así las cosas, Alejandro Davidovich (25º), debutante en individuales, hizo de número 1, y otro nobel, Bernabé Zapata (73º), de 2, en la debacle ante los checos. Fue más inesperada la derrota de este ante Machac (119º), que no es fijo en el circuito, porque el rinconero lo peleó en dos reñidos sets ante un Jiri Lehecka (30º) en su gran año. Para rizar el rizo, en el doble se cedieron dos 'match balls' por parte de Davidovich y el especialista Marcel Granollers.

España comparecía este viernes abocada a ganar a Serbia. Le podía valer en una combinación un simple 2-1, pero todo se complicó aún más tras la derrota de Albert Ramos (95º), al que recurrió el capitán debutante, David Ferrer, como revulsivo. Cedió ante Laslo Djere (37º) por un doble 4-6 sin una sola opción de 'break' tras una hora y 26 minutos, demasiado poco tiempo. Hace un año, en el mismo escenario, con una pista menos rápida, Ramos pudo sorprender al serbio en tres sufridas mangas, pero doce meses después el catalán ha ido cuesta abajo, en un mal año, y su rival está en uno de los mejores momentos de su carrera.

La puntilla fue la presencia de Novak Djokovic en La Fonteta. Sólo con su presencia había que pensar en vudú u otras técnicas para soñar con darle la vuelta a la situación y forzar una victoria. Lleva veinte trunfos seguidos en la Davis. No cae desde 2011, y lesionado. Pero Davidovich le puso fe. Jugó un gran tenis por momentos. Durante los siete primeros juegos del partido desbordó a su rival con 'rallies' brillantes, pero el octavo, que se prolongó más de quince minutos fue su condena. A la segunda bola de 'break', 'Nole', que llevaba tiempo oliendo sangre rompió el saque y se fue arriba para cerrar la manga.

No se vino abajo Davidovich que llegó a colocarse un 'break' arriba en el segundo set, cuando al fin la afición española en La Fonteta empezó a rugir. Frente a los 3.000 espectadores de tope el miércoles, jornada laboral, un viernes por la tarde mejoró la entrada, pero sin crear un ambiente memorable de Copa Davis. El 4-1 del malagueño, coronado con un gran 'passing', sacó la mejor versión de Djokovic, en un partido que se jugaba en unas condiciones inhumanas, con 32,6 grados en la pista por un problema técnico.

El serbio forzó los errores del joven malagueño, que no tuvo la pausa necesaria para retomar el hilo de su juego. Con 4-4 Djokovic fue consciente del bajón anímico de su rival, al que ha ganado ya en cuatro de los cinco duelos (la excepción fue en Montecarlo el año pasado, con falta de actividad del número 1) y terminó de encadenar cinco juegos para sellar el billete de Serbia a Málaga y dejar a España matemáticamente fuera. Ni siquiera el dobles posterior levantó algo la hundida moral de las tropa, con un 0-2 ante Cacic y Kecmanovic. Un fracaso que tendrá consecuencias ahora en el 'ranking' del torneo.