Pese a la competencia del Mundial de fútbol y a las bajas en el cartel, Málaga ha vivido una semana histórica de tenis con las Finales de la Copa Davis. Se mire desde el prisma que se mire, cualquier aficionado al deporte de la raqueta ... ha tenido la oportunidad de deleitarse con el nivel presenciado en el Carpena, espectacularmente tuneado para la ocasión. Es cierto que no han venido a jugar Nadal ni Alcaraz, pero el murciano se produjo una rotura fibrilar abdominal a pocos días de la cita tras la tralla de setenta partidos, a cual más exigente, este año, y el balear no juega este torneo desde 2019 y a estas alturas parece más probable que nunca vuelva a disputarlo. Tampoco estaba Federer, retirado hace meses y tras dos años sin jugar apenas, ni Djokovic, con Serbia sin clasificarse. Quizás en esa lectura a bote pronto de que no estaban algunas estrellas haya faltado explicar lo que es la Copa Davis, un torneo de selecciones en el que para pasar rondas se precisan al menos dos buenos tenistas individuales y formar una pareja de dobles competitiva. Por eso tampoco se vio en Málaga a Ruud, que es noruego, o a Tsitsipas, griego, o a Hurkacz, polaco, todos ellos 'top ten', como los rusos Medvedev y Rublev, pero en este caso porque la ITF, responsable de la competición (que organiza Kosmos en virtud de un acuerdo de asociación por 25 años), no es tan contemplativa como la ATP con la guerra en Ucrania.
Publicidad
Pero tampoco está Haaland en el Mundial de fútbol ni se clasificó Italia, la campeona de Europa, y eso que van 32 selecciones, y no por eso se devalúa este torneo, ni estuvo Alcaraz días antes en las ATP Finals, la elitista cita con los ocho mejores del 'ranking', sin hablarse ahí de una cita venida a menos. Las críticas al cartel, por tanto, tienen que ver más con el desconocimiento del contexto en el que le toca celebrarse, en la última semana del año, con tenistas ya castigados por problemas físicos, y cerca de la pretemporada de 2023. Por lo demás la Copa Davis es un torneo con el plus de que los jugadores actúan en equipo y tienen un país detrás pendiente de lo que hacen. Lo más parecido a un Mundial oficioso, y ha quedado constancia, excepción de Nadal y Kyrgios, de que todos quieren jugar la Davis. Por Málaga han desfilado once jugadores del 'top 26' y el número uno de dobles (el neerlandés Koolhof) o la pareja subcampeona de las últimas ATP Finals (los croatas Metkic-Pavic). Un exnúmero uno, Lleyton Hewitt, capitaneaba a Australia. Otro, el serbio Novak Djokovic, acudió con curiosidad desde Marbella a presenciar in situ el desenlace de la final, y otro ex número uno, de dobles, capitaneaba a Países Bajos (Paul Haarhuis).
La inyección de diez millones entre la Junta, en torno al 60%, el Ayuntamiento (25%) y la Diputación, un 15%, ha valido la pena y es por cada uno de los dos años firmados. Cabe fijarse en el retorno. Inicialmente, a falta de una cuantificación más detallada en los próximos días, la Junta ha calculado en 140 millones el retorno del torneo. Con más de 63.000 espectadores en los seis días (el jueves hubo doble sesión) y rozando el lleno siempre, las cuentas sólo pueden apuntar a un éxito absoluto: si el 21% de los aficionados llegaron desde fuera de España (sobre todo, desde Países Bajos, Italia y Alemania) y el 55% no eran de Málaga, calculen el eco en hostelería y hoteles en plena temporada baja, por no hablar del impacto de que en un torneo con 122 años de vida de un deporte tan popular (el tenis) se venga hablando durante meses de nuestra ciudad como punto final del camino, ese 'road to Málaga' presente en las pistas de cada una de las cuatro sedes de la fase de grupos, con millones de audiencia televisiva.
Y en cuanto al contexto del torneo en sí, se trabaja a medio plazo, en mejorar fechas. Que nadie olvide que la Copa Davis estaba de capa caída, a la par que la ATP extendía sus tentáculos en el calendario. Jugar partidos a cinco sets con tanta densidad de torneos, e imponiendo viajes transoceánicos y cambios de superficie, era una locura. Del hartazgo con la fórmula anterior nace la actual, la demandada por los tenistas y hasta por el público más joven: partidos a tres sets, eliminatorias reducidas al mejor de tres choques, sólo tres semanas ocupadas en el calendario y pista rápida en las dos etapas definitivas, la fase de grupos (con 16 selecciones) y la Final a ocho. La fórmula es más emocionante y aumenta el margen de sorpresa, como se ha comprobado en Málaga, donde la respuesta de público ha sido formidable.
Publicidad
Es cierto que un buen número de entradas llegaron a través del reciclaje con Ecovidrio, y el jueves por la mañana el pabellón se llenó con casi tres mil escolares para el Italia-Estados Unidos, pero valió la pena para tener repleto el recinto todos los días. No podía ser fácil un jueves laborable, a las 10.00, llenar el Carpena sin jugar España ni ser fútbol. Y eso Málaga lo consiguió para seducir a Kosmos, que sólo tiene palabras de elogio al ambiente en las gradas.
El medio minuto de gloria de dos activistas (en el intermedio de un partido, sin cobertura televisiva, por tanto) y un pequeño incendio en el interior de unas vallas led de publicidad en un rato de una de las semifinales no son más que anécdota. Esta Copa Davis ha llegado para quedarse. De momento en Málaga, hasta 2023. Y mientras tanto, 'carpe diem'. Hay que disfrutar del momento, antes de que se esfume. Málaga ha dado el salto para albergar eventos deportivos de repercusión mundial gracias a esta Davis... y no se recordaba algo así desde los tiempos de Naranjito y el Mundial'82.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.