¡Silencio!: Djokovic baila en el Martín Carpena

Fue un día histórico, pero va a tener al menos una o dos más repeticiones. Porque 'Nole', asiduo a nuestra provincia, con vivienda en Marbella y algunas sesiones de preparación en Puente Romano, clasificó ayer a Serbia para la penúltima ronda de la Final a 8 de la Copa Davis y reeditará este sábado el duelo decisivo de las últimas Nitto ATP Finals de Turín. Una delicia para el paladar de los aficionados al deporte de la raqueta. Bien que se notó la trascendencia del momento en el Carpena, con un lleno como el de esas visitas cada vez del Barça de Messi o el Real Madrid de Cristiano Ronaldo a La Rosaleda. O Como cuando la Legión atraviesa el recorrido oficial un Jueves Santo. Sensación de momento muy esperado en un pabellón en el que no cabía un alfiler, copado por británicos (muchos de los que pueblan nuestra Costa del Sol), algunos serbios y un porcentaje menor de malagueños.

Djokovic no tenía un rival que se pudiera dejar superar por la presión del momento, aunque Gran Bretaña había cedido el primer punto de la eliminatoria y sólo le valía ganar. Pero Cameron Norrie, 'top ten' en 2022, y ahora decimoctavo, está acostumbrado a este tipo de partidos. Pero el zurdo de Sutton llegaba con muy malas sensaciones en este tramo final de curso, sin enlazar dos victorias desde el US Open, aunque lesionados Daniel Evans y Andy Murray era indispensable su concurso.

Con su habitual ritmo calmado, 'Nole' no padeció en la primera manga'. Logró un 'break' en el quinto juego y tuvo 0-40 al resto para el 5-2 y saque, aunque no lo consumó y tuvo que madurar más la victoria en el primer parcial. «¡Djokovic, ten compasión!», se oyó en un grito espontáneo antes del arranque del segundo, que tuvo derroteros parecidos, porque comenzó con otro quiebre que terminó de despejar las últimas dudas, si acaso las había: doble 6-4 en una hora y 39 minutos. El ganador de 24 Grand Slam, el tenista 400 semanas número uno mundial y que ha terminado en ese puesto de privilegio ocho temporadas, el deportista de 36 años al que su cuerpo ha respetado de una forma excepcional de la tralla de un exigente calendario deportivo, quiere más. Es insaciable, y ahora está a dos pasos de su segunda Copa Davis (tras la ganada en 2020 ante Francia), pero no depende sólo de él.

Antes, en un partido duro de mascar, de reparto continuo desde el fondo, de puntos a veces interminables y sin un solo quiebre, Miomir Kecmanovic (55º) se impuso merecidamente a Jack Draper (60º) y dejó ya medio hundida a la armada británica, que pese a jugar casi de local en el Martín Carpena, con miles de compatriotas en la grada, no le sirvió en demasía el apoyo. Sendos 'tie breaks', para el 7-6 (2) y 7-6 (6), le valieron a Kecmanovic, el único que gozó de opciones de romper el saque de su oponente, cuatro, y todas en la primera manga, dos de ellas con valor de puntos de set. El partido resultó espectacular en tanto que se dirimió una batalla colosal. El choque tenía un valor estratégico incalculable jugando después un tal Novak Djokovic. Para Draper se trataba simplemente de evitar (casi) la eliminación británica.

La presión pudo atenazar a los dos tenistas, que tampoco tienen en su repertorio muchos 'winners', sobre todo el serbio, que ganó porque fue mucho más consistente (16 errores no forzados en dos horas, por 52 de su rival). Curiosamente Draper, que sólo sumó siete puntos al resto en el primer set, venía de ganar nueve de sus diez últimos partidos, en un Challenger en Italia y siendo finalista en Sofia, y Kecmanovic, por el contrario, de cuatro derrotas seguidas, pero siempre estuvo un punto por encima de su contrincante.