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Pocos tenistas han sabido reciclarse como Álex Corretja. Quien fuera número dos del mundo y ganador del Masters, además de doble finalista en Roland Garros, trabaja desde hace años al otro lado, tras los micrófonos. Allí ha demostrado tener el mismo tesón que exhibió como jugador, labrando una carrera en la que ha escalado hasta ser considerado la voz de este deporte a veces complejo de explicar. El comentarista más reclamado por los aficionados, ahora también presentador en Eurosport, valora el paso de la Copa Davis por Málaga. Es una competición que conoce bien: la ganó como jugador y, una vez retirado, fue capitán del equipo español. Ahora considera que el nuevo formato «ha ganado en dinamismo lo que ha perdido en épica», pero advierte: «No me gustaría leer un titular destructivo».
–¿Crees que el cambio de formato beneficia a la Copa Davis?
–Hablo desde el corazón pero con todo el respeto: esta Davis es muy distinta a la que conocíamos. Jugar en tres días, dentro o fuera de casa, a cinco sets... generaba un ambiente que ahora es algo más frío. La épica y el drama de llegar al domingo con la eliminatoria por decidir se ha perdido. Los partidos ahora son más cortos, como exigen los tiempos modernos. Vivimos con mayor velocidad, con menos margen. Es normal que el deporte se adapte a los nuevos hábitos. Y en España somos unos privilegiados porque estamos jugando en casa. Antes tocaba jugar como visitante en países como Brasil, Estados Unidos o Australia y había que adaptarse a las condiciones que ponía el rival.
–Esa emoción del revés paralelo de Ferrero ante Hewitt que dio a España su primera Copa Davis en el año 2000, ¿es recuperable?
–Bueno, para ser constructivos diría que la épica ha cambiado. Ahora es más dinámico, se juega todo en una tarde y se resuelve en partidos al mejor de tres sets...
–Y para los jugadores, ¿la Davis sigue teniendo el mismo tirón?
–La Davis sigue siendo un orgullo y una responsabilidad para cualquier jugador. En otros torneos juegas para ti y para tu equipo, pero la decepción que te llevas cuando pierdes un partido en la Davis no es comparable a la de cualquier otro campeonato. Porque al día siguiente vas a comprar el pan y alguien te dice: «¡Tío, te ganaron ayer los brasileños!». Creo que, con este nuevo formato, a menos que llegues a la final y se genere un ambiente especial, se ha perdido parte de ese espíritu. Digamos que lo que se ha ganado en dinamismo se ha perdido en carisma. Pero el anterior formato también tenía agujeros e incomodidades. Había que buscar algo más ágil, y creo que lo han encontrado. A ver qué pasa ahora, qué opinan los jugadores... No me parecería justo que nos lo cargáramos, porque al fin y al cabo es nuestro deporte, nuestra pasión.
–España, como dices, es la gran beneficiada de este cambio. Siempre juega en casa. ¿Nos pone eso en el punto de mira del resto de países y de la Federación Internacional?
–Claro, yo estoy encantado, pero si fuera suizo o inglés pues no estaría tan contento. Estamos un poco en el límite...
–¿De pervertir la esencia de la competición?
–Bueno... Mira este año: Canadá entra de sustituto y acaba siendo campeón.
–¿Cómo valoras la implicación de los jugadores?
–En teoría ahora es más sencillo para ellos: sólo es una semana al año que pueden bloquear, como cuando programan participar en cualquier otro torneo. Antes era más complicado porque había varias eliminatorias durante todo el año, cambios de superficie... Pero ya depende de cada jugador, de su compromiso. Pocas veces hemos visto que los grandes jugadores renunciaran a la semifinal o la final de la Copa Davis.
–¿Qué crees que habrá decantado la balanza en el caso de Nadal? Renunció a la Davis pero aceptó una gira de partidos de exhibición en América Latina.
–No tengo ni idea. Debería responder él… Sinceramente no puedo darte un argumento. Desconozco por qué han decidido hacer una cosa u otra.
–¿Para ti, cuando eras jugador, en qué orden estaban los Grand Slam, la Davis y los Juegos Olímpicos?
–Justo hoy hace 24 años que gané el Masters, y puedo decir que la emoción que vives en la Davis es difícil de comparar con cualquier otro torneo. Es un sueño compartido que marca el resto de tu vida. Si me propusieran cambiar la Davis que gané por haber ganado Roland Garros diría que no, quizá porque el Masters suple la necesidad de un título propio. Pero la Davis llega a todo el país, incluso con independencia de que guste el tenis o no. Y ganarla es algo que te acompaña siempre, aunque un título de Grand Slam es el sueño de cualquiera. Pero las emociones que se viven en la Davis…
–La Davis sigue siendo la Davis.
–Sigue siendo muy importante, aunque dé la sensación de haber perdido fuelle. El partido de Carreño, que perdió 7-6 en el tercero, fue un partidazo. Pero hubiera sido épico si, después de ese 7-6, hubiera ganado el cuarto set y se hubieran ido al quinto a que se decidiera todo. Para entendernos: la Davis antigua englobaba a los románticos del tenis y al aficionado común. Ahora han captado a más aficionados jóvenes pero digamos que tienen más descontentos a los románticos del tenis que pedían drama, épica. Hay pros y contras.
–Pero la nostalgia suele ser un error.
–Estoy de acuerdo, pero si te pregunto por un partido de tenis que recuerdes, ¿cuál me dirías?
–La final entre Nadal y Federer en Australia, por ejemplo.
–Claro: uno de cinco sets. No me dirías un partido que acaba 6-2, 6-3. En los deportes se recuerda la épica, y la épica está fabricada de drama.
–¿Qué te parece Málaga como sede de estos acontecimientos?
–Me encanta. Málaga es una ciudad abierta, bonita, calurosa… La gente vive el deporte con pasión. Tiene un reconocimiento extraordinario. Que Málaga albergue las finales de la Davis, de una competición tan histórica y exclusiva, me parece un logro tremendo para la ciudad. No todo es Madrid y Barcelona. Es un lugar con buenos hoteles, buena gastronomía… En los últimos tiempos se ha percibido su evolución. Tiene todo nuestro respeto y respaldo porque ha demostrado que tiene capacidad de sobra para organizar este tipo de competiciones internacionales.
–¿Alguna vez imaginaste que acabarías siendo comentarista deportivo?
–Nunca. Ni siquiera lo imaginé. Me lo propusieron al final de mi carrera y empecé a pasármelo bien, funcionó. Creo que he crecido profesionalmente. Primero me daban partidos menores y luego pasé a comentar los grandes partidos. Y de colaborador pasé a entrevistador y de ahí a presentador. Está siendo una aventura bonita y ahora es mi principal trabajo, aunque lo hago ocho semanas al año.
–¿Por qué crees que has conectado con la gente?
–Sería feo que lo contestase yo. Dímelo tú.
–Quizá por lo que has dicho antes: se nota que lo disfrutas.
–Como estoy disfrutando mientras hablo contigo o como disfrutaré ahora bañando a mi hija. Con todo lo que hago intento disfrutar. Soy un privilegiado e intento ser educado, transparente y respetuoso. Creo que mi misión es que la gente entienda lo que está pasando. Y amo lo que hago porque el tenis es un deporte que me apasiona. Vibro como si fuera el primer día, y ojalá transmita eso. No comento para el público, sino para el pueblo. Ayer una señora de 70 años, comprando verdura, me dijo: «Me encantan tus comentarios». ¡Qué alegría! Y en el frontón, pegándole un poco porque llevaba tiempo sin jugar, me encontré con otra señora que también me dijo que le gustaban mis comentarios. ¡Acabamos jugando juntos al frontón!
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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