Canadá hace historia en Málaga al levantar su primera Ensaladera

Imbatible el joven tenista de 22 años, sin ceder un solo 'break' en todo el torneo, ni siquiera cuando más se le exigió, este domingo en una 'final' ante Alex de Miñaur en la que levantó ocho puntos de quiebre. Imperturbable, quién diría que antes de 2022 había perdido sus ocho finales jugadas, porque ahora, no se sabe si es porque le asesora ya Toni Nadal, no se le aprecia un ápice de nerviosismo. Juega los puntos fundamentales con la confianza de una estrella.

Quizás el Martín Carpena, que contempló en 2001 el ascenso a los cielos de Pau Gasol en una Copa del Rey de baloncesto, haya asistido en esta Copa Davis al de Auger-Aliassime, por otra parte número seis mundial ya (era el tenista con mejor 'ranking' en la cita) y que ha sido el rey de la pista cubierta en este fina de temporada en el circuito, con triunfos en Amberes, Basilea y Florencia, que se suman a la ATP Cup, el formato más parecido a esta Copa Davis, conquistada también en enero con Canadá.

Hay que entender que Canadá es superpotencia mundial en el tenis gracias a Felix y a un irregular Denis Shapovalov, con talento también a raudales para ser 'top ten' mucho tiempo, y el papel de Vasek Pospisil, excelente sacador y voleador, en el doble. Completaron el quinteto Alexis Galarneau y Gabriel Diallo, dos jóvenes por debajo aún del 'top 200'. Ellos son el futuro.

Era una final de Copa Davis, pero lo cierto es que se ventiló más rápido de lo esperado, con las gradas animando a Australia, sorprendente finalista, para ver más tenis. En el primer plato Shapovalov (18º), el imprevisible tenista de las dos derrotas previas en Málaga ante el alemán Struff y el italiano Sonego, rivales a los que en circunstancias normales debería haber derrotado, pasó esta vez por encima de Thanasi Kokkinakis (95º), al que nunca se había enfrentado previamente en el circuito.

Fue un huracán implacable el genio nacido en Tel Aviv (Israel) y de ascendencia eslava, aunque forjado en Canadá. Shapovalov jugó a otro ritmo, pero porque la bola de Kokkinakis (otro cruce, un australiano de antepasados griegos) no corría con el peso como para ponerle en dificultades.

Así las cosas, para Australia y Kokkinakis fue un mal trance. Diecinueve años después de llegar a una final, ceder el primer punto de ella casi sin poder plantear batalla, y 'Shapo' se redimió de una semana de luces y sombras. Ya en el primer juego consiguió un 'break' y se llevó la primera manga en apenas 32 minutos.

Puede que Kokkinakis mantuviera algo mejor el tipo en el segundo set, hasta que llegó el quiebre decisivo en el tercer juego, que consolidó con algunos problemas. Hubo hasta ventaja de doble quiebre, que luego se redujo, pero lo único que dejó claro este primer plato de la final es el mérito de un equipo como el de Australia, finalista en el torneo sin un nivel importante en su jugador dos de 'singles'.

Todo quedaba en manos de Auger-Aliassime, que apenas dio pie al suspense, por más que De Miñaur, otro que llegaba enrachado, corriera lo indecible, obligara a reducir la cuota de puntos ganados con sus primeros servicios al canadiense, que tuvo que sudar más que en citas precedentes, salvando los ocho 'break points', pero al que nunca se vio sufrir. Un quiebre en cada set fue suficiente para el objetivo de Canadá, aupado por una treintena de seguidores llegados desde el otro lado del 'charco': 6-3 y 6-4 en una hora y 42 minutos. Antes de las cinco de la tarde estuvo resuelta la jornada, la más esperada, con todo lleno en el recinto, y la más corta.