Alcaraz despierta admiración en Marbella

El 7 de abril de 2000 Juan Carlos Ferrero (entonces 26º del 'ranking' ATP) debutaba en la Copa Davis ante el ruso Yevgeny Kafelnikov, nada menos que la tercera raqueta mundial del momento. Tenía 20 años, y lo hacía en el Club Deportivo Calderón, en Málaga, y sin arredrarse ante la presión, con un brillante triple 6-2 en una hora y 39 minutos. El valenciano dirige ahora a un tal Carlos Alcaraz, que también ha querido el destino que, casi 22 años después, le tocara estrenarse en la Copa Davis en tierras costasoleñas, esta vez en Puente Romano (Marbella).

El murciano lo ha logrado con 18 años, pero siendo ya el 19º mundial, y su victoria este viernes, que también fue en el segundo duelo de la serie, quizás no levante tantas expectativas como la de su entrenador, al llegar ante un Marius Copil (261º) relegado ahora al circuito de Challengers: 6-4 y 6-3. Lo que sí fue inevitable es la sensación coincidente en la pista de estar viviendo un momento histórico para el tenis español. Ferrero llegó a ser número uno mundial, y hay fe en que su pupilo siga ese camino.

Por lo pronto, ya es el segundo tenista español más joven que gana un partido de la Copa Davis, después de Rafa Nadal (que debutó con derrota en este torneo, en septiembre de 2004 en la República Checa, ante Novak), y además ha ganado en su estreno en los cinco grandes escenarios: Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon, US Open y Copa Davis, lo que no han logrado Djokovic, Federer, Nadal ni Murray.

La afición española, entendida, acude con expectación a seguir la progresión de un gran talento. Allá donde surge una figura (ya sea Indurain, Gasol, Alonso, Márquez, Nadal,...), está el seguidor al quite, y Alcaraz no decepcionó. De un comienzo frío, a un nudo de la historia avasallador.

El tenista de El Palmar tuvo que torear al número uno rumano, un Copil experto, con un sobresaliente servicio y al que no iba a pesar la presión. Los primeros ocho juegos se desarrollaron sin opción de ruptura, pero luego Alcaraz puso la directa presionando a resto con el 5-4: una bola dudosa cantada para el español por la juez de pista y una doble falta precipitaron el fin de la primera manga, y la segunda comenzó con otra ruptura.

El final del choque se retrasó por el enredo en el sexto juego, que tuvo en su mano varias veces Alcaraz, pero acabó cediendo al resto. Infalible al servicio, sin ceder ningún 'break', el murciano lo zanjó en poco más de hora y media, de manera que este formato exprés del torneo deparó un cierre de la jornada antes de las tres y media de la tarde. Un visto y no visto, ante la entidad del rival y olvidados ya los maratonianos choques al mejor de cinco mangas.

«No tengo palabras para decirlo que he sentido en pista. Es totalmente diferente y sólo se vive en la Copa Davis», corroboró Alcaraz después, mucho más sosegado, en la sala de prensa, y restó hierro a la responsabilidad de debutar con el equipo español: «Al principio de los partidos siempre hay nervios, pero no más de lo habitual. Los he manejado bien. Puede ser otra presión distinta, pero también es motivación tener un país detrás animándote y estar representándolo». También recordó que sólo había jugado una vez con la grada igual de enardecida, pero entonces contra él, en el Masters 1.000 de París Bercy, en la insólita remontada de Hugo Gaston.

«Tendré a Puente Romano siempre conmigo», reconoció asimismo, recordando que allí alcanzó sus primeras semifinales en el ATP Tour, en 2021. Y contestó por enésima vez a la pregunta que le vincula con la progresión con Rafa Nadal: «Intento no meterme esa presión, como la de si voy a ser número uno».

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