¿La última final de Copa Davis en Málaga?

Lo que no sucumbió fue el nivel de tenis galáctico que todos los jugadores involucrados mostraron esos días. Al que le guste ver buen tenis, lo hubo para parar un tren esa semana. No cedieron tampoco ni un centímetro los grupos de seguidores de los distintos países, en su afán de animar aun siendo relativamente pequeños. Conseguían involucrar incluso al resto del público con tambores, orquesta o cánticos de guerra. Tampoco aminoró el buen rollo en la 'fanzone', la carpa gastronómica, con conciertos y juegos, con la puesta de sol de fondo. Altamente recomendable pasarse por la tarde, aún sin poseer entrada.

La semana que viene, la que podría ser la última final de Copa Davis en Málaga, promete también otras cosas. Por ejemplo, ver a Finlandia, que ya sorprendió a propios y extraños al conseguir la clasificación por delante de Croacia y USA, y se enfrenta a Canadá, vigente campeón que viene con un Auger-Aliassime no tan en forma como el año pasado y sin Shapovalov. En el equipo están Raonic y Vasek Pospisil. Ambos vienen de lesión, sin haber jugado mucho este año. Para Finlandia sería un hito histórico pasar a semifinales.

La República Checa debe jugar contra Australia, finalista de la edición pasada. Esta viene, sobre el papel, con cuatro excepcionales jugadores de pista rápida, con De Miñaur de nuevo a la cabeza y dos de los mejores doblistas del momento. Chequia tiene en Lehecka a uno de los jugadores con mayor proyección, acompañado por jóvenes sin mucha experiencia en el Tour, a los que a lo mejor les queda grande la cita, ¿o no?

Holanda es otro de los equipos de lujo, con Griekspoor y Van de Zandschulp en individuales y Koolhof-Rojer como pareja de dobles, un equipo de altísimo nivel. Pero tienen como primer escollo, ni más ni menos que a Italia, que ha convocado también su plantilla de 'cracks' al completo. Sinner, probablemente el jugador más en forma del momento, lidera el equipo. Mussetti y Arnaldi son excepcionales, y Bollelli una garantía en un doble de la Davis.

El plato fuerte de estos cuartos de final es el encontronazo de Serbia y Gran Bretaña. Es una lástima que Andy Murray haya tenido que anunciar su baja por una lesión de hombro. Hubiera hecho, sin duda, todo aún más interesante. Los que si están para jugar son de una calidad extraordinaria.

Cameron Norrie está afianzado en el 'top 10' hace unos años, Jack Draper es un joven jugador con enorme potencial y además cuentan con dos de los diez mejores doblistas del mundo. ¡Este equipazo viene a morder a Málaga!a.

Novak Djokovic tiene, a su vez, 36 años. Y, este 2023 tiene la oportunidad de culminar su mejor temporada y la más brillante desde Rod Laver en los 60. Campeón del Open de Australia, Roland Garros y US Open, y subcampeón de Wimbledon. Las cuatro finales de Grand Slam. Campeón de los Master 1000 Cincinnati y Paris y la Copa de Maestros y podría, eventualmente, ganar la Davis. 'Djoko' tiene ganas, mucha hambre y energía que supongo que le da el hecho de que casi cada una de sus victorias, reescribe páginas y nuevos récords en el que ya es el palmarés tenístico más grande que haya habido nunca.

La semana que viene, podría ser la última vez que Málaga es anfitriona de las Finales de la Davis, aunque está por decidir, y parece que los vientos empiezan a soplar a favor para siga aquí en 2024. Creo que no sorprendería a nadie que Djokovic decida que esta es su última Davis, sobre todo, si consigue ganarla. Incluso podría ser una de las últimas con este formato, que aún no ha terminado de cuajar en el corazón de los 'fans' del tenis. Incluso podría ser una de las últimas con este formato, que aún no ha terminado de cuajar en el corazón de los 'fans'. A mí, como aficionado, me valen las dos. El formato clásico tenía ambiente de circo romano, durante tres largos días a sufrir con el equipo. El nuevo formato es de ritmo trepidante, cada juego cuenta, es adrenalínico y se vive muy intensamente varias horas. Espero que sea una fiesta del tenis, una de esas que se quedan en la memoria grabadas, aunque, por desgracia, no juegue mi país.